Gabriela Warkentin

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Adultos incomodados

lunes, 16 de abril de 2012
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Un niño fuma, otro empuña el arma. Uno más es el policía corrupto, el diputado dormido, el maestro en manifestación. Están el delincuente, el funcionario abusivo, el empresario transa, la balacera rampante.

Y nadie grita ¡lotería! Se trata de la visión de un fragmento de la historia y desde un prisma ideológico. Se llama “Niños incómodos”: un video de poco más de cuatro minutos de duración, producido bajo la iniciativa Nuestro México del Futuro y con niños que representan lo que los adultos tememos.

Circuló primero por la web y ya lo han visto millones de personas. Por las reacciones, los aplausos y los azotes, fue el video incómodo en la cómoda contienda.

La irrupción de esta producción en el escenario electoral develó algo del México del 12 (y que arrastra los trapitos del 06 y del 00 y del…).

Ante un desolador panorama de comunicación electoral, los “niños incómodos” se presenta como una producción fresca y creativa (cosa que no encontramos en la mayoría de los spots de candidatos, partidos y autoridades).

Impecable manejo de cámaras, buenas actuaciones y la melcocha nostálgica de José José con eso de una mañana linda como una flor.

Seamos honestos: más que producto extraordinario, los “niños incómodos” evidencia la escasez creativa en el resto de los millones de productos electorales que nos caen a diestra y siniestra.

No es cosa menor: que los otros, los que compiten, se pongan las pilas. Algo de talacha, y en una de ésas logramos no morir de inanición creativa en este periodo de bombardeo espoteado.

El video en cuestión adolece, eso sí, de una simplificación narrativa: la complejidad reducida a buenos y malos, y encarnada en los nenes que son los más buenos de los buenos.

Toda proporción guardada, pero su efectividad es similar a la de otro video exitoso (mucho más exitoso): KONY2012, en que el conflicto en Uganda y sus nefastos líderes sanguinarios, se decafeína a una contraposición de bebé blanco que quiere ser amigo de bebé negro y no entiende por qué señor negro (malo) hace sufrir tanto a los otros bebés negros hasta que señor blanco y señor negro (bueno) lo explican y convocan y todos damos click a la iniciativa y sentimos que somos parte de algo más grande.

Narrar desde los estereotipos y el encadenamiento que marca la línea causal entre delincuentes- diputados- policías- maestros, deja fuera a otro actor, tanto o más culpable del estado de las cosas: el ciudadano, tú, yo, nosotros, o cómo sea lo queramos conjugar.

Vicios de las narrativas simplistas, pues. Vamos a las reacciones. Algunos diputados se encolerizan (¡es abuso infantil!, ¡es violación a la ley electoral!, ¡es una cochinada!, y así); conclusión: se sintieron balconeados.

Los candidatos a la Presidencia responden (¡lo tomaremos en cuenta!, ¡es un sentir generalizado!, ¡queremos dialogar con esos niños!, y así); conclusión: se les movió el ciudadano.

Algunos sospechosistas afilan la pluma (¿de dónde viene el dinero de la producción?, ¿qué intereses hay detrás?, ¿a quién beneficia?, ¿quién les dijo que representan a “los mexicanos”?, ¡seguro empodera al puntero!, y así); conclusión: les invadieron el discurso.

Más de un adulto se da golpe de pecho (¡pobres de nuestros hijos!, ¡ése es el México que les estamos heredando!, ¡eso es lo que sufrimos diario!, ¡abajo los malos mexicanos!, y así); conclusión: se les atizó la culpa.

A otros simplemente les gustó, y muchos más dijeron: me vale. Que para gustos, hay de todo. Valor tiene este video, sin duda, porque nos hizo verlo, hablar, dedicarle tiempo (y columnas).

Evidenció la posibilidad de canales alternos (cuando la ley electoral cierra la radio y la TV a los autorizados), conmovió la sinceridad, la culpa o la paranoia, según aplica.

Ojalá que tuviésemos cientos de productos más: que abran debate, exhiban, exijan, descoloquen. Cerrarnos a uno solo, a éste, simplifica también nuestra narrativa. Porque no puede ser que nuestra indignación (si existe) se reduzca a la i de adultos Incomodados.

 

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