Chivas se hunde en su mediocridad

GUADALAJARA, Jal., septiembre 28 (EL UNIVERSAL).- Cuando no hay futbol, los resultados maquillan todo. Cuando no hay ninguna de esas dos cosas, la crisis explota.

El Rebaño Sagrado se hunde en su propia mediocridad. No encuentra la salida. El descenso es un fantasma que le sigue de cerca. Y su afición está cada vez más fastidiada.

Por eso, los abucheos tras el gris empate 0-0 de este domingo en casa frente a Puebla, rival directo en la tabla porcentual.
El actual proyecto de Chivas tiene sus fundamentos en las “formas”.

Al menos eso dice la teoría pregonada por la directiva. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Este Guadalajara de Carlos Bustos no ha encontrado el buen futbol.

Y la primera parte en el Estadio Omnilife no es la excepción. Futbol aburrido es el distintivo rojiblanco.
Un susto provocan los visitantes. Un largo pelotazo es mal medido por Édgar “Tepa” Solís.

Alfonso Tamay le gana fácilmente la posición. Toma adelantado al arquero Antonio Rodríguez. Cabecea por encima. Nada que hacer para el portero.

Pero para fortuna del Rebaño Sagrado, la redonda se va por arriba, al ‘5.
Y como el cuadro rojiblanco poco produce al frente, tiene que ser un zaguero central el que genere peligro.

Ángel Reyna cobra un tiro libre por el costado izquierda. Jair Pereira salta en el área y roza el esférico. Rodolfo Cota tiene que estirarse para desviar a tiro de esquina, al ‘6.

En el cobro desde el banderín, nuevamente Pereira se eleva, gana y cabecea por encima del arco.
Esa es la mayor muestra de producción ofensiva por parte de los dirigidos por Carlos Bustos.

Porque a partir de entonces, el encuentro cae en un tedioso letargo. La pelota de un lado a otro. Y los apenas 12 mil aficionados reunidos en la casa rojiblanca se hunden en un mar de aburrimiento patrocinado por dos equipos que luchan por salvarse del descenso.

Las únicas emociones del resto de la primera parte son del visitante. Cuauhtémoc Blanco patea un tiro libre, a las manos de Antonio Rodríguez, al ’30.

Mientras que al ’45, Wilberto Cosme controla dentro del área un pelotazo largo a la espalda de la zaga central, pero su disparo se va por arriba, para alivio del Guadalajara.

En el arranque del complemento, Chivas encuentra la oportunidad inmejorable de abrir el marcador. No es que juegue mejor o que en el vestidor, durante el descanso, se haya dado un cambio radical de actitud.

Es simplemente la dosis de fortuna que en ocasiones acompaña al futbol.
Una vez más Jair Pereira se va al frente, ante la inoperancia de sus compañeros.

El defensa central conduce y avanza sin que le salgan al paso. Mirada levantada. Opta por el disparo desde lejos. Gran ejecución. Cota vuela. No alcanza.

La redonda se estrella en el travesaño y pica dentro del terreno de juego. Reyna controla dentro del área. Óscar Rojas le marca de cerca.

El refuerzo rojiblanco cae al césped.
El silbante Jorge Antonio Pérez marca un penal que no parece. Mientras corre para señalarlo, tropieza.

Termina en el pasto, pero la decisión está tomada. Ángel Reyna pide el balón. Lo acomoda en el manchón. Patea con pierna derecha.

Rodolfo Cota adivina la trayectoria. Se tiene. Desvía con una mano. La redonda pega en el palo y se aleja. Chivas ha fallado, al ’52, la opción más grande.

A partir de entonces, hay abucheos cada vez que el ex americanista toca el esférico. Incluso al ’59, cuando dentro del área saca un derechazo demasiado cruzado, igual al ’65, cuando pelea la redonda y gana, para disparar incómodo, por un lado.

El panorama oscurece aún más al ’68. Néstor Vidrio salta muy cerca del medio campo. Lleva la pierna demasiado levantada. Impacta en la cintura de Wilberto Cosme.

El árbitro no lo piensa demasiado. Se lleva la mano al bolsillo. Roja directa para el rojiblanco.
Puebla, sin embargo, no es capaz de aprovechar la superioridad numérica y muy pronto empareja el partido, pues Michael Orozco recibe la segunda amarilla y deja a su equipo con ’10, al ’73.

Pero Chivas a estas alturas es un desastre. Israel Castro comete una falta que amerita su segunda amonestación del partido, al ‘76. El Rebaño Sagrado disputa los minutos finales con apenas nueve jugadores.

Guadalajara cierra el encuentro como lo inició: sin futbol. Con dos hombres menos. Poca idea. Escasa actitud. Y un proyecto que no encuentra el rumbo.

Los abucheos explotan por parte de los pocos asistentes cuando el silbatazo final decreta el 0-0 ante Puebla, que se queda dos puntos abajo del conjunto tapatío en la tabla porcentual.

La dirigencia ha repetido con insistencia que “las formas sí importan”. Pero este Rebaño Sagrado no tiene buen futbol. Tampoco resultados.

Chivas está en un tobogán y no sabe cómo detenerse. Deberá hacerlo pronto, pues conduce al descenso.