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Geopolítica del espectro para el desarrollo

jueves, 17 de mayo de 2012
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La urgencia se entiende para un país como el nuestro. El insumo más importante para dar servicios de telefonía y de internet móvil es, a la vez, medio de masificación y complemento de una política regulatoria que intenta diversificar y construir mercados de telecomunicaciones y radiodifusión más sanos.

Aunque no con la misma velocidad, en México, como en el mundo, se ha transitado de un uso masivo de espectro para servicios de radiodifusión y comunicación satelital a uno en el que predominan los dispositivos móviles.

Este fenómeno demanda una profunda reconversión de las viejas formas de explotar el espectro, no sin generar importantes retos de planificación, grandes esfuerzos de limpieza espectral, licitaciones por incentivos, rescates e incluso conflictos entre miembros de la industria.

En los últimos cinco años los dispositivos de conectividad móvil empezaron a invadir los mercados. Las computadoras de bolsillo están reemplazando la conectividad fija por la móvil y se están convirtiendo en el medio preponderante de conectividad.

En las grandes ciudades de Estados Unidos 80% de sus habitantes se conectan a internet con su teléfono celular. Los “teléfonos inteligentes” transforman la manera de utilizar internet y de imaginar y diseñar redes capaces de soportar una población 100% conectada en todo lugar y momento.

Si el espectro es el insumo fundamental para la conectividad móvil, esto nos empuja a analizar la relación entre redes, smartphones y espectro para definir una estrategia que resista el paso del tiempo y la adopción oportuna y masiva de tecnología.

Nos encontramos en una situación que obliga a reflexionar sobre el uso futuro que daremos al espectro, los objetivos que debemos perseguir y los consensos necesarios para obtenerlos.

Hay razones suficientes para pensar que el paradigma de la venta de minutos de voz con respecto a la distancia entre interlocutores está a punto de evaporarse y dejará de ser la fuente principal de ingresos de los operadores.

La tendencia indica que en los próximos años el consumo de conectividad de internet crecerá a medida que las funcionalidades del equipo de cómputo mejoren, sus precios disminuyan y su uso se masifique.

Sabemos que el flujo total de datos alcanzable en una red depende de la cantidad de espectro. Esto hace que sea fundamental que las redes cuenten con porciones de espectro de un tamaño suficientemente grande: entre más grande sea la porción de espectro, entre más ancha la banda, más eficiente será la explotación de la red inalámbrica.

Pero el espectro no es uniforme ni su potencial simétrico. Cada banda tiene sus particularidades. Las bandas que se encuentran en la parte baja del espectro —debajo de los 1000 MHz— tienen la característica de llegar más lejos y de atravesar paredes con mayor facilidad.

El hecho de contar con bandas anchas, que además están en la parte baja del espectro, hace que la cobertura de los servicios y la velocidad de acceso se optimicen.

Es por ello que en el mundo existe consenso en torno a que la banda de 700 MHz maximiza ambas características —cobertura y capacidad— al menor costo para operadores y para la población.

Pero lo anterior sólo es factible mediante una segmentación adecuada. Al definir las bandas para internet móvil es importante buscar un equilibrio entre el número de segmentos en que se va a dividir y la eficiencia de los mismos.

Sólo así —y dependiendo de la estructura del mercado de cada país— puede lograrse, también, un equilibrio que fomente competencia y una mejor provisión de servicios.

Se podría pensar, erróneamente, que dividir una banda de espectro en pedazos muy pequeños, buscando el mayor número de operadores posible, estimula la competencia.

Sin embargo, ante la creciente demanda de conectividad móvil, una fragmentación excesiva del espectro podría producir un efecto contrario.

Nuestra investigación indica que el mínimo necesario en México para las necesidades de conectividad a mediano y largo plazo es de 2 por 15 MHz por operador.

Con esto en mente, la pregunta que surge es cómo fraccionar la banda de 700 MHz para fomentar conectividad de alta calidad y, al mismo tiempo, generar competencia.

Respecto de la banda de 700 MHz, existen dos paradigmas de segmentación ampliamente reconocidos: aquel utilizado en Estados Unidos y el definido por la Telecomunidad de Asia-Pacífico (APT, por sus siglas en inglés).

Siguiendo el modelo de EU, en las bandas 17 y 13 hay dispositivos para uso comercial y 2 por 17 MHz para seguridad pública. Fuera de las bandas 13 y 17 hay espectro disponible, pero debido a deficiencias de la segmentación persisten problemas de interferencia entre bloques y una limitación en la cantidad de equipo de red y terminales para dichos bloques.

Conforme a lo expresado en una consulta pública de la Federal Communications Commission (FCC) del 21 de marzo 2012, la banda de 700 MHz en el modelo estadounidense presenta problemas de interoperabilidad entre los diferentes bloques que la conforman.

Según los archivos de la FCC, operadores como Verizon Wireless y AT&T, y proveedores de tecnología como LG, Qualcomm y Motorola, han subrayado el gran reto que representa construir smartphones que funcionen adecuadamente en toda la banda de 700 MHz, imposibilitando no sólo la portabilidad de usuarios de una red a otra, sino incluso vulnerando las operaciones de seguridad pública.

Por otra parte, al haber sólo dos porciones para uso comercial (relativamente pequeñas y sin interoperabilidad entre ellas), en un proceso licitatorio el plan estadounidense podría generar en nuestro país un incremento en el precio del espectro y, con ello, altos precios de servicios finales y una elevada concentración.

Por su parte, el modelo APT segmenta la banda de 700 MHz en dos grandes porciones de 45 MHz con una guarda banda de 10 MHz entre la transmisión y recepción.

Este modelo, además, cuenta con una banda de guarda entre el espectro vecino, de la televisión y de internet móvil, con lo que se evitan problemas de interferencias.

Asimismo, en este plan no hay porciones de espectro mejores que otras. Al tener un bloque de 2 por 45 MHz se puede dividir la banda de distintas maneras y abrir la oportunidad para que los operadores agrupen su espectro para lograr grandes canalizaciones en un modelo de compartición de recursos espectrales y materiales, dado que tampoco se presentan problemas de interoperabilidad.

Entre las ventajas de este modelo también está la posibilidad de que las instituciones de seguridad pública cuenten con la capacidad necesaria en todo momento para operaciones cotidianas y de misión crítica por medio de acuerdos comerciales con los proveedores de servicio, pero sin la onerosa carga de desplegar redes propias.

Así, se puede destinar parte de la capacidad de las redes bajo la forma de redes privadas virtuales, asegurando que en caso de contingencia se le otorgue capacidad extra a las fuerzas policiales y de rescate más allá de lo que una simple atribución de 2 por 17 MHz pudiera lograr.

Como las situaciones de emergencia normalmente están limitadas a una zona geográfica, por medio de un modelo de asignación dinámica de capacidad se puede lograr un gran número de conexiones simultáneas de banda ancha para las fuerzas del orden, de auxilio y de inteligencia en los lugares afectados.

Esto sería imposible en un modelo simple de espectro dedicado. El estándar LTE, por ejemplo, cuenta con algoritmos de auto-organización de redes que permiten reparar fallas inesperadas (en inglés Self Organized Networks, SON).

En este esquema la falla de un punto de acceso se compensa usando puntos de acceso cercanos al punto de falla, esto se conoce como auto-reparación (self-healing).

Además, se puede definir en los títulos de concesión de 700 MHz que un porcentaje de radio bases cuenten con los mecanismos de redundancia y la robustez necesaria para resistir contingencias.

Las economías de escala también influyen en el proceso de selección para segmentar una banda. Distintos países de América Latina y Asia analizan ya la posibilidad de ratificar la segmentación APT, con posibles despliegues de infraestructura en Australia, Nueva Zelanda, India y Chile en 2013.

Aunado a lo anterior, en la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones de este año, los países de África y Medio Oriente expresaron su interés por este mismo plan o un subconjunto de éste, que sea compatible con el dividendo digital Europeo.

Derivado de lo anterior, podemos esperar que en el corto plazo se podrá conformar un “ecosistema” de por lo menos 3 mil millones de usuarios alrededor de la segmentación APT.

Las economías de escala aparejadas con esta masificación permiten imaginar la posibilidad de una reducción significativa en los precios de los dispositivos móviles inteligentes, con lo que se facilitaría el acceso a servicios de banda ancha a sectores tradicionalmente marginados de los mismos en países como el nuestro.

En nuestras manos está cambiar la calidad de vida de millones de mexicanos a través del acceso a programas de tele-salud, tele-educación y de desarrollo económico que pueden ser activados si logramos hacer llegar internet móvil al bolsillo de cada ciudadano.

La eficiencia en el uso de la banda de 700 MHz tendrá un papel fundamental en la transformación de nuestro país y, por ello, México debe tomar una resolución a la brevedad.

La decisión que tomemos implicará, en un sentido u otro, distintos preparativos. De inclinarnos por el Plan Asia Pacífico, será urgente trabajar con las autoridades estadounidenses en una serie de programas de coordinación, inhibición de interferencias y adecuaciones a dispositivos para permitir el tránsito fronterizo de los mismos.

Cofetel y la FCC trabajan ya en el análisis de distintos escenarios definidos en la reunión bilateral sostenida el pasado 7 y 8 de mayo. El debate internacional respecto de la banda de 700 MHz coincide con momentos clave de la política nacional.

Este tipo de temas deben incorporarse a la agenda nacional con la finalidad de generar consensos en torno al uso que debemos dar a los activos del Estado para fomentar la penetración de servicios y la competitividad de mercados.

Ante los obstáculos asociados a la regulación de mercados (principalmente vinculados con atribuciones acotadas de los órganos reguladores o interminables procesos judiciales que sólo lastiman al usuario), ante la realidad de un país con recursos económicos limitados que restringen la inversión pública, los activos del Estado (espectro, sitios públicos, derechos de vía, postes de alumbrado y ductos) pueden convertirse en el mecanismo mediante el cual construyamos un país más conectado y democrático.

Si a partir de este momento las telecomunicaciones se perciben como una política social en la que dichos activos son puestos a disposición del mercado con claras obligaciones de cobertura (no sólo guiándonos por la recaudación inmediata) estaremos en posibilidad de lograrlo. Para ello, la banda de 700 MHz es una de las primeras grandes pruebas que tenemos enfrente.

 

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Mony de Swaan Addati