Wilson Center Mexico Institute
Hemos visto una consolidación de la industria global de petróleo, con las grandes compañías petroleras privadas fusionándose.
Las petroleras nacionales, como Saudi Aramco, Petrobras y Statoil, se han hecho fortalecido pues usan mecanismos mixtos que les permite acceder a tecnología a cambio de compartir la operación con firmas privadas.
Otro cambio es el poder acceder a grandes reservas de gas y aceite de lutita (shale) y otros hidrocarburos no convencionales.
Estas reservas revolucionan la industria a través de su oferta masiva, pero requieren la aplicación de tecnología y modelos de negocios específicos para facilitar su extracción, lo que ha llevado a importantes desarrollos regulatorios.
Estados Unidos aumentó su producción de hidrocarburos, empatando incluso con Arabia Saudita en el primer lugar de producción mundial, mientras que sus reservas crecen sin parar ante los nuevos descubrimientos de hidrocarburos no convencionales.
Esto inició con empresas pequeñas, pero fue tal su éxito que desfondaron el precio, con lo que ha llegado una ola de fusiones y con la entrada de jugadores más grandes, una rápida aceleración de la curva tecnológica.
Como es bien sabido, México tiene el cuarto lugar mundial en reservas de gas de lutitas, reservas gigantescas en Chicontepec, y cuenta con reservas no convencionales, y con potencial de petróleo de lutitas.
México podría beneficiarse de su explotación.
Pero requiere de una regulación apropiada para no convencionales. Es por eso que, a pesar de la gran oportunidad y, en el caso de Chicontepec, a los grandes presupuestos invertidos, Pemex es incapaz de explotar los recursos no convencionales de forma eficiente.
En este contexto, no sorprende que mientras que en México los pozos de lutitas no pasan de 10, en el resto de Norte América, con geología similar, son decenas de miles, o que mientras nuestra producción y reservas caen, Estados Unidos y Canadá disputan a Arabia Saudita la producción y reservas.