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Inflación, desocupación e incertidumbre

lunes, 27 de mayo de 2013
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El desempeño del mercado laboral no augura que el segundo trimestre del año tendrá resultados diferentes al contabilizado durante los primeros tres meses del 2013 cuando el crecimiento económico fue de 0.8%.


De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la tasa de desocupación del mes de abril se incrementó, tanto si se le compara con el mes inmediato anterior como si la referencia es respecto al mismo mes del año previo.


Evidentemente que esto refleja que la desaceleración ya ha tocado al empleo.
Las condiciones laborales se han comenzado a deteriorar, y ello se refleja no únicamente en una mayor desocupación, también se observa en un aumento en la subocupación.

Los mexicanos han comenzado a buscar nuevas y mayores fuentes de ingresos económicos, y en donde tener dos o más empleos es una manera de alcanzar esa meta.


Lo anterior tiene un reflejo en el mercado interno, la incapacidad de mantener un trabajo de manera estable implica en una menor certidumbre sobre el futuro y con ello en el gasto que se puede realizar.


En el mes de marzo las compras al por menor, es decir, las que realizan las familias sufrieron un marcado retroceso. En principio se puede argumentar que es por el efecto de la semana santa, sin embargo las tendencias negativas en varios de los componentes de las compras marcan que ya se presenta un futuro menor prometedor del que inicialmente se había prospectado para el mercado interno.


El aumento en prácticamente todas las tasas de desocupación complementarias implica un avance en la precarización e informalidad del mercado laboral.

Bajo dicho contexto, difícilmente se puede esperar que exista una recuperación de la economía para el segundo trimestre del año 2013, las cartas están marcadas por el signo de la desaceleración.


La contracción de las manufacturas a nivel internacional tampoco permite especular en una posible recuperación vía el mercado externo, el menor ritmo de la producción en China y Estados Unidos ya condiciona a una evolución poco favorable.


Un problema adicional se tiene en el sector financiero, particularmente en la parte bursátil. La semana pasada fue tormentosa para la bolsa mexicana, lo cual fue afectada tanto por los malos resultados económicos del exterior como por los desequilibrios económicos que algunos sectores exhiben en el interior, y en donde el mejor ejemplo lo constituye el de la construcción de vivienda.


La salida de capitales provocó una depreciación del tipo de cambio que revirtió la apreciación especulativa que se había registrado en los meses previos.

Un problema que ello representa es un posible efecto inflacionario, lo cual caería mal en un momento en donde los precios domésticos se han salido del objetivo planteado por Banxico.


La evolución de la inflación en alimentos es particularmente delicada, principalmente porque ha rebasado al aumento general y afectó el poder adquisitivo de las familias más pobres.

La importación de alimentos es una salida de corto plazo porque no elimina la tendencia al alza de los precios y no resuelve el problema de insuficiencia productiva del sector agrícola.


El entorno económico que se está configurando no favorece el desarrollo social y económico de México, por lo que es momento de que se elabore un plan contingente para impulsar la capacidad productiva del país.

Las autoridades deberán ejercer el gasto de gobierno programado, particularmente en los sectores en donde hay subejercicio y en aquellos vinculados con la inversión productiva.

De otra manera la desaceleración podría transformarse en una contracción económica.

 

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Opinion

Perfil del Autor

José Luis de la Cruz Gallegos