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"Nueve estados no han conocido qué es la alternancia"

- Actualmente sólo nueve estados no han registrado alternancia o cambio de partido en el poder a nivel de sus gubernaturas.
lunes, 24 de noviembre de 2014
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MÉXICO, D.F., noviembre 24 (EL UNIVERSAL).- Actualmente sólo nueve estados no han registrado alternancia o cambio de partido en el poder a nivel de sus gubernaturas.

En dos de ellos, Campeche y Colima, habrá elecciones en 2015. Y aunque para algunos analistas el cambio de poder puede ser un elemento que hable de la participación ciudadana, para otros no es el único elemento a tomar en cuenta.

El PRI, desde su fundación hace 85 años, ha perdido dos veces la Presidencia de la República ante el Partido Acción Nacional (PAN), en 2000 frente a Vicente Fox y en 2006 ante Felipe Calderón y desde 1989, cuando perdió la gubernatura de Baja California; en 22 entidades y el Distrito Federal, no ha logrado mantener su hegemonía y permanecer en el poder.

El próximo año se disputarán dos mil 51 cargos de elección: 500 diputados federales, 17 congresos, 887 ayuntamientos, 16 jefaturas delegacionales en el DF y nueve gubernaturas.

“Un estado en donde un partido ha gobernado en forma permanente por décadas expresa que hay una estructura muy anquilosada y probablemente sí los haga menos democráticos, en el sentido de que hay una sociedad más desarticulada con contrapesos más precarios”, considera el politólogo e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Alberto Aziz Nassif.

En contraposición, el director de Análisis Político de Integralia, Gustavo Gil, advierte que la alternancia es uno de los indicadores que señalan qué tan democrático es un estado, pero no es el único porque la calidad de la democracia se mide con indicadores de bienestar.

“La alternancia no es un buen indicador para medir la democracia. Sin duda, hay indicadores que son más importantes: el grado de transparencia, de rendición de cuentas de los Congresos locales, de cómo hacen rendir cuentas al gobernado, la fiscalización del dinero local, del gasto público local, los indicadores de desarrollo humano”, precisa Gil.

Los especialistas consultados coinciden en que la seguridad será un factor que influirá en las elecciones para gobernador de 2015, sobre todo en Guerrero y Michoacán, en donde operan grupos de la delincuencia organizada.

En 1989, el triunfo del panista Ernesto Ruffo Appel en la gubernatura de Baja California cambió el mapa electoral y la idea de que la oposición no podía ganar unas elecciones ante un partido con décadas en el poder y sin el apoyo del Presidente de la República en turno.

Los gobernadores tienen un papel muy diverso en las elecciones, depende de la cercanía del candidato a sucederlo y si el partido es el mismo al del Presidente, indica el analista político y profesor del TEC de Monterrey, Jesús Cantú.

“Durante los 12 años en que el Presidente de la República fue de Acción Nacional, en términos generales, los gobernadores tuvieron mucha libertad de impulsar a sus sucesores.

Además, en esos años los gobernadores priístas jugaron el papel del gran sucesor, ahora con un Presidente del PRI, el margen de participación en la sucesión del gobernador se limitará mucho”, apunta el analista.

Los factores que influirán en la decisión del ciudadano para otorgar su voto serán distintos y el reto de los partidos será lograr un triunfo en las urnas, como antesala a las elecciones presidenciales de 2018, indican los especialistas.

Actualmente el PRI gobierna en 19 estados, el PAN seis, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) tres y el Distrito Federal, el Partido Verde Ecologista de México, el estado de Chiapas, y Movimiento Ciudadano, Oaxaca.

Michoacán tiene un gobernador apartidista con el ex rector Salvador Jara, aunque ganó el PRI.

De los 22 estados en los que se ha registrado alternancia, Baja California, desde 1989 con el triunfo de Ruffo Appel, y Guanajuato desde 1991 con Carlos Medina Plascencia, se han mantenido gobernados por Acción Nacional, al igual que el Distrito Federal, desde 1997, año en que el PRD le arrebató al PRI la jefatura de Gobierno con Cuauhtémoc Cárdenas.

En tanto, los estados de Aguascalientes, Chihuahua, Jalisco, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Yucatán, en los que el PAN ha sido gobierno, regresaron el poder a gobernadores de las filas del PRI.

El PRD le ganó Zacatecas al PRI en 1998 y no pudo retener la entidad en 2010, al igual que Michoacán que tuvo dos gobernadores perredistas de 2002 a 2012 y perdió ante el tricolor.

Los politólogos consultados explican que la alternancia no ha sido solución a los problemas ni ha logrado mejoría de los gobiernos, por lo que se registra cierto desencanto de la gente.

“Este desencanto y desconfianza va más allá de los colores partidistas, tiene que ver con una situación en general. No es a un partido, es a todos los partidos, es la desconfianza hacia las autoridades, a las instituciones de representación democrática”, dice Aziz Nassif.

La alternancia también ha registrado gobernadores de tres partidos distintos en un estado. Morelos fue gobernado hasta 2000 por el PRI, después tuvo 12 años de gobiernos panistas y en 2012 pasó al PRD.

Chiapas fue gobernado por el PRD de 2000 a 2012 y ahora por una coalición encabezada por el PVEM. Tlaxcala tuvo de 1999 a 2005 un mandatario perredista, y de ese año a 2011 a un panista y ahora a un priísta.

El hecho de que estados con alternancia hayan decidido regresar al poder a un priísta no significa que se acabó la alternancia democrática, admite el analista Jesús Cantú.

“Está bastante en entredicho, creo que hay retrocesos en varios sentidos, en la captura de los órganos de gobierno, de los órganos electorales”, añade.

El próximo año habrá elecciones para gobernador en los estados de Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora.

Los comicios son los primeros con un cambio de reglas de juego porque la reforma electoral modificó los organismos electorales locales, le otorgó al Instituto Nacional Electoral (INE) la elección de consejeros electorales, la capacitación y organización electoral y la instalación de la casilla única en los comicios concurrentes, e introdujo las candidaturas independientes.

Los escenarios aún son inciertos aunque los especialistas coinciden en que los comicios serán muy competidos porque el número de cargos a disputar, junto a los de las elecciones federales, será el más alto desde 2012.

Para el directivo de Integralia, Gilberto Gil, en las elecciones de gobernador de Michoacán y Guerrero será muy importante conocer quién tomará el liderazgo para resolver los problemas que hay con el crimen organizado, sobre todo por el grave caso de la desaparición de jóvenes normalistas en Ayotzinapa.

“En ese clima de violencia y de colusión de autoridades con el crimen es muy difícil realizar un proceso que cumpla con una situación democrática mínima”, dice Aziz Nassif.

El senador del PAN, Roberto Gil, dice que es temprano para decir qué partido va a ganar en los procesos locales o cómo va a llegar el PRI porque también será “un proceso de calificación al gobierno federal, al presidente Enrique Peña Nieto y a las reformas que se avalaron”.

El senador panista y primer gobernador de oposición, Ernesto Ruffo Appel, señala que la alternancia no se ha dado en todos los estados porque la evolución política nacional ha sido muy lenta debido a falta de oportunidades.

El reto de los partidos en 2015, dijo, será encontrar perfiles comprometidos con los problemas nacionales, incluso en candidaturas independientes.

“El ambiente o la realidad feudal de México, en la que poco se debate, se controla, se condiciona, y eso se refleja en la vida política de algunas regiones del país y eso me explica por qué algunos estados no han tenido alternancia política.

Y otros, la hemos tenido, pero los cambios no han sido tan rápidos”.

Para el ex gobernador los partidos deben abrirse a buscar hombres y mujeres con capacidad y trayectoria, identificados con una filosofía, “pero no restringidos a las camarillas políticas”, y establece la posibilidad de que las candidaturas ciudadanas les den “oxígeno” a los partidos y permitan refrescar las posturas de los políticos tradicionales.

 

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