Rogelio Rodríguez Mendoza

Confidencial

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No se vale

viernes, 24 de abril de 2015
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La semana pasada en Reynosa y éste miércoles en Altamira, los tamaulipecos ahí radicados vivieron horas de angustia frente al tableteo de las armas, el llanto de las sirenas policiales, el aleteo de los helicópteros militares y el incendio de vehículos para bloquear las calles.
Muchas familias por decisión propia y otras inducidas por las mismas autoridades se enclaustraron en sus casas.

La recomendación oficial fue contundente: “Quédese en su casa. No se exponga”.
Desde luego el terror ciudadano fue inevitable.

Aunque la mayor parte de los tamaulipecos hemos aprendido a convivir con las llamadas situaciones de riesgo, es imposible no temer por uno mismo y los cercanos cada que hay enfrentamientos en la vía pública.
Es un miedo natural, entendible, justificable.

Frente al peligro de muerte el instinto aviva la adrenalina.
Lo que no resulta natural es que castiguemos a la autoridad por episodios como los sucedidos en Reynosa y Altamira.

No se vale.
¿Por qué no?, preguntará usted. Sencillo: porque lo sucedido en una y otra ciudad fue una consecuencia de acciones militares y policiales realizadas precisamente para combatir la delincuencia.
En otras palabras, la violencia ahí generada es resultado de la acción gubernamental contra esa delincuencia que tanto nos ha atormentado durante los últimos años.

En ambos casos, los estallidos de violencia fueron una reacción por la captura de jefes del narcotráfico.
“Los quisieron rescatar”, fue la explicación que en los dos casos dio la Secretaría de Gobernación, lo cual es creíble.
Por eso le digo que resulta injusto que culpemos al Gobierno de esa reacción violenta.

Sería tanto como exigirle a la autoridad que nos garantice que los grupos criminales no van a responder cada que les asesten un golpe, lo cual resulta imposible.
Si queremos que la paz regrese a las calles para que cada quien podamos hacer nuestra vida en plena normalidad como sucedía hasta antes del 2010, tenemos que dejar que la autoridad haga su trabajo.
Nuestra participación como sociedad en esa lucha será aguantar la angustia y la incertidumbre que nos provocan eventos como los de Reynosa y Altamira.

Ese es el precio que tendremos que pagar si queremos recobrar la tranquilidad.
No podemos esperar que el Gobierno derrote al monstruo sin disparos, sin enfrentamientos callejeros, sin violencia.

Es algo inevitable y debemos de entenderlo.
No es mi intención justificar ineficiencias e ineptitudes oficiales en el combate al narcotráfico, porque seguramente las ha habido, pero por lo menos en los sucesos de los últimos días en vez de criticar debemos aplaudirle a la autoridad.
¿No cree usted?
EL RESTO.
El Secretario General de la Sección 30 del SNTE, Rafael Méndez Salas, dejó su cargo para dedicarse de lleno a respaldar la campaña política de su partido, el PANAL, quien lo postuló para una diputación por la vía plurinominal.
El asunto no tendría nada de raro a no ser porque confirma una vez más la doble cara de los políticos.
Hasta hace algunas semanas, antes de que el PANAL definiera las candidaturas, Méndez Salas fue terco en negar la posibilidad de buscar una curul en la Cámara de Diputados.
Llegó incluso a molestarse frente a la insistencia de los reporteros porque cada que lo entrevistaban le hacían la misma interrogante.
Por esa y otras razones la sociedad no confía en los políticos.

Porque pocas veces o nunca hablan con la verdad.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com

 

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