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¿Escuelas o bunker?

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DIRECTIVOS escolares y padres de familia toman medidas para garantizar la seguridad de los estudiantes.
* Instituciones educativas construyen bardas elevadas o aumentan el tamaño de las mismas, en busca de garantizar su seguridad
domingo, 29 de marzo de 2015
Por: Jesús Rivera/Reportaje
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"Parece cárcel",-dice un grafitti pintado en la barda de la preparatoria Francisco J. Mújica, de la colonia Aztlán.
Del 2008 a la fecha, instituciones educativas localizadas en diferentes sectores de la localidad optaron por construir bardas elevadas o aumentar el tamaño de las mismas, en un intento por proteger a los estudiantes, maestros y personal administrativo.
Hay, como en el caso de la Lauro Aguirre, escuelas que taponaron los espacios que habían dejado en las bardas de block como elemento de adorno.
En un recorrido que realizó La Prensa para verificar ésta nueva tendencia, se pudo apreciar que, efectivamente, los directivos escolares optaron por subir las bardas que ya había o por sustituir las vallas de malla metálica por otras de concreto.
Desde hace varios años, en las reuniones de padres de familia, el tema central es la seguridad de los alumnos.
Ya no basta el simple protocolo de “¡pecho a tierra!” cuando se escucha una balacera en la calle de enfrente.
Ahora es necesario tomar el toro por los cuernos y aislarse completamente, como un búnker, para evitar la entrada de las balas asesinas, así sea por un pequeño resquicio.
Uno de los primeros planteles en subir sus bardas, que se recuerde, es la Secundaria General número 9, Carlos Morales Sánchez, situada en la colonia Casa Bella.
La presencia de individuos sospechosos obligó a los padres de familia a tomar la decisión de invertir en la protección de sus hijos.
Los mismos muchachos o posiblemente personas externas pintaron el mensaje que ya casi se ha vuelto viral: "Parece cárcel".

LAS CIRCUNSTANCIAS

Corría el año 2009, más precisamente, el 17 de febrero, poco antes de las 10:00 Hs.
En la escuela primaria Felipe Carrillo Puerto, ubicada en boulevard Del Maestro con calle Fuente de Diana, todo se desarrollaba normalmente.
Los maestros impartían a los alumnos la clase del día, sin pensar en el infierno que se desataría momentos después.
De pronto, una ráfaga de metralla se escuchó ahí, apenas a unos metros de la entrada.
Asustados, alumnos y maestros corrían de un lado para otro sin saber qué hacer.

Los más avispados se reunieron en un rincón del salón de clases, siguiendo su instinto natural de conservación.
El tiroteo se prolongó por espacio de largos y angustiosos minutos, hasta que se perdieron en la distancia.
La noticia corrió como reguero de pólvora y poco tiempo después, centenares de padres de familia acudían para sacar a sus retoños y llevarlos a un lugar seguro, a como diera lugar.
Ese fue el principio de una sicosis que aún no acaba.
En el portal web del periódico El Expectador, se narraban así los hechos, el día 22 de febrero de ese año: “Las primeras dos horas de la batalla librada en Reynosa por las fuerzas de seguridad estatales contra los sicarios del narcotráfico sucedieron al frente de la escuela primaria Felipe Carrillo Puerto.

El enfrentamiento se inició a las 10 de la mañana el pasado martes, cuando elementos del ejército y la policía federal intentaron detener un convoy de camionetas sospechoso.

Sus ocupantes dispararon con rifles automáticos de alto calibre y explosivos, y los agentes respondieron al fuero. El combate podía observarse desde las ventanas del plantel educativo”.
El Universal publicaba: “Los niños entraron en crisis de nervios, situación por la que de inmediato decidimos decirles a los alumnos que todo era un simulacro de emergencia nacional y teníamos que cooperar”,-dijo un maestro.
A raíz de ese y otros sucesos que ocurrieron cerca de los planteles educativos, en horario de clases, el tema de la seguridad fue el punto focal en las reuniones de padres de familia.
¿Qué hacer, entonces, para resguardarlos y evitar daños colaterales que afecten a la población estudiantil?
Instituciones privadas y públicas empezaron a desarrollar un protocolo de seguridad que después se hizo obligatorio.
En caso de una situación de riesgo, las puerta de la escuela deben cerrarse, los alumnos y maestros deben guarecerse de posibles balas perdidas, evitar entrar en pánico y sobre todo, que nadie salga del perímetro del plantel hasta que las autoridades determinen que pasó la contingencia.
Pero ya que la mayoría de los edificios escolares contaban con bardas de malla metálica o de block, mismas que no garantizaban la seguridad de la comunidad, se optó por sugerir vallas más elevadas y fuertes.
Muchas escuelas desde fuera parecen verdaderas fortalezas.

No hay forma de asomarse hacia el interior si no se cuenta con una escalera.
Sólo aquellas instituciones que por su escasa matrícula o condiciones de poca liquidez económica no pueden solventar la construcción de una barda, permanecen vulnerables.
En el 2010 se puso en marcha un programa para dotar de cámaras de video vigilancia a más de cien escuelas localizadas en sectores conflictivos, pero con el paso del tiempo fueron vandalizadas, robadas o simplemente, abandonadas por falta de mantenimiento.
Los aparatos fueron montados en la entrada principal de acceso a dichas escuelas.
Ahora la intención es instalar una batería de hasta 8 cámaras en cada institución educativa, de las cuales, por lo menos una debe cubrir un ángulo de 180 grados.
En la escuela secundaria número 4, Marte R. Gómez, el Director de la misma, Francisco Pizano, desde hace varios meses que instaló diez video cámaras que cubren entre el 85 y el 90% de los patios y edificios.
Y sí, también se incrementó la altura de la barda perimetral.

PUNTO DE VISTA OFICIAL

Cuestionado sobre esta nueva tendencia, el titular del Centro Regional de Desarrollo de la Educación, Antonio Caballero Galván expresó que “la Secretaría lo que hace es resguardar las escuelas, y si el Director y los padres de familia están de acuerdo en que se eleven las bardas, la Secretaría no tiene problema con eso.

Los muchachos deben estar tranquilos estudiando y eso permite que estén en una seguridad y que no se nos salgan como antes, que se salían por la orillita.

Ya para poder salir tienen que hacerlo por la puerta principal, para no tener problemas que se han suscitado en algunas escuelas de que los alumnos se van de pinta y ya tenemos algunos problemas con ellos.

Se ha optado por subir las bardas, sobre todo para resguardar los bienes”.
-¿Alguna otra medida de seguridad?
-Se han puesto algunos protocolos para que los maestros sepan qué pueden hacer en algún momento, pero más que seguridad las bardas son para evitar robos.
-¿En situaciones de riesgo?
-En riesgo, se hacen protocolos con los alumnos para que si ocurre algún tipo de riesgo, ya sea incendio, balacera o de cualquier otra cosa, el protocolo que se sigue es resguardarse en la escuela y no salir hasta que no pase el problema que se está suscitando afuera.
-Estas escuelas, las que han levantando sus bardas, ¿tienen también guardias?
-No muchas.

Eso ya es cuestión de los padres. Nosotros lo que hacemos es poner la barda perimetral en algunas escuelas y ellos optan por subirlas más porque han tenido un robo o un problema de ese tipo.
-Incluso hubo una escuela donde unas personas tenían armas…
-Sí.

Por eso es lo que les decimos: que tengan mucho cuidado cuando contratan a alguien, que no tenga antecedentes, que sepan quien es, que sea conocido, porque los padres de familia son los que contratan a esa gente.
En conclusión, las escuelas de Reynosa tuvieron que buscar soluciones al acuciante problema de la inseguridad, no sólo del robo, como dijo el titular de Educación, sino por los frecuentes enfrentamientos entre grupos armados y las distintas corporaciones de seguridad.
Una de ellas, como se muestra en las fotografías, es elevar el nivel de las bardas y tapar hasta el último agujero.
Son los nuevos búnkers.

 

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