Melitón Guevara Castillo
Desde esta Esquina
La cuestión es que nada, pero nada tenemos seguro en esta vida, solo hay una certeza: de que algún día, todos, vamos a morir. ¿Quién ha pensado en su muerte?
La verdad es que muchos lo han pensado.
Un día, Olivia Balderas –compañera de secundaria, ufff, ya llovió-, me dijo: por mi cumpleaños me regale, se oye mal, mis servicios funerarios.
Ya pague la última letra. Y como ella, otros también lo hacen: es pensar en el momento en que dejamos este mundo y se deja arreglado lo concerniente a la partida.
Estamos en Semana Santa.
Según la Biblia, en Mateos, San Marcos, San Lucas y San Juan, que describen como Jesús es arrestado, juzgado, sentenciado y crucificado. Rememoramos pues, la muerte de quien –como hijo de Dios- nos deja un sinfín de enseñanzas, una doctrina de amor, de perdón… aprendizaje que, se entiende, la iglesia –la católica como la cristiana-, tratan de inculcar a su manera.
Días Santos que, como bien dice el Obispo Antonio González Sánchez, es menester recuperar la religiosidad.
Creo que, en todo caso, es tiempo para que pensemos en la vida y en la muerte. En principio, reflexionemos sobre lo que hacemos en nuestra vida terrenal. Porque como bien reflexiono un día Fernando Savater: de lo único que estamos seguros es que un día vamos a morir.
Y, en esa coyuntura, es cuando debemos reflexionar.
Para algunos grupos sociales, como para la masonería, la muerte es algo que tiene que verse en términos de filosofía, de educación, de valores; y es que, para ellos, antes de la muerte física podemos ser parte de un proceso en ese sentido y que nos hace mejor: si, cuando incrementamos nuestro conocimiento damos muerte a la ignorancia; cuando ensalzamos y practicamos valores, damos fuerza a la virtud en contra del mal.
Por algo, en las artesanías venden: calaveras colocada sobre un libro, cuyo costado dice SABIDURIA.
Así, en esta vida –la que disfrutamos gracias a Dios, al GADU, tenemos una misión: con las enseñanzas de Jesús prepararnos para la otra vida.
El mensaje es claro: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”; “Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”; “No juzguéis, para que no seáis juzgado”.
Hace días Dulce Gómez inauguró su estudio fotográfico.
Quien dijo una oración, lo centró en un hecho: la petición que Salomón le hizo a Dios. Le pidió “Sabiduría”, para gobernar a su pueblo.
Y eso le fue concedido, por eso hoy en la historia religiosa se le conoce como el Rey Sabio. Y nosotros, dijo, es lo que debemos pedir a Dios: sabiduría para ser buenos padres, buenos hermanos, buenos vecinos, buenos ciudadanos.
Es el principio para prepararnos para la muerte: ordenar nuestra vida.
LA PROTAGONISTA.
Lazara Nelly González Aguilar. Es de Mainero, Tamaulipas.
Es una mujer que de joven le gustó la política y se hizo panista; y la política, gracias a la suerte, le ha dado la maravillosa oportunidad de servir a la sociedad; por suerte se convirtió en Senadora de la República, al morir el titular; luego, por suerte –decisión centralista-, se convirtió en diputada federal.
Pero como su sueño mayor era ser alcaldesa de su tierra, pidió licencia, fue candidata y ganó. Ya cumplió su sueño y ahora añora el aire acondicionado, las dietas, los buenos restaurantes y los lujos de la capital mexicana, así que ya pidió reincorporarse a su curul.
Argumenta que de ahí puede apoyar más a sus representados.
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