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El país ostenta finanzas públicas sanas, inflación controlada, un crecimiento que duplica el promedio de los países ricos, una banca bien capitalizada, acuerdos comerciales con 44 países, fuerte vinculación con las cadenas de valor globales y un mejorado ambiente de negocios.
Todo esto en un momento en el que las empresas transnacionales buscan mejores oportunidades de inversión ante la desaceleración en los países desarrollados y el aumento de los costos de producción en China y otros países emergentes.
México puede aprovechar esta combinación de fortalezas y circunstancias para robustecer su crecimiento y abatir la pobreza y la desigualdad.
Estos serán los temas fundamentales a debatirse en el “Foro México 2013: Políticas Públicas para un Desarrollo Incluyente” a celebrarse el 9 y 10 de enero en la Ciudad de México, con la participación de las máximas autoridades nacionales, incluyendo al presidente Enrique Peña Nieto y los representantes de la comunidad internacional.
Se trata de un diálogo entre el gobierno federal entrante y la sociedad mexicana con expertos nacionales e internacionales sobre políticas públicas para potenciar el desarrollo.
Para lograrlo, será crucial delinear un modelo de crecimiento basado en el aumento de la productividad, socialmente incluyente y ambientalmente responsable.
Esto resume tres de los cuatro principales desafíos a enfrentar en los próximos años.
Si bien, cada una de esas tareas dependerá del respaldo de diferentes sectores de la sociedad, sin marcados avances en el cuarto reto —un Estado más eficiente— será difícil dar el salto en los demás.
Sin la masa critica de apoyo a favor de una agenda integral de reformas que modernicen el Estado, mejoren la transparencia y la calidad del gasto público, se obstaculiza la recaudación fiscal necesaria para enfrentar los demás desafíos.
El reciente “Pacto por México”, suscrito por los dirigentes de las principales fuerzas políticas del país el primer día de la nueva administración es una positiva señal, que refleja una fuerte voluntad política de adoptar reformas de peso en el nuevo sexenio.
De la mano de la continuidad en la estabilidad macroeconómica y financiera, el crecimiento acelerado en México dependerá de una mayor productividad.
Llegar a ser un país desarrollado implica mantener y aumentar la competitividad, a través de la reducción de los costos de logística, la renovación de las infraestructuras y una mejor educación que genere las habilidades requeridas por el mercado global.
México hará bien también, como lo ha subrayado el nuevo gobierno en hacer prioritaria la inclusión social. A pesar de una década de avances en reducción de la pobreza, gracias a programas como Oportunidades y la generación de trabajos de mayor calidad, en 2010, aun más de 40 millones de mexicanos vivían en pobreza moderada y cerca de 12 millones en pobreza extrema.
Un desafío igualmente importante será lograr crecimiento sin comprometer las posibilidades de las próximas generaciones. México deberá seguir a la vanguardia en los esfuerzos de reducción de emisiones de dióxido de carbono, que causan el cambio climático.
A pesar de ubicarse en el 12avo lugar en emisiones a nivel global, recientemente el Congreso aprobó una ley para reducirlas a la mitad en 2050, con respecto a niveles de 2000, lo que constituye un ejemplo a nivel internacional.
Todo lo anterior requerirá un gobierno eficiente y con recursos suficientes. Sin embargo, segund datos de la OCDE, para 2010 la recaudación de impuestos federales en México fue de 15.3% del PIB, bien por debajo del promedio de los países de la OCDE (20.2%).
Este nivel de ingresos resulta claramente insufciente y podría comprometer la estabilidad de las finanzas públicas en el mediano plazo, en caso de un declive en los ingresos petroleros y como consecuencia del incremento de los gastos del sistema de salud y pensiones.
Alcanzar entonces, un Estado que proporcione servicios de alta calidad en áreas claves desde educación a seguridad ciudadana, pasando por modernización de la infraestructura, será clave a la hora de generar las condiciones que hagan de México el nuevo motor regional de crecimiento.
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