Manuel J. Clouthier Carrillo

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#LadyProfeco y los “juniors”

sábado, 11 de mayo de 2013
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Muchas personas creen que un junior es un joven hijo de un poderoso. Normalmente a los juniors se les asocia con la prepotencia de que hacen alarde y que abusan del poder.

Pero a mí me gusta una definición más amplia, junior es aquella persona que cree que puede hacer lo que se le da la gana sin pagar las consecuencias.

Esta definición no circunscribe a los juniors a una élite poderosa o adinerada, aunque sabemos que es más fácil que se actué como junior si se pertenece a cierto estatus social.

Pero con esta definición pretendo hacer una reflexión para ver si los padres estamos formando a nuestros hijos en potenciales juniors y hacer hincapié en dos aspectos: primero, no debes hacer lo que se te da la gana, y segundo, si lo haces pagas consecuencias.

En el primer aspecto nos debe quedar claro a nosotros los padres, y por tanto inculcarlo a nuestros hijos, que la vida social establece límites al comportamiento.

El respeto a la legalidad, los derechos de los demás, los reglamentos de las instituciones nos establecen límites a nuestro actuar y debemos apegarnos a estos lineamientos para poder vivir con orden y paz en nuestra sociedad.

La segunda connotación de esta definición de junior es la de pagar consecuencias.

Nosotros los padres de familia, los mexicanos y por supuesto nuestros hijos debemos tener claro que si violamos la ley, incluso las leyes de la naturaleza, pisoteamos los derechos de los demás o rompemos las reglas de convivencia de nuestras instituciones pagaremos las consecuencias correspondientes; al menos así debería de ser si queremos educar al nuevo mexicano que construirá el nuevo México.

Así pues, cuando vemos comportamientos de juniors, casi siempre habrá detrás unos padres que le permiten a su hijo hacer lo que se le da la gana y que dejan manifiesto que no pagará las consecuencias.

En la tónica sexenal, un padre de un junior le dirá permanentemente a su hijo: “No te preocupes, Rosario”.

Lo hijos, como seres humanos, tendrán virtudes y defectos, actuarán con aciertos y errores, en el ejercicio de su libertad construirán su camino personal, pero en la vida irán pagando las consecuencias de sus actos como elemento esencial de su responsabilidad.

Por eso se dice que libertad y responsabilidad son términos correlativos; no se puede tener uno prescindiendo del otro.

El junior cree que puede tener libertad sin responsabilidad y en la élite del poder en México los juniors son educados bajo esta tesis pero con dos agravantes producto de la cultura del “priísta que todos llevamos dentro”: el uso patrimonial del poder, es decir, creen que el poder público es un patrimonio personal y familiar, y además está el abuso del poder.

Por lo que no sólo lo usan en beneficio personal, sino de manera discrecional contra todo aquel que consideren “enemigo”, ya sea porque “no satisfizo mi capricho, me criticó, disiente conmigo, no me dio los beneficios que yo esperaba, se negó a pagar la mordida que se le exigió, o aquel que tuvo la osadía de verme de frente y exigir sus derechos”.

Esos osados deberán saber con quién se meten y sentir todo el rigor del poder; esto último se manifiesta con la típica frase del junior: ¿Qué no sabes quién soy yo?

En el caso concreto de #LadyProfeco debemos preguntarnos, ¿cómo es posible que la hija del actual titular de la Procuraduría Federal del Consumidor, Humberto Benítez Treviño, hubiera ordenado la clausura de un restaurant? ¿En calidad de qué, si ella no es funcionaria de la Profeco? ¿Es la Profeco patrimonio familiar o es una institución pública al servicio de los consumidores mexicanos? ¿Intervino don Humberto en la orden de clausura para satisfacer el capricho de su hija? Éstas son preguntas que debe contestar la investigación ordenada por el presidente de la república y sancionar el abuso del poder.

Los hijos de los poderosos tienen derechos como cualquier otro ciudadano, ni más, ni menos.

Y en consecuencia también tienen derecho a exigir sus derechos y en esta tarea de defender sus derechos pueden hacerlo con vehemencia. Lo que no deben hacer es abusar del poder… peor aún, si no es de ellos, porque la peor corrupción del poder es el abuso del mismo.

 

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