Ezra Shabot

0
Votos
Nota Aburrida
Nota Interesante
Sin brújula

martes, 28 de mayo de 2013
Comparte esto en Facebook
Comparte esto en Twitter
Comparte esto en Digg
Enlarge Font
Decrease Font


Las derrotas electorales sirven fundamentalmente para dos cosas al interior de los partidos. Primero para ajustar cuentas con los causantes de la pérdida, y segundo para reorganizar liderazgos de manera tal que exista la posibilidad de triunfar en los comicios siguientes.

La democracia mexicana ha vivido en ese sentido experiencias dolorosas, que han tardado tiempo en poder superarlas. El PRI en el 2000, sufrió el trauma de la alternancia en la presidencia de la república, y con ello la pérdida de su liderazgo sexenal encarnado en el presidente de la república en turno.

Culpando a Zedillo y al propio Labastida de la derrota, el relevo en la dirigencia partidaria se dio en la figura de Roberto Madrazo, agravando las diferencias internas.

Y es que la fórmula Madrazo–Elba Esther Gordillo terminó por convertirse en una verdadera tragedia griega, al grado de producirse una ruptura total entre ambos, quedándose Madrazo al frente del partido, pero sin el apoyo de los nuevos virreyes del país: los gobernadores.

La candidatura a la presidencia de la república, autoimpuesta por el tabasqueño, terminó por generar la debacle partidista en la elección del 2006.

No fue sino hasta el 2009, cuando los liderazgos del partido comenzaron a girar en torno a la figura de un posible candidato ganador como lo fue el entonces gobernador Enrique Peña Nieto, y que el incentivo de un factible retorno al poder le diera vida al partido y disciplina ante los máximos jerarcas del mismo.

La experiencia panista gira en la misma dirección.

Un partido acostumbrado a ser oposición, llega a la presidencia en el 2000, y se convierte en un instrumento dócil al servicio de su nuevo líder Vicente Fox, pero rechaza su propuesta de sucesión en la figura de Santiago Creel, encumbrando a Felipe Calderón como candidato y consiguiendo así la continuidad panista en Los Pinos.

Con Calderón, mejor conocedor del partido que Fox, se fortalece el liderazgo del presidente sobre su partido, pero se repite la misma experiencia al momento de elegir candidato a la silla grande.

Felipe quiere a Ernesto Cordero, pero los liderazgos locales se inclinan por Josefina Vázquez Mota.

La derrota panista es explicada tanto por errores de la propia campaña de Josefina, como por la falta de apoyo de Calderón y vacíos de poder generados al interior del partido.

El PAN pierde la presidencia del país, pero Calderón mantiene fuertes posiciones dentro del partido, principalmente en el Senado de la República.

El líder del PAN, Gustavo Madero, ve la oportunidad de consolidarse como un poder independiente del ex presidente, y la constitución del Pacto por México le da esa oportunidad al tener la posibilidad de negociar directamente con Peña Nieto, sin tener que consultar con nadie más.

Esto provoca un choque frontal con un liderazgo calderonista heredado en la persona de Ernesto Cordero como coordinador de los senadores, quien además cuenta con la mayoría de sus pares partidarios, que lo apoyan fuertemente.

La rebelión de los corderistas, ejemplificada en su propuesta particular de reforma política, ajena a la línea de Madero y del Pacto, desata el choque entre ambos liderazgos, y con ello la ruptura total.

El nombramiento de Jorge Luis Preciado como nuevo coordinador blanquiazul en la Cámara alta, es únicamente la reafirmación del poder que Madero supone tener dentro del partido.

En ambas experiencias, la priísta y la panista, la derrota provocó rupturas y largos procesos de reconstrucción de liderazgos legítimos para los militantes partidarios.

Hoy el PAN está no sólo fracturado, sino sin una brújula eficaz que le permita recuperar el rumbo y así encontrar a los dirigentes idóneos que le permitan superar el fracaso del 2012 y poder así reconstruir parte del poder perdido.

Son tiempos de oscuridad y de cuchillos largos para un partido que no supo convivir sanamente cuando tenía la presidencia, y que hoy en la oposición, se destroza internamente.

 

Opina sobre este artículo

Nombre   Email  
Título
Opinion

Columnas Anteriores