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Congruencia histórica del PAN

domingo, 9 de diciembre de 2012
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En la historia del Partido Acción Nacional alcanzar la plena democracia ha sido un sueño histórico que se veía lejano en los tiempos de su fundación y se fue alejando conforme se instauraba la dictadura de partido que se prolongó por casi 70 años.
El sueño panista acariciado desde 1939 de que México fuera un país democrático, donde se tuviera una institución que organizara las elecciones, sin la intervención del gobierno, que no fuera juez y parte, sino una entidad con autoridad moral para organizar, coordinar y calificar las elecciones; una institución que, de manera transparente, informara a los mexicanos quién gana y quién pierde; que resuelve los conflictos entre particulares y partidos políticos que se generen durante el proceso electoral.

La propuesta del PAN buscaba que la alternancia en México se diera sin sobresaltos, sin violencia, con toda normalidad para que los mexicanos fuéramos capaces de darnos los gobernantes producto de los resultados en las urnas.

Ese sueño llevó a los panistas 61 años de lucha para alcanzar el gobierno federal. Hoy podemos decir que tras 12 años de ejercer el Poder Ejecutivo federal ese sueño se cumplió el primero de diciembre.
Sí, ese sueño por el que ha luchado Acción Nacional se cumplió al entregar uno de sus miembros el poder a un partido de oposición que ganó las elecciones.
Porque no podemos perder de vista que en el juego democrático los contendientes tienen la responsabilidad de respetar el resultado que se registra en las urnas, aun cuando no les favorezca.

El 2 de julio pasado tuvimos en México un proceso electoral con alto nivel de participación, competido y vigilado por el Instituto Federal Electoral.
El reciente proceso electoral se dio en el marco jurídico establecido, con una ley electoral que con sus defectos y virtudes fue aceptada por todos los partidos.

Se establecieron reglas del juego claras y precisas para todos los contendientes, los partidos políticos postularon a sus candidatos de acuerdo con sus propios estatutos.

Los ciudadanos tuvimos la oportunidad de conocer y valorar las propuestas de cada uno. Al final con toda libertad se eligió.
El destino y la vocación así juegan.

El PAN trabajó e insistió tanto en reclamar que México fuera democrático, hasta que con elecciones inobjetables ganó la Presidencia de la República.

En el año 2000 la ciudadanía le dio la oportunidad y aun después insistió en la necesidad de la alternancia, para sacar adelante sus problemas y generar una nueva cultura democrática.

En esa tesitura, al PAN le toca ser congruente con sus planteamientos históricos.
El 1 de diciembre un panista de cepa, hijo de uno de los fundadores de Acción Nacional, ex líder nacional tuvo esta responsabilidad y después de haber hecho un excelente papel como Presidente de la República, deja de manifiesta la congruencia del PAN.
Felipe Calderón Hinojosa debe sentirse satisfecho de haber cumplido como panista su determinación de no inclinar la fuerza del Estado a favor de su candidata.

Eso ha quedado acreditado. Dejó clara la madurez democrática y la solidez institucional.
Como Presidente de México Felipe Calderón realizó un gran esfuerzo para dotar de un sistema universal de salud a todos los mexicanos, invirtió más en infraestructura para poner a nuestro país por la ruta del progreso, como nunca se impulsó la creación de universidades y el otorgamiento de becas para los estudiantes mexicanos, para tener más gente preparada de primerísimo nivel en los retos mundiales a los que ahora nos enfrentamos y no dudó un momento en arriesgar su capital político para cumplir con la principal responsabilidad del gobernante: dar seguridad a los ciudadanos.
Los mexicanos elegimos a Enrique Peña Nieto como Presidente de la República, así lo determinó el recuento de los votos emitidos, es la voluntad ciudadana, es la democracia.

La transición se da con el mayor respeto y con la responsabilidad de todos los participantes y gobernantes. Sin duda podemos decir: hoy, México es un país democrático.

 

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Opinion

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Francisco Ramírez Acuña

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