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Pueblos Mágicos de Tamaulipas, buena opción invernal

Tula y Mier cautivan a quienes viven, conocen y disfrutan de la historia
viernes, 19 de diciembre de 2014
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CD.VICTORIA, Tamaulipas.- Tal parece que sus calles empedradas, fachadas coloniales, plazas y casonas, el tiempo no ha pasado, la perfecta conservación de sus edificios y caminos sorprenden a cualquiera.

Tan pintorescos lugares, llenos de tradiciones forman parte de un atractivo turístico del estado que conservan aun su cultura, mitos y leyendas: Tula y Mier, los pueblos mágicos de Tamaulipas, son una excelente opción para visitar en temporada invernal.

Los Pueblos Mágicos de México se han convertido en un segmento de mercado turístico para nacionales y extranjeros que gustan de disfrutar las tradiciones, gastronomía, artesanías, la arquitectura y todo lo que envuelve la cultura mexicana, además de ser una oferta innovadora y original, basada en la historia y actividades propias del lugar, así como de la aventura y deporte extremo en escenarios naturales, o la simple pero única, cotidianidad de la vida rural.

Tula y Mier forman parte de la oferta turística de pueblos mágicos de México. Tula, en Tamaulipas se ha convertido en un destino de excelencia que mueve alrededor de 50 mil visitantes al año.

Está ubicada al suroeste del Estado de Tamaulipas y fue fundado desde 1617, es un destino turístico que invita a recorrer la historia del Estado, al conservar su cultura en sus 498 construcciones coloniales consideradas monumentos históricos, por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y un catálogo de más de 1500 edificios construidos antes de 1900.

Tula es la ciudad más antigua de Tamaulipas, de donde es originaria la cuera tamaulipeca, símbolo artesanal tamaulipeco y de reconocimiento nacional e internacional, con una bellísima plaza que en su centro tiene un kiosco de la época porfiriana de hierro calado, así como algunas casonas de estilo neoclásico.

Frente a esta plaza se erige la iglesia en honor a San Antonio de Padua, construida a finales del siglo XVIII y que ostenta un reloj, considerado uno de los símbolos tultecos.

 

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