Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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ESTADO LIBERAL, DE DERECHO, SOCIAL Y DEMOCRÁTICO

domingo, 30 de noviembre de 2014
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Hace algún tiempo, Mario E. Velasco publicó un ensayo sobre el liberalismo, y lo tituló: Liberalismo: ¿Bestia redentora o falso mesías del tiempo mexicano? Inicia su texto con una obligada mención, como debe ser si de liberalismo se habla, de don Jesús Reyes Heroles: “El liberalismo mexicano nació social”.

Explica Reyes Heroles en su obra, la razón de tal sentencia, al calor, primero de la exacerbada exaltación que del individualismo hicieron sus creadores y cuyo contenido trascendió en todos los países donde se adoptó.
El individualismo como emblema del Estado liberal, condiciona el éxito personal a las habilidades propias o adquiridas de cada quien para sobresalir en la vida.

Así, en lo que se refiere a la economía, señala Mario E. Velasco, refiriéndose a, Adam Smith y David Ricardo, el propio Estado liberal es capaz de corregir, por sí mismo, cualquier deficiencia, sin la intervención gubernamental.
Cierto entonces, lo que don Jesús Reyes Heroles afirma, refiriéndose al documento “Los Sentimientos de la Nación”, los insurgentes establecieron desde ese entonces, las bases de una nación liberal, con un agregado en la Carta de Apatzingán, referido a los ideales de la Ilustración francesa, con lo que desarrollaron una especie nueva de Estado liberal: el socio-liberalismo, al pasar de colonia a república.

Velasco concluye su ensayo con tres apartados, sintetizados, pienso yo, en epílogo.
Mismo que bien que vienen al caso, por los tiempos presentes de reformas y transformaciones sociales, políticas y económicas que miran, con buen ojo no hay duda, mucho hacia el fututo y poco al pasado, en busca de una puerta de entrada a la globalidad económica y social.

Lo que ahonda por desgracia, para México, son las resistencias a salir del Estado benefactor, sistema de gobierno cuyo mayor colapso se dio en 1972 en Japón, país donde mejor se instrumentó al término de la Segunda Guerra Mundial.
Aceptado es, por otra parte, que el liberalismo surge como tesis política y corriente de pensamiento moderna de la oposición al y los regímenes monárquicos, en quienes residía la soberanía por mandato divino.

Y que para fortuna de todos, pronto se une al republicanismo o gobierno de todos, de donde nacen las dos formas actuales de gobernar: el parlamentarismo y el presidencialismo.
La Revolución de 1910 fue, luego entonces, un movimiento modernizador opuesto al liberalismo democrático de Juárez y al liberalismo autoritario de Porfirio Díaz.

De cuyas contradicciones deviene una Constitución (la de 1917), que recoge: las garantías individuales del liberalismo de 1857, las garantías sociales emblemáticas de la Revolución mexicana, un gobierno que aglutina a los caudillos y un partido político que encausa las ambiciones de poder de tales jefes políticos.
Es así que conviene, ahora más que nunca, no perder de vista, en el actual momento transformador mexicano, que el Estado liberal mexicano es social, es de derecho, es democrático y es constitucional, y que por tales razones, está llamado a proteger al ciudadano de los excesos del soberano.
GRACIAS POR SU TIEMPO.


¿Sabía usted?
Mr.

Kuinkelly

Juan Diego (1474-1548), fue un indígena chichimeca, nacido en Cuautitlán, hoy Edo. de Mex., y murió en la Villa Guadalupe, hoy D.F.

Su nombre en náhuatl era Cuauhtlatoatzin, que significa “el águila que habla”. De acuerdo con la tradición, en el cerro del Tepeyac se le apareció la Virgen de Guadalupe cuatro veces, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, quien le encomendó cortar unas rosas florecidas en pleno invierno en lo alto del cerro y llevarlas en su ayate (tipo de morral de ixtle) al obispo, fray Juan de Zumárraga, para decirle que en ese lugar quería que se edificara su templo.
Cuando Juan Diego entregó las flores al obispo, milagrosamente la imagen de la Virgen (a quien luego los españoles llamaron Guadalupe) estaba impresa en el ayate.

Entonces, el prelado mandó edificar una ermita, en la que Juan Diego vivió el resto de sus días. Fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, por el Papa Juan Pablo II, y la iglesia católica celebra a San Juan Diego, el 9 de Diciembre.
¡Si no lo sabía usted, créalo porque es cierto!

 

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