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¿Qué pasó con las encuestas II?

miércoles, 18 de julio de 2012
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Identificar las fuentes de error en una encuesta requiere la evaluación, la confirmación o en su caso el rechazo, de diversas hipótesis.

Si la muestra fue correcta o si no hay evidencia de que los priístas se quedaron en casa, es menester evaluar otras posibles fuentes de error. Se ha discutido la posibilidad de "efectos de casa" en las encuestas.

Las distintas empresas encuestadoras utilizan diferentes equipos de campo, capturistas de información, analistas, muestristas e , inclusive, diferentes metodologías (lo cual no implica necesariamente que unas sean correctas y las otras no).

Aun así, varias casas encuestadoras sobreestimamos a Peña a pesar de hacer las cosas diferente en casi todas las etapas de investigación.

En el caso de México, un tema constante de análisis y debate es el uso de una boleta simulada (y urna simulada) para medir la preferencia electoral de manera confidencial.

¿Qué tanto afectó usar en las encuestas una boleta simulada, con los logos de todos los partidos, en lugar de preguntar simplemente la preferencia por alguno de los cuatro candidatos? Con el paso de los días contamos con más información sobre la jornada electoral y ya contamos con los resultados de los cómputos distritales.

Algo que pasó inadvertido en los medios fueron los complejos patrones de votación que se presentaron este 1 de julio. En especial, nos encontramos frente a un nuevo fenómeno: el voto partidista múltiple.

Casi 16% de los votantes sufragaron por dos o más partidos en la pasada elección presidencial. Los resultados finales de los comicios presidenciales, después de excluir los votos nulos, así como los no registrados (2.5%), fueron los siguientes: PAN, 26.1; PRI, 29.7; PRD, 19.9; PVEM, 2.0; PT, 2.5; MC, 2.1 y Panal, 2.3%.

El voto múltiple se distribuyó de la siguiente forma: PRI-PVEM, 7.5; PRD-PT-MC, 6.1; PRD-PT, 1.3; PRD-MC, 0.4 y PT-MC, 0.2%. Aproximadamente 7.6 millones de votos se repartieron entre dos o más opciones partidistas.

Me temo que no hay una sola encuesta en México que identificó ex ante e s to s complejos patrones de votación. Es difícil que, al responder una encuesta, la gente se tome la molestia de marcar más de un partido o de mencionar combinaciones de dos o más de ellos.

Más aún, es muy probable que quienes votaron por más de un partido lo hayan decidido el mismo día de la elección, al verse frente a una boleta con siete logos partidistas y cuatro candidatos.

La existencia del voto múltiple es, en esencia, un reconocimiento al atractivo de los candidatos, el elemento común entre diferentes opciones políticas.

Las elecciones presidenciales, por lo menos desde el triunfo de Fox, han sido básicamente elecciones de candidato y no de partido. Al igual que en los Estados Unidos, el uso masivo de la televisión en los procesos electorales le ha dado cada vez más prominencia al candidato y ha relegado al partido a un lugar secundario.

En el proceso que acaba de concluir, los partidos políticos concentraron toda su publicidad en la elección presidencial, relegando el ámbito legislativo.

Con las nuevas reglas en materia de radio y TV, esta tendencia se reforzó. ¿Cómo pudo afectar esto a las encuestas preelectorales? Ahondando en el tema de las metodologías de las distintas casa encuestadoras, la hipótesis es simple: ceteris paribus, las empresas que midieron la preferencia electoral usando una boleta simulada tuvieron un mayor error que las que preguntaron únicamente por cuál candidato votarían los encuestados (ya sea en forma verbal o con tarjeta).

La boleta simulada resulta más apropiada para comicios donde los candidatos son poco conocidos y, por lo tanto, se trata básicamente de elecciones de partido.

Sólo hay que ver una boleta, real o simulada, para advertir la prominencia del partido sobre el candidato: los logos son grandes y a color, mientras que los nombres aparecen en negro y destacan menos.

Las elecciones intermedias, y no las presidenciales, son probablemente el mejor entorno para usar una boleta simulada en las encuestas. En el pasado, la ley permitía que al ir dos o más partidos en coalición estos aparecieran como una sola opción, es decir, había tantas opciones como candidatos en la boleta.

Con la nueva ley electoral el panorama cambió y este año tuvimos siete opciones partidistas pero solo cuatro candidatos. La magnitud del voto múltiple fue inédita e imprevista.

En 2009 sólo 0.6% de los votos emitidos fueron para dos o más opciones. Esto se debió a que las coaliciones no fueron tan extendidas como en este año, pero también al hecho de que las elecciones intermedias son primordialmente elecciones de partido.

En 2012, en cambio, Peña Nieto pidió el voto para el PRI y el PVEM, mientras que AMLO hizo lo propio con el PRD, PT y MC. Se puede argumentar que, a final de cuentas, los ciudadanos votan usando una boleta y emiten su voto por un candidato escogiendo entre una o varias opciones partidistas que lo comparten.

Las encuestas de salida midieron con mucha precisión el voto por los diferentes aspirantes a la Presidencia de la República pero, por lo reportado por diversos encuestadores, no fueron tan exitosas para identificar el voto múltiple.

Las encuestas de salida midieron muy bien a los candidatos y, en menor grado, a los partidos. Por ejemplo, personas que votaron PRD-PT-MC reportaron sólo haber votado por el PRD.

Mientras se mida bien el voto por el candidato, es menor el problema de la imprecisión del voto por partido. Respecto a las encuestas prelectorales la situación es más problemática.

A diferencia de una encuesta de salida, donde el elector acaba de emitir su voto y tiene fresco el candidato que acaba de escoger, una o dos semanas antes de la elección hay cerca de 20% del electorado que tiene dudas sobre quién votar y otro porcentaje similar no sabe si votará.

Me parece que el uso de una boleta simulada puede inducir al votante a emitir una preferencia por partido más que por candidato, aumentando el error de medición.

El uso de la boleta simulada en las encuestas preelectorales pudo subestimar el voto por los partidos pequeños, lo que tendría el efecto de reducir la preferencia expresada por las izquierdas y, por lo tanto, por Andrés Manuel López Obrador.

En la encuesta que realizamos para EL UNIVERSAL, apegados a la ortodoxia, no sólo utilizamos una boleta simulada, casi idéntica a la oficial, sino que también fue impresa a color.

En las próximas semanas y meses realizaremos diferentes experimentos para evaluar los sesgos de diferentes formas de medir la preferencia electoral.

Creemos, sin embargo, que si la gente emite un voto por candidato hay que medir la preferencia por candidato. Debemos revisar la ortodoxia de replicar la boleta electoral.

Esta es una importante área de investigación para los estudios de opinión pública porque los mayores errores se dan en medición de preferencia para jefes del Poder Ejecutivo (presidente, gobernador, alcalde).

No creo que sea fortuito que en las elecciones de partido (como en 2003 o en 2009) los errores de medición sean pequeños. Ante los cambios en la legislación, en las formas de hacer campaña y en la manera como ven los votantes a la política, los encuestadores debemos encontrar nuevas formas de medición y análisis.

Ese es nuestro reto, pero también nuestra obligación. Postdata. Quienes deseen analizar la base de datos y la metodología de las encuestas que Buendía & Laredo realizó para EL UNIVERSAL las puede encontrar en la página web del IFE. La información fue entregada en tiempo y forma. Del mismo modo, las facturas por estas encuestas están a disposición de las autoridades que las soliciten.

 

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Opinion

Perfil del Autor

Jorge Buendía