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El negocio de la tecnología en los colegios

sábado, 25 de mayo de 2013
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La forma, el uso y una larga lista de actividades productivas asociadas al libro se han modificado de manera radical a lo largo de su historia.

La lectura ha pasado por una larga sucesión de alteraciones, desde la época cuando el lector se convertía en la voz del autor únicamente para dejarlo ser escuchado por los oyentes, hasta la radicalmente diferente “obra abierta”, donde se elimina la “dictadura del autor” y se reconoce la multiplicidad de referentes y significaciones posibles en la interpretación personal de un mismo texto.

Hoy día asistimos a una etapa llena de cambios.

Los usos de la lectura han evolucionado, la forma misma del libro se ha modificado. Todos intuimos, basados en la experiencia propia, que se modifica la relación de los individuos con eso que antes era obligadamente un objeto.

Y experimentamos, además de las obvias mejoras en los problemas de distribución y almacenaje, con las posibilidades que nos dan los recursos digitales para inundar los sentidos de los lectores ganando su interés y atención.

En los contextos educativos la tecnología ayuda, sin duda, y es importante reconocer a quienes apuestan por innovar en la búsqueda de mejorar la enseñanza y el aprendizaje, pero es mezquino e inútil adecuar desde las carencias docentes el discurso de venta de un producto o servicio tecnológico para presionar a las instituciones educativas a “subirse al carro”.

Por ejemplo, en este contexto, he escuchado reiteradamente en los últimos meses hablar con desprecio de la educación “tradicional”, siempre en contraposición al uso de las nuevas tecnologías, olvidando el sentido original del término inspirado por la educación “progresista”.

No dudo que los maestros tengan la capacidad crítica y el conocimiento técnico para “decantar” la parte del discurso que es funcional y la que es simplemente retórica comercial que retoma de manera superficial las dificultades reconocidas históricamente en nuestros profesores; sin embargo, estas propuestas, como las plataformas de aprendizaje en línea, deben elaborarse como un genuino esfuerzo por mejorar el aprovechamiento de los estudiantes y después, con la experiencia de uso, hay que comprobarlo, debe demostrarse la eficacia de este tipo de herramientas.

A todos nos traerá beneficios la mejora educativa, por lo que sincerar nuestras propuestas y transparentar nuestras posibilidades reales será de mucha ayuda para el sistema educativo en general y también, seguramente, ayudará a que estos elementos novedosos traigan relaciones de negocio más duraderas.

 

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Perfil del Autor

Rodrigo Bengochea