John Bailey

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Victimización y democracia

miércoles, 29 de mayo de 2013
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¿Qué piensa usted? ¿Personas víctimas de crímenes tendrán más proclividad que el público en general a participar en la vida política? ¿Serán más o menos partidarios de la democracia y del imperio de la ley?
La reflexión es interesante porque la delincuencia es el asunto más concurrente en América Latina; es algo complejo porque, de hecho, las víctimas podrían participar en la vida política ya sea de forma disruptiva o constructiva.

Además, pueden no apoyar el imperio de la ley. Hay quienes apoyan a la democracia, pero respaldan también que la policía vaya más allá de la legalidad.


La respuesta de una parte de la pregunta es muy clara: las víctimas del crimen participan en política más que otros (piense en Javier Sicilia y Alejandro Martí).

Llamo esto la “Ley de Bateson”, Regina Bateson de la Universidad de Yale encontró que la victimización está relacionada con casi todas las formas de participación política, según el Latinobarómetro y el Barometro de las Américas, conducido por la Universidad de Vanderbilt.

Las correlaciones alcanzaron el “estándar dorado” de una vinculación causal entre víctimas y movilización en Latinoamérica.


En un estudio publicado el año pasado, Bateson promulgó una ley universal. Datos estadísticos de cinco continentes que muestran individuos que reportan reciente padecimiento de un crimen participaron en política más que las no-víctimas.

En vez de retraerse, quienes sufren la delincuencia, tienden a comprometerse con la vida cívica y política.
Aún no está claro, sin embargo, si el incremento en la participación se da por canales democráticos como la militancia en partidos políticos y el voto, o si se expresa de otras formas.

Mi propio trabajo en el Barómetro de las Américas, los datos para México, coinciden con la tesis de Bateson. Encontré que las víctimas apoyan la democracia, pero son más críticos de la forma en que la democracia en México trabaja.

Parecen participar por vías pacíficas porque es más probable que desaprueben medidas como el bloqueo de calles o la ocupación de edificios.

Pero las víctimas son más proclives también a permitir que la policía vaya más allá de lo que la ley les permite, en pos de controlar el crimen.


Llamo esta combinación de actitudes: los “demócratas duros”, aquellos quienes apoyan la democracia pero es menos probable que voten, que participan más aunque están a favor de la “mano dura” de la policía.


Los “demócratas duros” pueden representar un cambio potencial en la política mexicana. El sistema de partidos en el país aleja a los tomadores de decisiones de las demandas populares.

El control centralizado de los partidos crea políticos dependientes de gobernadores y dirigentes de partido. Como escribió Luis Rubio en el libro México Matters: “una vez que han sido votados, los políticos no se sienten obligados a responder a sus votantes ni les importa lo que les ocurra”.


Los “demócratas duros” podrían ser un agente de cambio para mantener activa la vida civil, vía protestas pacíficas y participación en ONG’s.

Podrían ser también una posibilidad si ofrecen programas realistas de seguridad pública, además, si más estados siguen el ejemplo de Zacatecas y permiten candidatos independientes, los “demócratas duros” podrían verse incentivados a votar.


Pero no todo cambio es necesariamente bueno. La disposición de los “demócratas duros” a apoyar la “mano dura” en el control del crimen podría alimentar la tentación hacia el populismo punitivo, en donde los políticos ponen el orden por encima de los derechos humanos.

El trágico resultado sería entonces más democracia, pero menor estado de derecho.

 

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