Alíber López

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“Cuando un amigo se va”
sábado, 21 de febrero de 2015
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Cuando un ser querido se va, cuando un ser humano fallece, se viven múltiples experiencias, se dan varias despedidas, se emiten señales diversas, entre el ser que se va y los familiares cercanos y lejanos que se quedan.

Si bien todos vamos comprendiendo, a medida que crecemos, que la vida humana no es para siempre, nunca queremos despegarnos de ella, aunque en múltiples ocasiones entendamos, al observar a nuestros progenitores que llegan lejos en la edad, como así lo dijo Julio Scherer García, fallecido al arranque del presente año, que es mejor “morir a tiempo”.
Don Sidronio Aguilar Gallardo de origen guanajuatense, falleció el pasado 18 de febrero a los 84 años de edad.

Formó en sus 68 años de matrimonio con Doña Tomasita Vela, una familia integrada por 4 hombres (Alfredo, Jorge, Rogelio y Abel) y 3 mujeres, (María Antonia, María de la Luz y María del Rosario), todos profesionistas que forman parte importante de la estructura social de Matamoros.
Don Sidronio percibió la llegada de los últimos días de su vida y se preparó para la partida, arregló sus asuntos con la familia y sintió el afecto de su esposa, sus hijos, sus nueras y yernos, sus nietos y sus bisnietos.

Cuando ya no pudo hablar, trasmitió su sentir a través de su mano cálida. Esa fue su primera despedida; de su segunda despedida no fue consciente don Sidronio, la brutalidad al pasar del ser, al no ser, muchas veces es tremenda.


Su tercera despedida fue en la funeraria donde familiares y amigos velaron el inicio de su sueño eterno; la combinación de risas y llanto, encuentros y reencuentros de familiares y amigos, pudieran semejar la vida cotidiana de momentos felices y amargos, risa y llanto a lo largo de la vida; la cuarta y última despedida, fue la más emotiva.

Al llegar a su “última morada”, que en realidad no es la última en la creencia de muchas familias religiosas, la familia se enfrenta a la separación ineludible de la vida mostrada con hechos contundentes; eleva la sensibilidad de los deudos en forma radical.

Como la familia, muy unida por cierto de los Aguilar Vela, es muy amplia, el contagio con los amigos cercanos y lejanos se deja sentir; más aún cuando un dueto musical empieza a entonar canciones relacionadas con la vida y la muerte, con Guanajuato donde “la vida no vale nada”, “comienza siempre llorando y así llorando se acaba”.

Si la magia existiera, el mensaje de toda la familia abrazándose, a don Sidronio Aguilar, en los momentos de la interpretación de la música que siempre gusto al deudo, debió llegarle hasta el corazón, como a todos los asistentes a su despedida.

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Descanse en paz, Don Sidronio Aguilar Vela.

 

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