Miguel Alemán V.

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Motivos para ser joven

jueves, 2 de mayo de 2013
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La estructura demográfica de México indica que somos un país de jóvenes. De ahí la importancia de analizar la forma de cómo se está educando a la niñez y a la juventud de nuestro país.


El día de ayer se conmemoró el Día del Niño, fecha en que las organizaciones políticas y sociales reconocen logros y problemáticas que afectan a la niñez mexicana.


Se realizaron festivales y al mismo tiempo se publican dolorosas cifras de maltrato infantil, abuso y privación de sus derechos, actos que le restan a la niñez, de manera permanente, la inocencia y el disfrute.

Son hechos que prevalecerán en su conciencia por el resto de su vida y que, lamentablemente, serán un referente, más no una justificación, de algún comportamiento posterior que los enfrente a la ley, a las instituciones y a los sistemas de autoridad en su entorno educativo, familiar o laboral.


De ahí que cabe la pregunta: ¿qué tipo de niños y jóvenes estamos formando en nuestro país? Y utilizo de manera deliberada formación humana como un concepto de mayor nivel que el simple hecho de educar para transmitir conocimientos.

Al respecto comparto con mis amigos lectores la visita en nuestro país, en días pasados, de su majestad Carlos XVI Gustav, rey de Suecia, quien, en una solemne pero sencilla ceremonia, presidió la entrega de reconocimientos a quienes a lo largo de su vida han participado y apoyado el Movimiento Scout en todo el mundo.


Este acto tuvo como escenario el extraordinario Patio Central del Museo Nacional de San Carlos, lugar al que acudieron líderes y promotores del movimiento Scout provenientes de más de 20 países.


En ese evento nos dieron a conocer que tan sólo en los últimos meses el Movimiento Scout ha ofrecido más de 11 millones de horas de servicio a la sociedad en más de 130 países.

La buena obra diaria se transforma en beneficios a comunidades, a la participación constructiva en la formación de nuevas generaciones dispuestas a superarse dando lo mejor de sí a sus semejantes, con valores tan importantes como el respeto a la vida, a las instituciones y a la misión de su organización.


Una misión que está orientada a desarrollar los talentos y habilidades de los jóvenes para poder alcanzar posiciones de liderazgo en su vida adulta.

En México tenemos la gran responsabilidad de recuperar el entusiasmo de la juventud para que sustituya los ejemplos lamentables de vandalismo que han afectado a los estudiantes del CCH, a la rectoría de Ciudad Universitaria o a quienes, sin deberla ni temerla, sufren bloqueos de carreteras que dañan profundamente la vida, la economía, el comercio y el turismo en varias regiones del país.


Además de la tolerancia y el diálogo, es necesario tener los programas, las actividades y los incentivos para que los jóvenes que hoy están inconformes encuentren el camino para la superación y el desarrollo.

Necesitamos una juventud segura de darle la cara al futuro y que no oculte el rostro para satisfacer rencores ajenos, motivados por intereses ocultos y dispuestos a todo con tal de orillar a las autoridades a la represión y a la violencia.


La sociedad y el gobierno tenemos que encontrar las vías para que esa juventud que ha sido encaminada a la cultura del rencor y de la violencia pueda ser nuevamente motivo de orgullo para que en lugar de que perdamos en México millones de horas hombre ante bloqueos de vías públicas o instituciones educativas, podamos contar con una juventud que está dispuesta a dar lo mejor de sí misma a su país.


Rúbrica. Aniversario glorioso. El día de ayer, 30 de abril, conmemoramos el 150 aniversario de la victoria de las fuerzas armadas mexicanas contra los invasores franceses en la Batalla de Camarón.

Ese hecho histórico señala el origen de la Legión Extranjera de la República Francesa. A pesar de haber sido una derrota para ese país la conmemora con honores, pues “hay derrotas que son tan honrosas como la victoria”.

 

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