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¿Una catástrofe en el horizonte?

sábado, 25 de mayo de 2013
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José Agustín Ortiz Pinchetti publicó en La Jornada un artículo alarmante. Lo tituló, con la seguridad del que anuncia un huracán: “Una catástrofe en el horizonte” (http://bit.ly/10jQ2du).

El autor es abogado, político y periodista, pero también estuvo en el “gobierno legítimo” y es fundador e ideólogo de Morena.

Esto último debe haber influido en el tono del artículo.

Ortiz Pinchetti se queja de una supuesta “campaña de calumnias y desinformación contra Morena”, y luego denuncia el “salvaje secuestro y tortura” que sufrieron en Puebla este 5 de mayo unos jóvenes que jamás identificó.

Fueron acusados de pretender sabotear la conmemoración del 5 de mayo.

Después de leer el artículo me enteré por internet que uno de los jóvenes involucrados fue identificado como activista de Morena, y que en Facebook se había creado la página “Revolución 2013 Puebla” (la cual visité), donde se convocaba a los jóvenes a un ataque durante el desfile del 5 de mayo.

La segunda imagen de la página muestra una leyenda reveladora: “Peña no es mi presidente”. Se habló de una supuesta “organización política” que preparaba “una revolución” para el 5 de mayo.

Nada de eso aparece, por supuesto, en el artículo de Ortiz Pinchetti.

Con esa información el artículo catastrofista comenzó a hacer sentido.

El “salvaje secuestro y tortura” se vuelve motivo para lanzar un mensaje. Ya no me sorprendió que el autor cambiara de tono, alegando que “sólo a un estúpido se le puede ocurrir que AMLO y/o Morena son un peligro para México”.

Piensa que Morena “estabiliza la política… porque después de 13 años de lucha no ha roto un vidrio ni herido a nadie”.

Recordé que en diciembre pasado publique un artículo donde mencioné que Ortiz Pinchetti define a Morena como un movimiento “que pretende modificar de raíz la cultura política de las mayorías” (http://bit.ly/UiWx95).

¿Es eso lo que pretendían los jóvenes de Puebla?

Porque si Morena “no ha roto un vidrio ni herido a nadie”, y si los jóvenes revolucionarios son inocentes, Ortiz Pinchetti nos pone en un predicamento: ¿a quién atribuirle los maestros que destruyeron Chilpancingo? ¿Y a quién hacer responsable de los vándalos exonerados por la ley a la medida de la ALDF?

Resulta claro que los vándalos no han actuado al azar: son guiados y protegidos por una mano que se mueve entretelones: surgieron el 1 de diciembre pasado para reventar la toma de posesión de Enrique Peña Nieto; fueron exonerados por una ley a la medida en el DF; tomaron y saquearon Rectoría con motivo de la reforma educativa, y junto con los maestros participaron en los desórdenes del 1 de mayo.

Se han pretendido burlar del rector de la UNAM, ¿y ahora preparan una revolución?

Según Ortiz Pinchetti “algunos catastrofistas” piensan que entre la mitad y el final del sexenio pudiera darse “una explosión o una implosión”.

Con la explosión “el país estallaría en crisis y se interrumpiría la vida institucional”. La implosión sería igualmente catastrófica: presume un deplorable estado de la economía con un millón de jóvenes al año sin trabajo.

Ambos escenarios presuponen una crisis de credibilidad en todos los órdenes. Menos mal que el autor nos deja una salida…

Pero en la parte medular Ortiz Pinchetti pronostica una creciente inconformidad, que se asociaría con la delincuencia organizada, para obtener información, armamento moderno y ayuda de “los grupos guerrilleros latentes”.

La conclusión de Ortiz Pinchetti es aún más deprimente: tras sus escenas dantescas anuncia que el escenario negativo más viable sería la prolongación de la decadencia, donde “la corrupción, el cinismo y la impunidad… se mantendrían…víctimas de una enfermedad colectiva, incurable, irreversible y fatal”.

Con estas predicciones, a sólo cinco meses del nuevo gobierno, el ideólogo de Morena convierte su análisis en una prematura pieza de propaganda electoral.

 

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Opinion

Perfil del Autor

Jorge Camil

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