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A nivel mundial, estos defectos al nacer afectan a uno de cada 33 bebés y causan 3.2 millones de discapacidades al año. En conjunto con la prematuridad, la asfixia y la sepsis (respuesta del cuerpo a una infección bacteriana) representan más del 44% de los fallecimientos en la niñez.
Se calcula que cada año 270 mil recién nacidos fallecen durante los primeros 28 días de vida debido a estos padecimientos, los cuales constituyen la cuarta causa de muerte neonatal, después de las complicaciones del parto prematuro, las relacionadas con las infecciones neonatales y las vinculadas con el parto.
Las enfermedades graves de nacimiento más frecuentes son las malformaciones cardíacas, los defectos del tubo neural y el síndrome de Down.
Aunque es difícil identificar su causa, en general, las anomalías congénitas pueden tener un origen genético, infeccioso o ambiental.
La ingesta suficiente de ácido fólico y yodo durante el embarazo, la vacunación contra la rubéola a las mujeres (que pueden transmitirla a sus hijos antes del nacimiento) y los cuidados prenatales adecuados constituyen algunas medidas clave para prevenir defectos de nacimiento.
Por ello, la OPS y OMS, junto con otras organizaciones, impulsaron la conmemoración del Día Mundial de los Defectos de Nacimiento el 3 de marzo, con el fin de generar conciencia sobre el impacto de estas enfermedades.
EL UNIVERSAL/MM