Rosario Green

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En el umbral

sábado, 20 de abril de 2013
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México se encuentra en el umbral de la consolidación de tres importantes acontecimientos, todos ellos generados en Estados Unidos pero con un impacto muy importante sobre nuestro país.

Se aproxima el 2 de mayo y con él la visita del presidente Obama a México.

Sin duda los preparativos para tan importante evento están en marcha. Las agendas parecen claras. La visita, de trabajo, debe permitir dejar de lado el protocolo para entrar en los temas de fondo.

Es necesario que, pese a lo apretado del tiempo, el encuentro permita relanzar la relación bilateral apoyada en la cooperación y el respeto y provecho mutuos.

Esta semana el denominado Grupo de los Ocho (cuatro senadores demócratas y cuatro republicanos), después de meses de arduas negociaciones a puerta cerrada, presentó su proyecto de reforma migratoria.

Se busca reestructurar los programas que regulan la inmigración ilegal y penalizar a los empleadores que contraten a personas sin papeles. Se insiste en impulsar la seguridad fronteriza, con más agentes y más cámaras, además de vuelos no tripulados (drones), concediendo un trato diferente y preferencial a los denominados dreamers (estudiantes) y a los tan necesarios trabajadores agrícolas.

Y pone a los poco más de 11 millones de indocumentados en Estados Unidos (más de la mitad de los cuales son mexicanos) en una larga ruta hacia la naturalización (10 años).

Se trata de una propuesta que si bien debe ser discutida y negociada con otros legisladores y, de manera muy importante, con los electores, mantiene en mucho el tono inicial de la que presentara Obama.

Habrá que esperar a ver cómo se desarrolla el proceso legislativo a partir de la semana del 6 de mayo. Queda pendiente resolver el tema de aquellos indocumentados que llegaron a EU a partir del 1 de enero de 2012, pues la iniciativa exige haberlo hecho antes del 31 de diciembre de 2011 para calificar.

Parece necesario aguantar las ganas de echar las campanas al vuelo.

El tercer acontecimiento es el acuerdo bipartidista para el control de armas, cuya iniciativa empezó a votarse en el Senado estadounidense el pasado 11 de abril.

Para México es de suma importancia este acuerdo, sometidos como estamos a un tráfico ilegal de armamento de grueso calibre que acaba en manos del crimen organizado y siembra violencia en nuestro país.

Generan expectativas positivas temas como la necesaria verificación de antecedentes, comprobación que toca hacer a los comerciantes con licencia federal para vender armas; la obligación de éstos de llevar un registro transparente y que se registren igualmente las compras de armas realizadas en las numerosas ferias que, para exhibir y vender lo más sofisticado en materia de armamento, se organizan con frecuencia a lo largo y ancho de Estados Unidos.

El significado de ambas reformas para México es importante, ya se señaló.

Sin embargo, para Estados Unidos es un tema de gran relevancia, no sólo por el compromiso personal de su mandatario, sino porque es un hecho que la mano de obra extranjera, particularmente la mexicana, ha resuelto tradicionalmente importantes cuellos de botella laboral en ese país.

Y, por lo que toca al tema de las armas, la violencia que hemos presenciado en los últimos tiempos de fanáticos o desequilibrados mentales que, en ese país, se lanzan en jornadas asesinas a aniquilar incluso a pequeños niños, repugna a los propios estadounidenses y presiona por espacios más seguros para sus hijos.

No en balde Estados Unidos fue uno de los 154 países que a principios de este mes votara en la ONU a favor del Tratado sobre Comercio de Armas (TCA).

Ojalá que estos tres umbrales a los que me he referido se conviertan en acontecimientos que estrechen los importantes vínculos de todo tipo entre nuestros dos países.

 

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