Rosario Ibarra

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Aniversario de la barbarie

viernes, 31 de agosto de 2012
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El 30 de agosto de 1981 se instauró como fecha el Día Mundial del Detenido-desaparecido. Antier, en el atrio de la Catedral de México, estuvimos los familiares del Comité Pro-defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, Eureka! conmemorando los 34 años de la primera huelga de hambre que llevamos a cabo el 28 de agosto de 1978 para exigir al gobierno de López Portillo la promulgación de una ley de amnistía.

Hacía poco más de un año que había nacido en Monterrey el Comité y las cárceles estaban llenas de presos políticos, había 57 exiliados en Cuba, Italia, Suecia y Francia, y perseguidos en riesgo de perder la vida o ser desaparecidos por la furia de la Dirección Federal de Seguridad, la Brigada Blanca , la Policía Federal y estatal, la Marina y el Ejército.

De los desaparecidos, ni rastro… Aunque ciertas personas (algunos testigos de la detención) nos habían dicho que los buscáramos en el Campo Militar Número Uno; en la Base Naval de Icacos, en Acapulco; en la calle Circular de Morelia Núm.

8 en el DF, lugar clandestino de detención que utilizaba la Dirección Federal de Seguridad. Se logró la amnistía con la libertad de los presos, el regreso de los exiliados y el cese de las órdenes de aprehensión y de las cárceles clandestinas.

Salieron 148 desaparecidos que vieron con vida a muchos más. Ya han pasado muchos años desde que, por primera vez, se escuchó en este país hablar de los desaparecidos políticos, “¿son del 2 de octubre?”, nos preguntaban (aún hoy lo siguen haciendo), “¿aquí en México? No es posible”, decían otros.

La ignorancia y la confusión del tema sembrado por el mal gobierno de México hizo y continúa haciendo que la lucha de las familias de los desaparecidos políticos mexicanos, en la búsqueda de libertad y justicia para sus familiares víctimas del crimen de desaparición forzada, sea más difícil y dolorosa porque rompe en ocasiones con la solidaridad que debiera haber en el mismo pueblo (que también sufre hambre física y de justicia) hacia aquellos que cayeron en las cárceles clandestinas por defenderlo.

Pueblo que prefirió quedarse callado ante nuestro llamado a no permitir una desaparición más, a exigir justicia y castigo a los culpables; pueblo que no se indignó ante la tortura y la impunidad, que no le molestó que el Ejército, la policía y los paramilitares rompieran y rompan las leyes y que hoy contempla las consecuencias de su molicie y apatía y que voltea hacia uno y otro lado sin saber qué hacer ante esta barbarie.

El gobierno de México, responsable del terrible delito de desaparición forzada, ha querido borrar todo rastro de su actuar criminal y para esto y para preservarse en el poder y seguir con el hurto y el despilfarro de recursos, ha modificado las leyes, las ha hecho más severas, les ha quitado los recovecos e insuficiencias con el pretexto de salvaguardar la soberanía y acabar con la impunidad y ahora ya tiene mano libre, carta blanca para asesinar a gusto sin que lo moleste la improbable amenaza del castigo “conforme a derecho”, como si hubiera Estado de derecho y se respetara la ley.

La ley hecha a su antojo le da la impunidad. Ahora la acción de soldados y policías es en nombre de la ley y se actúa contra los “enemigos”, contra la “delincuencia” o contra los “traidores a la patria”, y es el gobierno quien se encarga de calificarlos y señalarlos, colgándoles a los defensores del pueblo el epíteto de terroristas, como hicieron con nuestros hijos y familiares, cuando en México el único terrorista que existe es el gobierno.

El mal gobierno puede gritar todo lo que quiera contra los asesinos impunes y la delincuencia, quién les va a creer si los primeros en delinquir y matar han sido ellos, ellos son los primeros torturadores y secuestradores, ellos han sido los formadores en esta escuela del crimen.

Pero sepan los del mal gobierno que está la memoria de las madres, padres, esposas, hermanas y hermanos, hijos, sobrinos, tíos y amigos para decirle al mundo entero que los desaparecidos no sólo son imágenes en papel o nombres en una lista, que esos nombres y fotografías son de personas que reían con sus compañeros de clase, que bromeaban con sus amigos, que ocupaban una silla, una cama y un lugar en la familia, que ayudaban a alguien y que peleaban contra la injusticia.

Y hoy 30 de agosto gritamos de nuevo: ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!

 

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