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En un simposio organizado por la Academia, científicos de diversos campos coincidieron en señalar que es necesario un cambio de gestión y de mentalidad por parte de las autoridades si se quiere no sólo superar la actual crisis sino evitar otras en el futuro.
En palabras de José Galizia Tundisi, miembro de la Academia y del Instituto Internacional de Ecología, "es necesario un cambio drástico en la gestión".
Galizia destacó la descentralización del control de las cuencas hidrográficas, el aumento del tratamiento de aguas residuales y la pérdida de recursos a lo largo del sistema de distribución como claros ejemplos de esta necesidad.
El botánico mencionó el caso de la ciudad de Belem, capital del estado de Pará, donde "se pierde hasta el 60 % del agua ya tratada en la red".
El ingeniero Luiz Pinguelli Rosa, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Ufrj), declaró que "infelizmente" no se tomaron a tiempo las medidas necesarias para economizar el uso del agua.
"Prevemos un año muy difícil", dijo Pinguelli, quien añadió que entre las medidas necesarias para encarar el problema destacan "incentivos para la reducción del consumo".
La Academia lamentó con vehemencia la falta de comunicación efectiva que existe entre quienes analizan el problema y quienes toman las decisiones.
"Yo quiero que me ordenen", llegó a afirmar Paulo Canedo, jefe del Laboratorio de Hidrología de Instituto Alberto Luiz Coimbra.
"En una situación de racionamiento se obliga a las familias a adoptar la reducción", declaró Canedo, "mientras que con la racionalización no se reduce, sino que se pide a las familias que reduzcan en la medida que les sea posible".
Canedo incluso criticó la actual legislación brasileña que le da prioridad al uso del agua para el consumo humano, ya que esta política no evita malgastar recursos "regando con una manguera o no cerrando correctamente el grifo", mientras que la escasez hídrica pone en peligro otros campos fundamentales como la sanidad o la energía.
Algunos miembros hicieron especial énfasis en que la escasez de agua no sólo genera falta de abastecimiento en las viviendas, sino que además afecta a numerosos sectores como el sanitario, el energético, el financiero o el ecológico.
"Cuando se habla de agua y salud no existe un plan B", recalcó Sandra Azevedo, directora del Instituto de Biofísica Carlos Chagas Filho de la Ufrj.
El número de los casos de dengue registrados en el país aumentó un 57 % en enero y el Gobierno brasileño atribuyó, en parte, ese crecimiento a la sequía que afecta a la región sureste del país.
El investigador del Centro Nacional de Control de Alertas y Desastres Naturales José Marengo se lamentó de que Brasil no haya "aprendido nada" de la sequía de 2001, que generó una crisis energética y obligó al Gobierno a racionar la electricidad.
Marengo señaló que tendría que llover un "50 % por encima de lo normal" durante la estación de lluvias, que en Brasil termina en abril, para empezar a dejar atrás la crisis hídrica del sureste del país, la más grave desde 1930 y que pone en riesgo el suministro de agua y energía en la región más poblada y rica de Brasil.