Primero sospechamos que todo estaba perdido, porque parecía imposible ocultar tantos muertos y tantos desaparecidos; acallar el sonido de huesos rotos , e imaginar el olor de huesos calcinados apiñados en bolsas de basura…
Después, un procurador general con oficio político quiso tirar la toalla.
Reveló “cansancio”. Es posible que se haya querido “guardar” la historia de un siniestro complot para desestabilizar al país por motivos que comienzan a aclararse.
¿Por qué y para qué? ¿Quién gana y quién pierde? ¿Nos están llevando por la ruta peligrosa de una tragedia “fabricada”?
Los jóvenes de hoy, convocados por internet y las redes sociales , se acercaron a la tragedia y se sintieron horrorizados.
No esperaban ésos niveles de violencia ni esa maldad. El “horror” era hasta hace poco especialidad del Pozolero. Sólo que en la tragedia de Iguala hay una intención política.
Estamos a mitad del sexenio y percibimos destellos de problemas que creíamos resueltos en el 68: estudiantes muertos, tentación totalitaria, confusión.
Nadie ha intentado explicar en forma convincente el motivo del crimen. Lo de siempre: crimen organizado. Pero eso hoy ya no dice nada. Parafraseando al procurador, también estamos “cansados”.
Y además curados de espantos…
Al regresar de su último viaje al exterior, el Presidente cumplió su promesa. Declaró, sin mencionarlos por nombre, que existen grupos de presión interesados en desestabilizar el país y tirar a su gobierno.
Ningún Presidente había hecho ese tipo de declaraciones.
Los organizadores de los diferentes eventos anunciaron que el jueves 20 de noviembre habría un “ paro nacional ”.
Por lo pronto, el Presidente suspendió el desfile del 20 de noviembre. No queremos más Revolución de la que tenemos en puerta…
http://jorgecamil.com
EL UNIVERSAL/RDB