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El precio de la guerra anega las semillas del futuro

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Una niña herida por un ataque de la aviación israelí es atendido en el hospital de Kamal Adwan en la Franja de Gaza hoy 29 de julio de 2014. EFE
Según expertos israelíes, la actual ofensiva bélica han muerto más de 1.100 personas, una cuarta parte de ellas niños, en apenas 22 días
martes, 29 de julio de 2014
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Gaza, 29 jul (EFE).- Hamuda, ocho años, pelo ensortijado, merodea por las mesas del restaurante con una caja de cartón llena de paquetes de tabaco y una bolsa de plástico transparente blanca con unos pocos shekels y un par de billetes arrugados.

El ayuno diurno que impone el mes sagrado del ramadán ha acabado y, aunque los duros bombardeos israelíes persisten, los gazatíes vuelven a llenar las restaurantes del centro de Gaza, convertida en un amplio campo de refugiados.

Entre ellos, otros niños mendigan o tratan de vender los más variados productos para llevar un puñado de shekels a las arcas de sus míseras casas.

Pocos son los que tienen tiempo para jugar o mejorar sus estudios en estos meses de estío en los que no hay escuela y el hosco percutir de los bombardeos tiñe de sangre miradas a las que hace años el dolor y la miseria robaron la inocencia.

Y es que para decenas de miles de niños en la franja, depauperada tras siete años de férreo bloqueo económico y asedio militar israelí, un juguete o un libro son un objeto de lujo que pocas familias pueden afrontar.

"Con el dinero que Hamás e Israel han gastado en estos años en prepararse para la guerra, se podría haber desarrollado la franja y convertirla en un importante centro económico y comercial", se lamenta Salah al Batieh.

"La única solución posible es dar una esperanza y un futuro a los niños, una razón para no tener que empuñar un arma.

Cuanto más tiempo se prolongue esta cruel fórmula de bloqueo, pobreza y guerra, más poder de influencia tendrán los radicales", agrega este abogado.

Según datos de Unicef, en Gaza viven alrededor de un millón de menores de 18 años -de una población oficial de 1,8 millones de habitantes-, de los cuales, más de 250.000 tienen menos de cinco años.

De ellos, cerca del noventa por ciento están escolarizados, una cifra que cae de forma dramática hasta el 59 por ciento de los chicos y el 75 por ciento de las chicas, cuando comienza la enseñanza secundaria.

Con un sesenta por ciento de paro en la franja de los jóvenes de entre 20 y 25 años, el futuro de chicos como Hamuda se perfila como una larga y negra guadaña que día a día cercena ilusiones y abona con sus ramas marchitas la semilla del fanatismo.

"Aquí no haya nada que hacer. No hay trabajo, y menos desde que se cerraron los túneles" en Egipto, explica Mohamad al Shalabati, un joven estudiante de Farmacia que bebe té y fuma narguile en una de las escasos bares abiertos.

"Ni siquiera tenemos el derecho a emigrar y buscar un futuro en el extranjero porque estamos encerrados aquí, sin posibilidad de escapar. Si Hamás logra con esto levantar el bloqueo, habrá merecido la pena", insiste.

Con una extensión de 325 kilómetros cuadrados, una larga y salvaje línea de costa similar a la del Levante español antes del "boom" turístico del franquismo, Gaza disfrutaba de un gran potencial antes de que el movimiento islamista se hiciera con su control en 2007 e Israel impusiera su bloqueo.

A ello, se unía un excepcional clima mediterráneo propicio para el cultivo de olivo, vid y árboles frutales, además de una posición estratégica como puerto de unión y entrada hacia el resto de países árabes del Golfo y el resto de Oriente Medio.

Un potencial que se ha mermado en los últimos siete años debido, en gran parte, al bloqueo, pero también a la carencia de infraestructuras y la mala gestión del agua, que hará que en 2020 sea un lugar hiperpoblado e inhabitable.

"Israel ha gastado miles de millones de euros en asfixiar a Hamas y no solo no lo ha conseguido, sino que ha hecho que muchos más le apoyen. Cuando no se tiene nada que perder y te ofrecen caridad, lo aceptas.

Y de eso Hamás sabe mucho", asegura una fuente diplomática occidental que prefiere no ser identificada.
Según expertos israelíes, la actual ofensiva bélica -en la que han muerto más de 1.100 personas, una cuarta parte de ellas niños, en apenas 22 días- costará al erario público alrededor de 12.000 millones de shekels (3.508 millones de dólares o 2.580 millones de euros).

Un promedio de más de 500 millones de shekels (147 millones de dólares o 107 millones de euros) al día, que incluye, entre otros, la munición, el desgaste o pérdida de equipo militar y el pago a más de 65.000 reservistas.

Hamás, por su parte, ha invertido decenas de millones de euros en la construcción de una red de túneles de ataque y defensa y en la compra y desarrollo de cohetes que se han descubierto ineficaces frente a la tecnología israelí.

Hamuda probablemente no sepa que cada vez que recorre la calle con su lastimosa caja de paquetes de cigarrillos y se asusta por el sonido de un explosión, la ciega ambición política desvanece miles de dólares que, en vez de servir para matar, podrían cultivar futuros, ilusiones y vidas.



Por Javier Martín

 

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