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Cordero: el que a dedo mata…

miércoles, 22 de mayo de 2013
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A pocos debe haber sorprendido la decisión del presidente del PAN Gustavo Madero de remover de la coordinación panista en el Senado a Ernesto Cordero.

Las razones obvias tiene que ver con un desencuentro abierto entre ambos en torno a las posiciones críticas al Pacto por México sostenidas por el ahora ex líder de los senadores panistas.


La relación de un partido de oposición con el partido en el poder no es un tema menor y una actitud esquizofrénica en este punto va en detrimento de sus intereses.

Y por ello es que es atribución del presidente del PAN remover a los coordinadores legislativos. De hecho, lo fue en 2008 cuando Germán Martínez, presidente del PAN entonces, removió a Santiago Creel de la misma posición en el Senado.

Sin embargo, es probable que en la remoción de Cordero, como con Creel, las razones tengan que ver no sólo con la línea política del líder del Senado sino con el equilibrio dentro del PAN.

Tanto Cordero como Creel habían llegado por influencia del anterior Presidente: Fox en el caso de Creel, Calderón en el caso de Cordero. Ambos habían sido los favoritos del Presidente para ser sus sucesores y ambos perdieron en la contienda interna panista: Creel frente a Calderón y Cordero frente a Josefina.

Ambos son panistas de nuevo cuño, con poco arraigo entre los grupos de poder dentro del PAN y entre las bases, como quedó claro en los dos procesos internos.

La fuerza de ambos provenía de la protección del Presidente de la República. Una vez que éste dejó Los Pinos, los dos quedaron vulnerables y los grupos panistas no favorecidos por el presidente anterior decidieron cobrarse los agravios del pasado.

Y qué mejor forma de hacerlo que pasar la cuenta al delfín del gobierno anterior. El caso de Cordero tiene además el agravante de que una vez que éste perdió la candidatura de la Presidencia, tanto él como los calderonistas no hicieron mucho para que ganara Josefina e incluso, en la percepción de muchos panistas, hicieron todo para que no ganara.

El propio Calderón sustentó esta hipótesis cuando criticó al PAN por presentar candidatos “pigmeos”. Más claro ni el agua: el gallo de Calderón era Cordero —una vez que Mouriño falleció en aquel accidente de 2008— y no Josefina.


No obstante, si bien la remoción de Cordero debilita al calderonismo, no borra su influencia. El ex presidente Calderón dejó clavados varios alfiles en ambas cámaras, como revela la carta de apoyo de buena parte de los senadores panistas a Cordero ante su remoción.

Ello hace suponer que el conflicto entre Madero y sus bancadas no va a desaparecer fácilmente. Además, el hecho de que el actual Presidente de la República no sea panista, hace que los contrapesos al calderonismo dentro del PAN no sean muy fuertes.

Todo esto refleja la división dentro de ese partido y la ausencia de un liderazgo. Y dado que no habrá renovación de la Presidencia blanquiazul hasta noviembre, es muy probable que la crisis se prolongue hasta entonces.

La gran pregunta es si el próximo presidente o presidenta panista podrá recomponer a su partido y arbitrar entre sus corrientes. En este proceso un factor fundamental van a ser las acciones del gobierno de Peña contra las figuras calderonistas sobre las que pesa la sombra de la corrupción.

Si las acciones legales contra César Nava y otros funcionarios del gobierno anterior prosperan, ello debilitaría al calderonismo y permitiría la consolidación de un nuevo liderazgo en el PAN el cual en principio debería continuar con la línea de apoyo al Pacto por México, por lo menos hasta que se logren las reformas fiscal y energética.


El ex presidente Calderón dijo que en el PAN los asuntos internos se ventilan internamente. Pero eso no ha sido totalmente cierto en el pasado.

Cuando Calderón era presidente debió luchar contra los liderazgos heredados por Fox y esta lucha no siempre fue discreta. Ahora le ha tocado al calderonismo sufrir los efectos de la pérdida del poder.

Y ello no debería sorprender a nadie. Son las leyes de la política. Tampoco Cordero debería estar sorprendido. Finalmente, el que a dedo mata, a dedo muere…

 

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Jorge Chabat

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