Luis Maldonado Venegas

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Pobreza y cultura de la pobreza

domingo, 2 de junio de 2013
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En el año 2000, los entonces 189 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas se trazaron ocho metas de desarrollo humano, a las que llamaron Objetivos de Desarrollo del Milenio, u Objetivos del Milenio (ODM).

Los ocho propósitos, que deben ser alcanzados en el 2015, se refieren a graves problemas de la vida diaria que padecen millones de seres humanos. Entre otros, y en primer lugar, erradicar la pobreza extrema y el hambre.

13 años después de aquellos acuerdos (y a 48 años de la creación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo —PNUD—, en 1965), en la conferencia de evaluación de dichos objetivos efectuada en Bogotá, Colombia, en febrero último, Helen Clark, directora global del PNUD, advirtió que si bien se han conseguido avances importantes en algunos países, China entre ellos, faltan dos años para cumplir las metas globales y todavía hay en el mundo mil millones de pobres.

Viene lo anterior a cuento porque, cual lluvia ácida contaminante, de estas cifras deriva un grave problema que el antropólogo estadounidense Oscar Lewis, definió en su libro Cinco familias (1959) como “cultura de la pobreza”.

Lewis definió la cultura de la pobreza como un fenómeno de adaptación (hereditario incluso) producido por el sistema capitalista, del que los pobres se sienten excluidos; abatidos psicológicamente por el desaliento y la desesperación, se refugian en un sistema propio.

Sus características son: odio a la policía y al gobierno, desconfianza, tendencia a vivir al día y escasa planeación del futuro.

Un prestigiado antropólogo mexicano, Federico Rosas Barrera, acaba de referirse al tema en el Foro de Consulta Ciudadana “México Próspero”, donde el presidente Enrique Peña Nieto presentó el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018”.

En su ponencia, titulada “Erradicación de la pobreza y de la cultura de la pobreza”, Rosas Barrera va al fondo del problema. Hay que enfocar la discusión, afirma, no sobre la existencia de la pobreza, pues ésta ya se reconoce como grave y amplia… sino sobre la cultura que genera.

Explica: cada grupo o conjunto social genera formas propias de cultura que impregnan todo lo que hacen y cómo se organizan.

Se trata de una forma específica de ver el mundo y vivir en él, de practicar las reglamentaciones y valores sociales, de las actitudes hacia el trabajo, la familia, la patria, la conciencia y la participación ciudadana, entre otras cosas.

Añade Rosas Barrera: hay que detener la fábrica de pobres en que está convertido el país desde hace años, pobres en bienes materiales y culturales… Una verdadera democracia en México no puede surgir de la masa ignorante y empobrecida, sólo puede hacerlo si se construye una ciudadanía responsable, consciente e informada.

Hay que admitir que la prolongada incapacidad que hemos tenido los mexicanos para sumar a todos al desarrollo y los beneficios de la riqueza nacional, nos cobra hoy la factura.

Los Objetivos del Milenio serán evaluados por los líderes mundiales en Nueva York, durante el encuentro de septiembre próximo. Esperemos resultados.

 

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