Mauricio Clark

¡Clarketazo!

 

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Entre mundiales y olímpicos

miércoles, 23 de abril de 2014
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EL UNIVERSAL

Durante años me he jactado de haber presenciado espectáculos sorprendentes para cualquier ser humano; haber estado en inauguraciones olímpicas o clausuras de Copas del Mundo.


También conciertos tan sorprendentes como los que he podido presenciar gracias a la profesión de reportero que desde hace 16 años desempeño con mucha pasión y ahínco.


Para mí, haber visto a Madonna en su fastuoso y grandioso “Confessions Tour” en Nueva York y de paso, haberla podido entrevistar, o bien, a U2 revolucionando a los más de 100 mil espectadores que gritábamos con energía cada estrofa de las rolas que interpretaron en su histórico concierto en el Azteca de la ciudad de México.


Hasta hoy, en reuniones familiares o con amigos, siempre compartía y hasta de modo ególatra, presumía las experiencias que esta carrera me ha regalado; es un privilegio haber estado a 5 metros del momento glorioso que mi amiga, Soraya Jiménez, nos regaló a todos aquel 18 de septiembre de 2000 en Sydney.

Sin duda, la cobertura que más recuerdo por haber sido mi primer evento de esta altura. Apenas tenía 18 años.
Pero todo esto que les cuento quedó empañado luego de haber sido testigo del milagro más hermoso que pueda presenciar un ser humano.

El 21 de abril vino a desbancar cualquiera de las vivencias antes escritas, luego de haber recibido la llamada de mi suegro, el doctor Antonio Peralta, reconocido ginecólogo de Tehuacán, Puebla.

De manera repentina me invitó a acompañarlo, junto a su esposa, la enfermera instrumentista Alicia Ramos, a una cirugía de última hora: un parto que necesitaba ser atendido por haberse “adelantado”.


Siempre me han sorprendido los foros de TV, los escenarios, pero lo que ayer viví no se acerca ni a un sólo por ciento de lo que haya podido disfrutar en mis casi 34 años de vida.


Tal cual un personaje de telenovela, pude percatarme que los doctores pasan por una transición parecida; se montan en un personaje digno de admirarse.


Siempre atento, me aseguré de tratar de recordar cada instante. De adentrarme por unos minutos a su mundo y descubrir a su lado, el regalo más hermoso que Dios nos dio, llamada nada más y nada menos que VIDA.


En minutos ambos portaban ya su “vestuario”, sin necesidad de maquillaje, ya que ambos utilizaban cubrebocas. Aquí también hay reflectores (llamadas lámparas de quirófano).

Junto a ellos, estaba la otra parte del elenco: anestesiólogo, pediatra, enfermera circulante y a diferencia de una representación escénica, aquí no existe el afamado aplauso que el actor busca.

Aquí, estos actores, sólo salen a escena a hacer lo que más les gusta, salvar una vida y darle la bienvenida a otros más.
Tal cual una ópera italiana, cada capa que abría el doctor a través de la cesárea, era como un acto que subía de tono y que me preparaba a mí, único espectador, al momento clímax de la historia.

Tras cuatro capas con un bisturí, llegó la escena y el episodio más hermoso de mi vida. Con unas manos grandes y con la ayuda de otro doctor, el señor Peralta recibió entre sangre la cabeza de un nuevo ser.

Mis ojos no podían creer lo que veían y cada lágrima derramada ponían en evidencia ese momento tan glorioso.
Pude darme cuenta que no es necesario estar en el evento más importante.

Hoy también sé, que cualquier espectáculo, por más sofisticado que sea, es imposible que pueda compararse con semejante milagro.


Lloré junto al bebé. Ambos lloramos. Él porque se aferraba a la vida y comienza a enfrentarse a su destino. Yo, lloraba porque ni el artista más importante que haya entrevistado, me hizo sentir lo que él, con sus 2.400 kgs y 51 centímetros, aunado a su inocencia.


Esta primera columna va dedicada a mis artistas favoritos, los doctores Antonio Peralta y Alicia Ramos y al protagonista de la historia, el bebé que pronto bautizarán como Adrián.
Twitter: @clarketo


EL UNIVERSAL

 

Comentarios

  • WOW
    por María, 29/04/2014 10:23
    DesaprueboApruebo
    +0

    excelente artículo, nos transporta al mundo de las cirugias pero muy bien aterrizado felicidades mau!

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