Rogelio Rodríguez Mendoza

Confidencial

Todos fallamos

El pasado fin de semana, en el municipio de Río Bravo, un conductor ebrio causó su muerte, la de su esposa y sus cuatro pequeños hijos, al chocar y caer con su camioneta al canal Anzaldúas.

Lo que había sido un divertido día de paseo terminó en tragedia, porque el jefe de la familia nunca atendió aquella vieja recomendación de no combinar el alcohol con el volante.

Pero historias fatales como la que envolvió a ésta familia matamorense siguen siendo recurrentes a lo largo y ancho del país, sobre todo durante los periodos vacacionales.
El saldo en víctimas y daños materiales es inmenso.

De hecho los accidentes automovilísticos causados por el alcohol son la principal causa de muerte en el país. En el 2010 morían 17 mil jóvenes al año por esa razón.

¿Qué o quién ha fallado? Creo que ha fallado la autoridad por ser tan tibia en el combate al problema, y hemos fallado nosotros como sociedad, porque seguimos actuando con irresponsabilidad, poniendo en peligro nuestra vida y la de inocentes cuando tomamos el volante de un vehículo andando bajo los influjos del alcohol.

Pero en ese reparto de culpas, en lo personal considero que a quien le corresponde la mayor parte es a la autoridad misma, porque ha sido tibia para sancionar tanto en lo económico como en lo penal.

Hace algunos años, varios diputados pugnaron inútilmente por legislar para incorporar al Código Penal como delito la conducta de manejar ebrio.

Hubo división de opiniones y tanto se debatió el tema para que al final lo pusieran en la “congeladora” donde hasta la fecha continua.

Es decir, a nadie le importó elevar a categoría de delito esa costumbre tan mexicana de convertir las unidades automotrices en cantinas ambulantes, y la consecuencia no solo son la muerte de esa familia de la que le hablo al inicio, sino también la de otros miles de mexicanos que corren la misma suerte cada año en el país.

Es más, tan apática es la autoridad que ni siquiera en lo económico ha sido lo severa que debería con los conductores ebrios.

El reglamento de Tránsito contempla sanciones que casi alcanzan los tres mil pesos por conducir ebrio un vehículo, pero el detalle está en que, o el automovilista soborna a los oficiales de Tránsito, o algún influyente lo salva del castigo pecuniario, propiciando que el sujeto repita la conducta en la primera oportunidad.

A muchos nos molesta que nos comparen o nos pongan de ejemplo a Estados Unidos, pero a veces es necesario. Cualquiera que haya viajado al vecino país sabe perfectamente, que si lo atrapan manejando alcoholizado, recibirá una multa enorme, le retirarán la licencia de conducir y probablemente hasta lo enviarán a prisión.

No significa que allá nadie maneje ebrio pero son los menos, mientras que aquí son los más los que pisotean esa prohibición.

Por todo ello, pero sobre todo por el gran número de inocentes que a diario mueren en manos de conductores alcoholizados, es tiempo de que tanto el Gobierno como los diputados se pongan a trabajar en ese tema.

Problemas sociales como éste son los que deberían estar llamando la atención de los legisladores, para crear mecanismos que a corto plazo generen los resultados esperados.

Cada día que se tardan pierden la vida muchas personas.

EL RESTO.

La calificadora Fitch Ratings avaló la calidad crediticia del Ayuntamiento de Nuevo Laredo, que encabeza Carlos Canturosas Villarreal.

La empresa destacó el crecimiento de los ingresos del Gobierno municipal, la estabilidad de sus finanzas y su capacidad de pago.
Resalta la calificadora internacional la planeación y administración estratégica del Ayuntamiento fronterizo, lo que ha permitido incrementar la recaudación del impuesto predial y mayor cumplimiento en el pago del servicio de agua potable, lo cual a su vez ha generado un aumento de las participaciones federales.

No estaría nada mal que otros alcaldes se acercaran a Canturosas para pedirle la fórmula.

ASI ANDAN LAS COSAS.