Luis Gutiérrez
Una buena estrategia permite responder de manera eficiente y oportuna a los desafíos y retos que se plantean en la economía, el sector energético y los mercados internacionales.
La estrategia de energía busca reducir la incertidumbre sobre las reservas de hidrocarburos, los precios internacionales de los energéticos y los cambios en la tecnología.
El Estado Mexicano consciente de que Pemex y CFE tienen más fuerza política que la propia Secretaría de Energía, propuso el instrumento de política llamado Estrategia Nacional de Energía (ENE) para que la Sener pudiese orientar el desarrollo de la oferta de acuerdo con los objetivos y lineamientos del Plan Nacional de Desarrollo.
El ejecutivo, a través de la Sener, estará presentando al Congreso en febrero de 2012 su Estrategia Nacional de Energía para su revisión y eventual aprobación.
Como ya se mencionó, la estrategia óptima de energía requiere considerar la oferta y la demanda. Los vínculos de unión entre ambas son las formas de gestión de las empresas (costos) y los precios de los energéticos.
Por el lado de la oferta, el problema de la ENE es que nace castrada, pues descansa sobre una figura institucional rígida e inflexible. En cuanto a los precios, México tienen probablemente los peores de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Los niveles de las tarifas eléctricas son los más elevados en Norteamérica. La estructura tarifaria es de las más ineficientes en el mundo, pues en lugar de fomentar el consumo racional provoca el desperdicio.
En efecto, conforme se mejora el factor de carga de la demanda, se reducen los costos en el suministro eléctrico y esto no se refleja en las tarifas actuales.
El ajuste de los precios de los combustibles es a través de deslizamientos graduales en lugar de ser automáticos hacia arriba o hacia abajo de acuerdo al cambio en los parámetros de costos y los precios internacionales: la demanda se tiene que ajustar de acuerdo a los costos reales para la economía de un país.
Para que la ENE funcione se requiere de un nuevo marco institucional. El actual tiene muchas ataduras, la Secretaría de Energía tiene poca fuerza para lograr que Pemex y CFE hagan lo que el Estado considera deberían de hacer.
La ENE no le da el suficiente músculo que requiere la Sener para que las empresas sigan los lineamientos del Plan Nacional de Desarrollo. En un país como México, las secretarías sectoriales deberían desaparecer e integrarse a la Secretaría de Economía.
Dada la inmensa fuerza de la Secretaría de Hacienda, el énfasis del gobierno es en el levantamiento de recursos fiscales más que en su uso efectivo.
Una Secretaría de Economía robusta le daría más importancia al manejo eficiente de los sectores económicos y al uso eficiente de los recursos fiscales para lograr los objetivos y metas del Plan Nacional de Desarrollo.