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“El destino: la cárcel o el panteón”

Juan ha vivido toda su vida en la colonia Mesa Colorada, una de las más conflictivas del municipio de Zapopan, en Jalisco.
martes, 30 de diciembre de 2014
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MÉXICO, D.F., diciembre 30 (EL UNIVERSAL).- Juan ha vivido toda su vida en la colonia Mesa Colorada, una de las más conflictivas del municipio de Zapopan, en Jalisco.
Quienes conocen la colonia saben que el paisaje se caracteriza por la pobreza, la inseguridad, la falta de servicios básicos, las calles de tierra, la ausencia de alumbrado y las pandillas de jóvenes y adolescentes desocupados que se han apropiado de cada cuadra del barrio.

El cártel de Jalisco Nueva Generación es quien controla la plaza.
Juan accedió a contar su testimonio, no en Mesa Colorada, sino en la colonia Jardines de Nuevo México, también dentro de Zapopan.

Él ya ronda los 20 años, estudia la preparatoria y planea hacer una carrera en Diseño Gráfico, algo inusual para alguien que creció entre pandillas, armas y violencia.
En Mesa Colorada abundan las pandillas, pero hay cuatro que son las más fuertes.

Juan pertenecía a una de ellas. Ingresó cuando tenía apenas 14 años.
–¿Todos pertenecen a alguna pandilla en tu colonia?
–La mayoría de mi zona sí.
–¿Como cuántos eran en tu pandilla?
– En mi pandilla éramos como 60.
–¿Y el más chico cuántos años tiene?
–Cómo 12 años –y agrega– Hay una pandilla de puro morrito y morritas… hay niños hasta de 10 años.
Para él, lo mejor de estar en una pandilla eran las fiestas, pero no todo fue agradable.

Las rivalidades entre las bandas de la colonia frecuentemente terminan en riñas; y las riñas, en muertos.
–¿Qué es lo más duro que has vivido dentro de la pandilla?
–Veníamos de una fiesta y llegaron los de otra pandilla y se armaron las broncas y a un amigo le tocaron unos balazos.
–¿Y murió tu amigo?
–Sí, murió.
–¿Cuántos años tenía?
–Mi amigo tenía 14.
–¿Y tú?
–Yo como 16.
Lo que le sucedió a su amigo no es un caso aislado.

En los últimos diez años fueron asesinados 5 mil 470 niños y adolescentes mexicanos con un arma de fuego.
Juan llegó a tener una de esas armas en sus manos.

Para adquirirlas algunos venden droga pero incluso hay otros a quienes “la mafia se las regala”. Sólo así uno puede explicar por qué muchachos que viven en entornos de pobreza consiguen armas que en el mercado se venden en varios miles de pesos, algunas de uso exclusivo del Ejército.
–¿Conoces a alguien más de tu grupo que haya salido de una pandilla?
– Todos se quedaron adentro.
–¿Cuál es el desenlace que tienen allí?
– Pues el destino que tienes allí quedándote es la cárcel o el panteón, porque diario hay riñas o balazos.
Por la seguridad de Juan en este reportaje se empleó un nombre ficticio.


EL UNIVERSAL

 

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