Rogelio Rodríguez Mendoza
Confidencial
De primera vista no lo reconocí. Su corte tipo policía había desaparecido y eso me confundió. Hoy usa la cabellera normal de cualquier persona.
Reaccioné cuando él mismo me saludo con una pregunta: “ ¿Cómo estás?”.
Fue entonces que caí en la cuenta.
Se trataba de Goyito, uno de los más veteranos oficiales de Tránsito, que durante casi dos décadas dedicaron su vida a ordenar la vialidad en la Capital tamaulipeca.
Se veía demacrado, agobiado, y aún más cuando le pregunté por su situación laboral.
“Me despidieron desde hace varios años y no he podido recuperarme” dice entre una especie de queja y lamento.
Su edad supera los 50 años y eso le hace más difícil encontrar una nueva oportunidad de empleo.
Goyito es solo uno de decenas, cientos o miles de expolicías que fueron despedidos bajo el pretexto de que no superaron los exámenes de control y confianza.
En realidad, muchos de ellos, y es el caso de Goyito, fueron desechados por viejos.
Esa es la realidad: un alto porcentaje de elementos de las corporaciones policiales fueron echados a la calle porque su resistencia física, producto de su edad, ya no les permitía seguir en su tarea.
No es que fueran deshonestos o corruptos.
Su pecado fue ser viejos.
Y no está mal que el Gobierno haya tomado esa decisión. Por seguridad misma de esos policías era preciso retirarlos del servicio.
Lo que sí es lamentable y criticable, es que los desamparen, echándolos a la calle con una raquítica indemnización que apenas les alcanzara para mal subsistir dos o tres años.
En tiempos donde la defensa de los derechos humanos se ha venido fortaleciendo, suena a incongruencia que éste tipo de situaciones sucedan. Lo menos que merecerían esos expolicías es la garantía de una oportunidad laboral.
Ojalá y que hacia dentro del Gobierno haya alguien que haga conciencia en esa situación, y que se ocupe de diseñar algún programa o mecanismo que abra esa oportunidad de empleo a decenas, cientos o miles de Goyitos, que hoy enfrentan el desamparo.
EL RESTO.
Con casi 11 meses de ejercicio en el cargo, el Alcalde de Nuevo Laredo, Carlos Enrique Canturosas Villarreal, ha convertido a su administración en una de las más eficientes.
El hecho debe traer preocupados a propios y extraños en el PAN y el PRI, sobre todo a quienes sueñan con ganar el más grande premio en la “lotería" sexenal del 2016, y ven al edil fronterizo como un serio obstáculo.
ASI ANDAN LAS COSAS.