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Esquizofrénico libra "in extremis" ejecución

Scott Panetti, que según los informes médicos sufre esquizofrenia, asesinó en 1992 a sus suegros y secuestró a su esposa y a su hija de tres años en Fredricksburg (Texas), hasta que fue detenido horas después del crimen. EFE/Archivo
El preso esquizofrénico Scott Panetti se libró hoy "in extremis" de la inyección letal que el estado de Texas (EEUU) le tenía preparada en la cárcel de Huntsville gracias a la decisión de un tribunal
miércoles, 3 de diciembre de 2014
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Austin (EE.UU.), 3

AGENCIA / EFE

El preso esquizofrénico Scott Panetti se libró hoy "in extremis" de la inyección letal que el estado de Texas (EEUU) le tenía preparada en la cárcel de Huntsville gracias a la decisión de un tribunal, que detuvo una ejecución que había sido rechazada por la ONU.

Fueron los jueces de la Corte de Apelaciones del Circuito Quinto de Estados Unidos los que fallaron a favor del preso, que ahora tiene 56 años, al considerar que sobre el caso pesaban "cuestiones jurídicas complejas".

"Suspendemos la ejecución, a la espera de nueva orden, para poder examinar a fondo las cuestiones jurídicas complejas que se han planteado con demora y que atañen el caso", reza el fallo de este tribunal con sede en Nueva Orleans (Luisiana) y jurisdicción sobre Texas.

Los jueces dieron así la razón a los abogados de Panetti, Greg Wiercioch y Kathryn Kase, que alegaban que el preso no había sido sometido a ningún examen de competencia psicológica en los últimos siete años y que eso era un motivo más que evidente para suspender la ejecución.

La Corte de Apelaciones del Quinto Circuito era una de las tres opciones que le quedaban a Panetti, que ya contaba las horas de vida con los dedos de las manos cuando se detuvo su ejecución.

Hace unos meses, en mayo pasado, este tribunal ya tomó una decisión parecida con otro preso de Texas con problemas mentales, Robert Campbell.

Las otras dos opciones de Panetti eran acudir a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos y al gobernador de Texas, Rick Perry, aunque este último no se ha caracterizado precisamente por indultar a presos en el corredor de la muerte.

Durante sus 14 años en el cargo, Perry ha supervisado la ejecución de 279 internos, más que ningún otro gobernador en la historia de Estados Unidos.

Algunas de ellas muy cuestionadas, como la de Kelsey Patterson en 2004 por un doble asesinato y, que al igual que Panetti, sufría esquizofrenia.

Panetti asesinó en septiembre de 1992 a sus suegros, Amanda y Joe Alvarado, y secuestró a su esposa y a su hija de tres años en Fredricksburg (Texas) hasta que fue detenido horas después del crimen.

Tres años después, el acusado se defendió a sí mismo ante el tribunal disfrazado de vaquero, achacó los crímenes a su alter ego "Sarge" y trató de llamar a más de 200 testigos, entre ellos al expresidente John F. Kennedy, al Papa Juan Pablo II o a Jesucristo.

Desde entonces, ha sido hospitalizado por psicosis y delirios en múltiples ocasiones.

Los abogados del condenado emitieron un comunicado en el que consideraron el fallo de la corte de apelaciones como el "primer paso de un proceso que demostrará claramente que Panetti sufre una enfermedad mental severa".

"La enfermedad del señor Panetti, esquizofrenia, estuvo presente durante años antes del crimen, afectó profundamente a su juicio y parece haber empeorado en los últimos años", alegaron Wiercioch and Kase.

Lo cierto es que más allá de la labor de los abogados, el caso del preso esquizofrénico traspasó fronteras y generó el rechazo de personalidades y organismos, entre ellos Naciones Unidas.

El martes, dos relatores especiales de la ONU, el sudafricano Christof Heyns y el argentino Juan Méndez, hicieron desde Ginebra un "llamado urgente" a las autoridades estadounidenses para detener la ejecución.

"Llevar adelante la pena de muerte bajo estas condiciones puede considerarse como una ejecución arbitraria", alertó Heyns, relator especial de las Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias.

Incluso la exesposa de Panetti, Sonja Alvarado, hija de las víctimas, dijo en 1999 a través de una declaración jurada que el condenado "padece una enfermedad mental y no debería ser ejecutado".

Texas cierra así 2014 con diez ejecuciones, el número más bajo desde 1996.

Con 518, este estado sureño es el que más presos ha ejecutado desde que se reinstauró en 1976 la pena de muerte en Estados Unidos, que suma 1.392 muertos en todo el país.

 

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