Ma. Teresa Medina Marroquín

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El obstáculo es la miseria moral

lunes, 23 de marzo de 2015
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En el nada remoto caso de que alguien me preguntara si México es un país donde la desavenencia entre hermanos y el bajo nivel moral son uno de nuestros grandes males, sin pensarlo mucho le contestaría afirmativamente.
Y la respuesta no sería injusta ni arbitraria sino real, partiendo desde que Hernán Cortés arribó a nuestras tierras, saqueó brutalmente sus riquezas e hizo su regalada gana hasta cambiarnos la religión.
Luego nos convertimos en un pueblo permanentemente mediocre y empobrecido que a mediados del siglo XIX perdió (a punta de cañón y bayoneta) el 54.4% de su territorio.
Recordemos que México tenía originalmente una superficie de 4 millones 276 mil kilómetros cuadrados, de los cuales nos arrebataron 2 millones 318 mil, quedándonos con apenas 1 millón 960 mil kilómetros actuales.
Hoy en día seguimos igual, con una crisis que nos golpea hasta el alma y se manifiesta de muchas formas pese a las riquezas que tanto presume nuestro gobierno que tenemos (Kimosabi).
Riquezas de las cuales se han llevado los extranjeros cerca de mil 700 toneladas de oro y más de 230 mil toneladas de plata a lo largo de cinco siglos, según informa la estadística histórica del INEGI.
¿Qué nos pasa?, cuestionaba implacablemente hace casi 30 años en televisión el comediante Héctor Suárez, y en cuya sátira solíamos burlarnos de nosotros mismos.
¿Qué nos pasa que ni siquiera hemos logrado un campeonato mundial de futbol? ¿Qué pasó con la promesa de José López Portillo de que ya nadie nos volvería a saquear?
Pero, acá entre nos, no todo está mal: sustituimos la urgente reconstrucción nacional por las fiestas y el guateque, donde sí podríamos ocupar uno de los más destacados lugares del mundo, sino que hasta la primera posición.
Y lo más impresionante de todo ese regocijo es que si no hay dinero, de todas formas la pachanga se hace gozosamente y sin remordimiento de conciencia.

Ya mañana será otro día y para eso están los usureros de a 10, 15 ó 20 por ciento de intereses mensuales. El país poco importa.
EL DIABLO QUE LLEVAMOS DENTRO
El Papa Francisco acaba de declarar que los conflictos y la violencia que golpean a México son un castigo del diablo debido a su histórica devoción católica, “pero que la solución a esta problemática exige a todos los mexicanos poner el hombro”.
Es decir, tomar partido, gobierno y sociedad, en favor de nuestros valores que según la historia siempre han estado perdidos, y restablecer una gobernanza que supere lo que no hemos hecho en 500 años.
¿Podremos hacerlo? Esa sería la pregunta.

Pero, ¿cómo lograrlo si nos encanta vivir sin respetar las reglas, cuyo mal el propio presidente Enrique Peña Nieto ya dijo que se trata de un problema cultural, aunque por ahora no creo que él sea el más indicado para expresarlo.
¿CUÁL ES EL PUNTO?
Esa sería la gran pregunta, la cuestión final, el meollo del asunto, que después de cinco siglos de relajo, desorden, traiciones, guerras, saqueos, robos en poblados y despoblados, enfrentamientos políticos y una creciente sordidez moral, ¿podremos aún enderezar el rumbo del barco?
Porque la intención no sólo es como la refiere el gran Mario Vargas Llosa, de que se escribe para llenar vacíos y desquitarse contra la realidad.

Más bien creo que se escribe y se critica para llegar, en nuestro caso, a una reflexión profunda, mucho más allá de que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen.
Antes lo hemos dicho con claridad: si queremos que México cambie, ese cambio tiene que empezar con una reforma al interior de nosotros mismos, y no sólo acudir a depositar nuestro voto sino investigar quienes son las mejores alternativas electorales y participar, como lo hacían los griegos, en los asuntos públicos, considerando que nuestro fracaso ancestral se debe a una patria que hemos mantenido enferma y resignada a sus heridas consecuencia de tantos atropellos y saqueos, y a la miseria moral de muchos políticos que hemos padecido y a los que ni siquiera les hemos reclamado lo que se llevaron con toda impunidad.
MISCELANEA.- Y a propósito de cambios, trascendió a nivel nacional el dato que dio a conocer el Grupo de Coordinación Tamaulipas encabezado por el Gobernador Egidio Torre Cantú y la captura de 122 operadores delictivos de Enero a la fecha.

Cifras que demuestran fehacientemente que cada día se fortalece más el orden social y el Estado de Derecho en la entidad. *** Otro político que llama la atención poderosamente es el diputado federal Enrique Cárdenas del Avellano que, fiel a su vocación, no se anda por las ramas para apuntarse como prospecto a la Gubernatura de Tamaulipas.

Su reconocido estilo de hablar las cosas con claridad y su amplia trayectoria le dan ese derecho que el priismo sin duda le respeta.
¡Feliz inicio de semana!
tessieprimera@hotmail.com
columnaorbe.wordpress.com

 

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