Jorge A. Chávez Presa

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Nuevo régimen para impulsar la productividad

domingo, 2 de junio de 2013
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El bajísimo crecimiento de la economía mexicana es una de las razones por las cuales el Plan Nacional de Desarrollo (PND) le ha dado tanta relevancia al concepto de productividad.

Tanto en la edición 2007-2012 como en la recién entregada la semana pasada por el presidente Enrique Peña Nieto, el concepto de productividad se menciona reiteradamente, pues de elevarse, México podrá salir de la trampa del estancamiento.

La población quiere ver y sentir tasas de crecimiento económico más altas y sostenidas porque quiere empleo y mejor remunerado, más si se ha preparado para participar en actividades productivas de mayor valor agregado.

El ejemplo emblemático de que esto es posible es el caso del desarrollo de la industria automotriz en México, líder en el mundo.

Sin embargo, lo que se ha observado para la economía en su conjunto durante las últimas tres décadas es un bajísimo crecimiento económico por habitante.

De seguir a ese ritmo, nos tardaríamos más de 100 años en duplicar el ingreso per cápita.

En consecuencia la pregunta obligada a contestar es: ¿qué tenemos que hacer en México para elevar la productividad total de los factores de la producción? ¿Qué estorba, qué encadena, qué limita a que los factores de la producción, como el trabajo, el capital, el avance tecnológico, se organicen de otra forma a la actual para usar los recursos, que son escasos?

La respuesta es muy simple, pero para llevarla a la práctica es de una gran complejidad.

Es indispensable que todos los mexicanos asumamos la responsabilidad de evolucionar a un nuevo régimen en el que el Estado democrático de derecho sea la base fundamental para disponer del ambiente propicio para un aumento continuo de la productividad.

De ahí la importancia que tiene la competencia en nuestras vidas como ciudadanos, trabajadores, consumidores y empresarios para lograr incrementos sostenidos en la productividad.

La política sin competencia en los procesos electorales y sin contrapesos en el ejercicio del poder público genera corrupción, promueve el desperdicio y facilita la desviación de los recursos públicos.

La competencia política obliga a la transparencia y a la rendición de cuentas.

En el ámbito económico, los monopolios en el sector energético no han resuelto por mucho la demanda de combustibles limpios.

No han facilitado la construcción de ductos para el transporte de gas que permitiría aprovechar mejores condiciones de precio. Un absurdo ha sido el hecho de que nuestro monopolio energético haya tenido que racionar a la industria el consumo de gas natural, y para mitigar esta medida se vuelva al uso del combustóleo para la generación de electricidad.

El monopolio energético tampoco ha podido conformar y renovar, a la velocidad que nuestras necesidades de desarrollo requieren, una cartera de plantas de generación de electricidad que permita hacer uso de combustibles más baratos y limpios para tener tarifas más competitivas.

En telecomunicaciones la experiencia ha sido una expoliación del usuario y malos servicios.

Para la viabilidad de un México próspero en generar mayores niveles de bienestar, el crecimiento económico a tasas más elevadas y sostenidas es un imperativo, no una opción.

Por ello la importancia de la productividad y de la competencia sin distorsiones. Productividad entendida como un uso eficiente de cada uno de los factores de la producción, donde la competencia evita el desperdicio o el privilegio, el cual a su vez distorsiona el uso de recursos.

Productividad y competencia son un binomio para alcanzar un mayor crecimiento económico.

Ya hemos observado que el aumento de la cantidad de los factores de la producción, sea más trabajo o más capital privado, o más inversión pública en infraestructura, por sí solo no garantiza un mejor desempeño de las actividades productivas.

Hacer mejor las cosas con la misma cantidad de recursos para lograr una mayor oferta y calidad de bienes y servicios es básicamente lo que está detrás del concepto de productividad.

Para superar el statu quo del padecimiento de baja productividad, en nuestras manos está exigirle a la clase política que dé la vuelta al capítulo de los privilegios y las exclusividades en todos los ámbitos de la vida pública.

Ha sido el régimen viejo, lleno de vicios y perversidades, el que tanto daño le ha causado al crecimiento económico y la generación de empleos.

Por ello la importancia de los compromisos del Pacto por México y la credibilidad que le han dado a éste medidas y reformas al inicio de esta administración.

En ese sentido, el Pacto por México es un plan para transitar a otro régimen que permita elevar la productividad, y para ello la información que mida la productividad será esencial.

 

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