Rosario Green

0
Votos
Nota Aburrida
Nota Interesante
La política exterior que fue

sábado, 1 de diciembre de 2012
Comparte esto en Facebook
Comparte esto en Twitter
Comparte esto en Digg
Enlarge Font
Decrease Font

Hoy que concluye el sexenio calderonista se impone una reflexión sobre la que fue su política exterior. No voy a negarle algunos méritos, particularmente que después del desastre causado por Fox en América Latina, Calderón se tomó el tiempo y la energía para restaurar los lazos de amistad con nuestros hermanos, preparando incluso con Chile, Perú y Colombia una estrategia asiática: la incorporación de nuestros cuatro países al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP).

Cualquier otro acierto fue opacado por la estrecha interacción con Estados Unidos.

Desde el primer día de su mandato la obsesión de Calderón con la que él denominó “la guerra contra el narcotráfico”, lo llevó a un sometimiento extremo frente al vecino del norte.

Todo empezó con la denominada Iniciativa Mérida, que negociara con el entonces presidente Bush.

Aunque se habló de principios como respeto a la soberanía nacional, cooperación y corresponsabilidad, muchos temas quedaron irresueltos.

En primer lugar: la legalidad de este acuerdo, del cual el Senado de la República se enteró por los medios de comunicación. En segundo lugar: el monto de los recursos comprometidos por EU, que apenas alcanzó la cifra de mil 400 millones de dólares a ser desembolsados a lo largo de tres años en equipo, aeronaves y asistencia técnica.

En tercer lugar la vuelta a una especie de “certificación”, al hacer depender de un juicio del Departamento de Estado sobre los derechos humanos en México un porcentaje de la “asistencia” asignada.

El pasado mes de septiembre autoridades de ambos países reunidas en Washington, ante la proximidad del fin del sexenio calderonista, evaluaron los resultados de cinco años de la Iniciativa Mérida, los cuales fueron dados a conocer por las secretarias Clinton y Espinosa de manera sumamente vaga.

Para colmo, recientemente Calderón envió al Senado un documento en el que reporta la recepción de 76% de los recursos de la Iniciativa y señala haber firmado 22 pactos de seguridad con Estados Unidos, de los cuales me atrevo a asegurar que esa Cámara no tuvo conocimiento previo.

Soy una convencida de la cooperación internacional, pero ésta debe basarse en el reconocimiento de que al darse entre gobiernos, se da entre pares.

Y esto es lo que falló en la relación de Calderón con Estados Unidos. Quizá el ejemplo más doloroso de la forma en que los principios se violentaron fueron las operaciones encubiertas estadounidenses en territorio mexicano.

La denominada Operación Rápido y Furioso constituyó una de las principales afrentas, pues la propia Agencia Federal de Alcohol, Tabaco y Armas (ATF) organizó, desde Phoenix, el envío ilegal de armas a México para “verlas caminar” y llegar a los señores de la droga.

El resultado fue desastroso, las armas se perdieron en territorio mexicano, sólo algunas de ellas se recuperaron y se descubrió que el asesinato de un agente federal de Estados Unidos fue perpetrado con una de ellas.

De ese lamentable incidente, que violó nuestra soberanía, lo más doloroso fue la falta de una actitud enérgica por parte del gobierno mexicano.

El propio presidente Calderón, en una entrevista, señaló que al menos esas armas no provenían de los narcotraficantes. Con ello, la impresión de un mandatario subordinado al interés nacional estadounidense quedó claramente evidenciada.

Mañana se inaugura un nuevo gobierno, el de Enrique Peña Nieto, que ha manifestado que seguiría vigente la cooperación entre México y Estados Unidos en materia de lucha contra el crimen organizado, pero que exhibirá las modalidades que la nueva administración mexicana habrá de darle.

No me cabe la menor duda de que una de ellas será el irrestricto respeto a los principios de cooperación, corresponsabilidad y confianza mutua.

 

Opina sobre este artículo

Nombre   Email  
Título
Opinion

Columnas Anteriores

Otras Noticias