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Esta situación provocó un ambiente tenso dentro de la escuela; como pudieron, los jóvenes que habían tomado el plantel se atrincheraron, colocaron barricadas, botes de basura, sillas, mesas y cualquier cosa que pudiera impedir el paso de los supuestos porros.
“Estamos solos chavos, nadie nos va a venir a ayudar, no queremos que vengan a reventarnos la escuela porque eso es lo que quieren los directivos, así nos acusan de agresivos y ganan”, les explicaba Logan Hernández, uno de los líderes que encabezó la toma.
Afuera, el resto de los estudiantes no sabían qué pasaba. La mayoría incluso desconocía el por qué la suspensión de las clases.
EL UNIVERSAL constató en un recorrido —que los estudiantes permitieron— que los salones y las oficinas de la vocacional 5 estaban cerradas y en buenas condiciones.
Junto a la dirección estaban los víveres que otras vocacionales habían mandado para ellos: botellas de agua, comida enlatada, sopas instantáneas y chicharrón; a un costado estaban las casas de campaña, las bolsas de dormir y cobijas, porque no saben cuánto tiempo permanecerán ahí.
Están listos para resistir. En algunos planteles incluso fueron los mismos padres de familia los que les llevaron viandas a sus hijos.
En las 10 escuelas vocacionales que amanecieron tomadas este lunes los alumnos denunciaron la presencia de porros y jóvenes ajenos a la institución que pretendían detonar la violencia, según ellos, para desvirtuar el movimiento.
Según los estudiantes, el responsable es un alumno de 23 años a quien identifican solamente con el nombre de Alberto o “El Chino”, matriculado desde 2006 y que desde el Casco de Santo Tomás organiza los grupos de choque; presuntamente “es gente al servicio de la dirección del IPN, y lo que busca es reventar el movimiento”.
“Hacemos responsable de lo que nos pueda pasar a El Chino, hasta donde sabemos ya han golpeado a dos personas, no queremos generar más violencia ni ser víctimas de él”, señalaron.
Por la noche los ánimos se calmaron y los supuestos porros se retiraron al notar la presencia de patrullas en los alrededores así como de los medios de comunicación.
EL UNIVERSAL