Juan Arellanes

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En busca de un sistema sustentable

viernes, 13 de abril de 2012
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Existe una fuerte correlación entre consumo de energía y crecimiento económico y entre altos precios de petróleo y recesiones globales.

El aumento de precio del petróleo puede llevar a la recesión, seguida por la caída de la demanda y del precio hasta un nivel que permite la recuperación.

El incremento paralelo de la demanda y del precio, hasta un nuevo pico, puede provocar una nueva recesión. ¿Ha entrado la economía global en una trampa energética? Hasta 2004 se mantuvo un claro incremento de la producción muy por encima del crecimiento del precio.

Desde 2005 el precio se incrementó 15% anual, pero la oferta de petróleo crudo se estancó, fluctuando entre 72 y 75 millones de barriles diarios (mbd).

Los eventos geopolíticos pueden explicar picos de precio, pero la tendencia a la alza es resultado de la escasez del recurso. Sin embargo, domina la idea de que los altos precios son de origen financiero.

Queda mucho petróleo no convencional, por ello las corporaciones petroleras presentan escenarios de crecimiento de consumo en donde los combustibles fósiles siguen aportando la mayoría de la oferta energética global en 2030 y 2050.

Según la Agencia Internacional de Energía, los combustibles fósiles proporcionarán 75% de la energía global consumida en 2035.

Ante el peak oil, es decir, el máximo de producción posible de crudo convencional y barato, la confianza en los recursos fósiles no convencionales (petróleo profundo, en zonas extremas y de baja intensidad energética) es imprudente.

Los costos monetarios de las energías renovables son más altos que los del petróleo no convencional, pero no es así cuando a éstos sumamos los costos sociales y ambientales (calentamiento global), los riesgos geopolíticos y militares y la incertidumbre del futuro.

Para sobrevivir como civilización debe darse una transición, pues la dependencia de recursos no renovables (incluyendo el uranio) es insostenible.

Aunque el sol y el viento son recursos asegurados para los próximos 10 mil millones de años, los paneles fotovoltaicos y aerogeneradores necesitan ser producidos con recursos no renovables.

De forma creciente, los recursos fósiles deberán ser usados para la transición en lugar de seguir siendo la base. Cuesta trabajo aceptar que la economía global es un sistema físico regido por las leyes de la termodinámica antes que por las de la oferta y la demanda.

Ningún sistema físico puede crecer de manera infinita. Además, los sistemas físicos más exitosos a largo plazo son los que funcionan de forma sostenible con fuentes renovables.

Una economía, como un ecosistema, se alimenta de flujos de energía del entorno. Sin fuentes adicionales, deja de crecer pero puede sostenerse.

La dinámica de mercado, en presencia de suficiente liquidez, puede dirigir los recursos naturales hacia donde son aprovechados con mayor eficiencia.

Pero ello sólo enmascara el agotamiento de recursos, generando mayor polarización provocada por el incremento de la entropía. Emitir más dinero no permitirá comprar otro planeta.

No se trata de un argumento “ecologista” sino realista: la viabilidad de la civilización depende de una transición hacia un sistema energético sostenible.

 

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