REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

domingo, 11 de enero de 2015
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…”Y bajó (Jesús) con ellos (María y José) y volvió a Nazaret y estaba sometido a ellos, y su Madre conservaba todas estas palabras que les hablo”… (Lc. 2, 51)

La Sagrada Familia formada por el Niño Jesús, su madre María y su padre putativo José, son el vivo y único ejemplo de toda familia católica, que aprendiendo de su santidad y espiritualidad, en ascenso constante al cielo como el humo del incienso, es la perfección de su alma forjada en las condiciones de vida más sencillas, como un atado de voluntades que cada día fueron fortaleciendo y armonizando en el amor a Dios, como dice San Agustín;…”Donde no hay celo no hay amor”…Y como en ellos el amor es punto de afinidad, la consecuencia es la comprensión y el entendimiento, poniendo a Dios en el centro de su vida, sus actos giran en su derredor, enseñándonos que este es el camino y el medio por el que se vencerán los embates que desconciertan y desajustan el orden familiar, cuando se carece del amor al Señor.

Reconociendo que Jesús es la fe, María la esperanza y José la caridad, vemos en ellos la conjugación perfecta de una vida virtuosa que excede desde la cueva de Belén, a la humilde casa de Nazaret y en Egipto, tierra pagana, se fortifica la unión perpetua de la Sagrada Familia, que Jesús con su sola presencia santificó para siempre.

Es necesario la práctica de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) en toda familia cristiana, es el camino para glorificar a Dios, cimiento que construye el edificio del hogar familiar como fue la Sagrada Familia, ha sido para enseñanza nuestra, la docilidad y acatamiento de la obediencia.

En la obra: Las Glorias de San José, refiriéndose a la obediencia del Santo Patriarca;…”San Mateo nos dice, que después que el ángel hizo de parte de Dios la entrega de Jesús y María a José, le fue exigido inmediatamente el acto más perfecto de obediencia:…”Huye a Egipto y permanece allí hasta que te diga, y José, levantándose de noche se fue a Egipto” Sin contradecir, sin excusarse, sin murmurar, sin pedir condiciones, ni explicaciones y sin siquiera reflexionar sobre la obediencia, José obedece en lo más difícil y penoso, doloroso y afligido, como obedeciera en lo más feliz y gustoso”…José obró con la responsabilidad que reza su letanía;…”Jefe de la Sagrada Familia; Custodio purísimo de la Virgen y Padre nutricio del Hijo de Dios”…De donde tomaran ejemplo los padres de familia.

Jesús siendo Hijo de Dios, se somete y obedece a la paternidad de José su padre putativo y a la maternidad de María su madre, donde no existe el abuso, engaño y mentira en ninguno, pues cada uno se excede en su obligación para con Dios, lo que está hoy muy lejano de la realidad que debiera ser, en los padres de familia que carecen de esta obligación, razón por el que las cosas no andan en familia no andan bien.

La relación familiar entre Jesús, María y José, ejemplo de armonía y santidad. José tiene conocimiento de que Jesús, Hijo de Dios vivo, ha sido puesto por Dios bajo su responsabilidad, de ahí su diligencia en todo momento, dice Gerson;…”Cada deseo de José, era obedecido por el Hijo y por la Madre, no como una súplica, sino como un mandato”…De donde entendemos, dice la obra;…”Jesús, sujeto a José, de quien dependen todas las criaturas, que ha creado los cielos; Jesús que ha fabricado la aurora, formado el sol, ordenado las estrellas, que tiene por tarima de sus divinos pies a toda la tierra, y que le sirven con estupor millares de ángeles y mucho mas, pues ese Jesús, está sujeto a José, y sin embargo, José manda a Jesús, y Jesús obedece a José”…Admirable la paternidad de José, San Bernardo de Claraval profundiza y exclama la siguiente sentencia…”Que Dios obedezca al hombre, es una humanidad sin ejemplo; pero que el hombre mande a Dios, es una excelencia sin segunda”…Vayamos a María, es la humildad y laboriosidad de madre amorosa, su pasión es confortar a Jesús, ha convertido su regazo en morada de descanso del Hijo de Dios, desde que el Espíritu Santo lo depositó en sus brazos, cumplió lo que el ángel dijo a María;…”Será Grande y será llamado el Hijo del Altísimo, y su reino no tendrá fin”…
El Niño Jesús recibe lecciones de su piadosa Madre, aunque Él siendo fuente inagotable de la sabiduría divina la transmite a la Madre, porque ha venido al mundo para cambiar las creencias y la falsedad de los hombres, por lo que no era lógico, aprender de los hombres.

María nunca fue Madre inoportuna, siempre guardó los momentos espirituales de su Hijo Jesús, comprensiva de su misión, será para nuestro bien imitar a María, depositando como ella nos ha enseñado: fe y confianza en Jesús.

Prevalece en la Sagrada Familia la virtud de las virtudes: la caridad, lazo que une a Jesús con María y José, sino a toda familia cristiana que tiene como fuente de inspiración las obras y bienes de la Sagrada Familia, que en todo acto de Jesús se manifiesta su espíritu caritativo al lado de sus padres; Jesús es caritativo con María su madre y con José su padre de la tierra, destacando en el amor a Dios y al prójimo, así los bienes recibidos de la pobreza de los pastores, José los distribuye a no dudar entre los necesitados de Belén, igual fue con los tesoros entregados por los Reyes Magos, José los distribuye entre los pobres de Nazaret, en Egipto fue el mismo proceder, porque la santidad de la Sagrada Familia, teniendo a José como cabeza, se finca por la fe en Dios, que los llevó a ser caritativos, tanto en bienes espirituales como en los materiales, donde estuvieran obran con la misma caridad.

La caridad, virtud que se cultiva, se gana y se convierte en hábito cuando de corazón se practica, esta perdurará como bien del alma, reflejando en la familia católica, que cumple la enseñanza de Nuestra Santa Madre Iglesia;…”La caridad, une las virtudes en un haz sólidamente trabado: o bien, porque la caridad es el lazo que une a todos los fieles”…
San Lucas y San Mateo nos dan a conocer como fue la relación de María y de Jesús para con José al decir;…”José esposo de María”…En ello comprendemos con devoción lo que el evangelio afirma: María es la esposa de José, por tanto María, la reina del cielo, la Señora de ambos mundos, la Madre de Dios, se humilla ante José como su superior, lo llama señor suyo y le está sujeta con una obediencia pronta, de ello Gerson exclama admirado;…”A la verdad no sé que haya en esto de mas admirable, o la humildad de María, o la sublimidad de José”... Grande es la enseñanza, y mucho que aprender de la Sagrada Familia, en ello debieran las familias, padres e hijos que se precian cristianos, imitar en lo que les parece inverosímil: las virtudes de amor, pureza de matrimonio, comprensión, entendimiento, obediencia a sus padres, vida de virtud, oración y frecuencia de sacramentos, a cambio se defienden “derechos” que en realidad son punto de disolución de la familia, porque nada tienen de valor moral, espiritual y familiar, sino de adulterio, de intereses materiales y conducta amoral y perversa, negando la responsabilidad familiar que se rehúye y niega.
Según pues la leyes de los judíos, toda familia de Israel, deberá ir tres veces a Jerusalén adorar en su sagrado templo al Dios de sus Padres, en ello la Sagrada Familia no estaba obligada, pues su casa de Nazaret era el templo donde reside Jesús, el Hijo de Dios, que es Dios mismo, pero ellos cumplen, para enseñarnos a no dejar de lado nuestras obligaciones para con Dios, como lo es también para quien gobierna la Nación, pues en ello José es ejemplo de obediencia, quien ejecuta esos mandatos que también cumplen María y Jesús, dice el evangelista…” Sus padres iban cada año a Jerusalén, por la fiesta de Pascua.

Cuando tuvo doce años, (Jesús) subieron, según la costumbre de la fiesta”…Inicia el penar de los padres de Jesús. No es obligado estar los sietes días que dura la fiesta de la Pascua en Jerusalén, pasado el acto los peregrinos regresan a sus lugares de origen, por lo general eran dos o tres días.

Al partir de regreso María y José, lo hacen confiados en que Jesús lo hará acompañado de sus parientes o conocidos al punto en que se reunirían para trasladarse a Nazaret, dice el evangelista;…” Mas a su regreso, cumplidos los días, se quedó el Niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen”…Al ver que llegan caravanas, parientes y amistades, preguntan por Él, ninguna razón de Jesús, de la inquietud, pasan a la zozobra; ¿Dónde estará? Al ver que no llega, enciende en su interior la preocupación.

Jamás dudaron de su obediencia y fidelidad, como de su cordura, seriedad y precaución eran razones por la que sus padres le daban libertad de movimientos, pero ahora desconcertados se disponen buscarlo ante la angustia de que nadie diera razón, les aflige y desconcierta.

¿Cuántos padres han perdido a sus hijos por un descuido y jamás los han vuelto a ver? ¿Cuántos se les ha perdido un hijo o hija pequeño o mayorcito por días, y por mas que se le busca no se encuentra, hasta que aparecen, mientras, cada día fue una aflicción, un tormento, una llaga que ardió en el corazón de los padres, viviendo una desesperación que no se detiene, eso mismo y mucho mas vivieron María y José, en ellos pesa la responsabilidad de cuidar y proteger al Hijo de Dios, no se detuvieron a pensar, que siendo Hijo del Señor, lo protegería de todo mal, no lo consideraron, haberlo hecho y tolerado hubiera sido grave para María y José ante Dios, por eso el saberse responsables nos han dado una lección espiritual: cuando el alma vive los pesares de los pecados graves que ha cometido y se angustia, entiende que por sus negligencias a perdido a Jesús, y no encuentra forma de recuperarlo, es cuando el tentador urde mañosos medios y formas de alejar al pecador a no reconciliarse con el Señor; ¿Cómo obran María y José? Profundizan en la oración, ruegan, suplicar, se abrigan a la voluntad de Dios.

María y José, no es de dudar que ambos elevan la oración de sumisión a Dios, cuando José obedece el anuncio del ángel y huye con la familia a Egipto, en María muestra la fe viva de su corazón al pronunciar la oración de la Anunciación cuando dijo;…”He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”…Volvía a su corazón el ruego de los padres; ¿Padre mío, dime, dónde encontrare la dulce mirada de tu amado Hijo objeto de mis sus complacencias? Dice el evangelio;…” Pensando (Sus padres) que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos.

Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca”…
Dios ve lo profundo de su corazón e inspira a sus padres el camino para encontrarse con Jesús, su mente se fue aclarando, el Niño no andaría vagando por las calles de Jerusalén, estaría en el templo, he aquí otra enseñanza, al perder a Jesús por nuestros pecados, hay que ir a buscarlo arrepentidos en la Iglesia, en el Sagrario esta día y noche esperando conceder su misericordioso perdón;…” Y, al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos.

Y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas”…Aprendamos, ninguno de los doctores fue iluminado por el Espíritu Santo, para reconocer que la sabiduría de ese Niño es la del Mesías que esperaban, a ninguno fue permitido, porque en ellos no había fe, es posible que su alma no estaba en el orden espiritual deseado por Dios, y se quedaron sin entender quien estuvo ante sus ojos, solo admiraron su sabiduría y sus aciertos; aprendamos, lo mismo puede sucedernos: decimos creer y no obramos, decimos ser católicos y estamos alejados de Dios, decimos: yo soy cristiano y asisto a misa, soy del coro, de los grupos de la Parroquia, todo es forma, pero el interior del alma esta lejos del Señor.
…” Al verlo (sus padres) quedaron admirados y le dijo su Madre: Hijo, ¿Por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”…María y José sintieron que su corazón se hundía en un mar de gozo al encontrarlo, no es de dudar que María y José lo abrasarían con gran ternura, han encontrado a su bien amado objeto de su amor, viviendo el Niño Jesús en su interior la bondad, demostración de amor, devoción y pasión, como la limpieza afectuosa de la entrega de María y José.

Veamos, María obro no como tantas madres de familia, menospreciando la autoridad del Esposo, aunque no sea listo o audaz, y dicen, si lo dejo no sabe que hacer, en vez de hablar en la intimidad del hogar y ponerse de acuerdo; María mostro respeto a su esposo como enseñan los evangelios, dio la primacía a José, aunque este no habló, a lo que Jesús;…” Les respondió: ¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?”…La voluntad de su Padre, es todo para Jesús, últimas palabras de Jesús, registradas en los evangelios, se vuelve escuchar a la edad de treinta años al iniciar su vida pública.

María y José conocen su divinidad y la razón de su venida al mundo, y creen ser la razón por la que les dejo, mas en medio de la tensión y de los doctores;…” Ellos no comprendieron las palabras que les habló”…
…”Y bajo con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, y su Madre conservaba todas estas palabras (repasándolas) en su corazón.

Y Jesús crecía en sabiduría, como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres”… José vivirá todavía dieciocho años, y será dichoso, tener a Jesús por aprendiz en los trabajos de carpintería, enseñarlo a manejar los instrumentos, y ver como iba haciendo lo que le enseño y era obedecido en todo.

Así como en Jesús, cada uno tiene a su responsabilidad un gran negocio: hacer suya la redención de Jesús, por lo que todo lo que obre este supeditado al fin de la salvación del alma.
hefelira@yahoo.com

 

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