Silvano Aureoles Conejo

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Michoacán requiere de una atención integral

viernes, 31 de mayo de 2013
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En los últimos días se han destacado episodios de la inseguridad en Michoacán, con motivo del surgimiento de los grupos de autodefensa, ante las recurrentes prácticas de extorsión, secuestro, desaparición de personas y homicidios atribuibles a grupos de la delincuencia; hechos cuyas consecuencias aún no son del todo previsibles.

Situación que en lo inmediato provocó el anuncio de la salida de empresas y la paralización de las actividades económicas, principalmente en los municipios de la Tierra Caliente hacia la región sierra-costa.


El grado de descomposición social es muy alto, casi nadie se salva de sus efectos; el diagnóstico que hace algunos días hicieran público un grupo de obispos de Michoacán, no puede ser más ilustrativo.

Nos encontramos en una ruta muy peligrosa, el asunto debe ser de la mayor preocupación para la seguridad nacional; en algunos segmentos de la sociedad ha permeado el discurso pseudo revolucionario y disfrazado de reivindicaciones sociales de quienes operan fuera de la ley, algo así como el mundo al revés.


La actitud con que las autoridades se concretan a mirar y medio documentar el desenvolvimiento de los acontecimientos, en varias de las líneas de los conflictos que laceran al estado, constituyen un factor que incrementa la gravedad de los problemas.

La Federación no sólo tiene la atribución, sino la obligación de atender lo que sucede en Michoacán, como una garantía de la preservación de la integridad del Estado y del sistema federal en su conjunto; así como ejercer su responsabilidad de proteger a la población, no como un gesto de solidaridad —como algunos equivocadamente lo han señalado—, sino como un verdadero imperativo correlativo de la exigencia social.


Ante el reiterado llamado que se les ha hecho tanto a las autoridades locales, como federales, para pedir la implementación de una estrategia integral, con la participación de todos los sectores de la sociedad, la respuesta viene en declaraciones aisladas, que sólo dan la bienvenida a todas las propuestas, pero en la lógica de que cada quien haga lo que le toca, desde su ámbito de responsabilidad, es decir no hay por lo visto, voluntad para articular esta disposición.


Se encuentran en marcha operativos, que esperemos rindan frutos, pero mantenemos nuestra reserva sobre sus resultados, si recordamos que hace poco más de seis años, prácticamente con una presencia militar de esa magnitud, dio inicio en Michoacán la guerra contra el crimen organizado, cuyos saldos arrojan un sinnúmero de muertos, destrucción, desplazados, desaparecidos, una sociedad cada vez más aterrorizada, incrédula de la fuerza de la autoridad, empobrecimiento económico y fuga de empresas y capitales, entre otros males.


Hay que insistir en la necesidad de aplicar otras medidas de corte económico y social. Tienen que estar también los funcionarios de desarrollo social y economía, anunciando medidas para incentivar la producción en todos los sectores; es necesaria la aplicación inmediata de programas emergentes para estimular a los jóvenes a seguir con sus estudios mediante el otorgamiento de becas; se requiere el apoyo a las expresiones de la cultura que refuercen nuestra identidad y cohesión como pueblo.

Urge un amplio programa de apoyo a la micro, pequeña y mediana empresa, un paquete de estímulos al sector turístico. Por ello es necesario recuperar las fortalezas de una entidad pródiga en recursos y con un gran potencial de desarrollo, que podrían sacar a las y los michoacanos del atraso, para superar los riesgos que ya se han vuelto amenaza permanente de la tranquilidad.

Ojalá, pues, haya eco a las voces de alerta, de nada valdrá un reproche al final que sólo recuerde la advertencia.

 

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