En la opinión
Pbro Miqueas Cantú Garza
Uno de los elementos más importantes de la edificación, sostén y progreso es la disposición y la capacidad para dejar atrás el pasado.
El maestro es firme, fiel, feliz, fascinante, es poseedor de un recurso y de un bien perdurable sobre todo aquel que es instruido. El Judío reta y declara a través de los siglos: "para destruir a los judíos, hay que destruir a los maestros".
A decir verdad, en el proceso de transformación; nada se mueve, nada avanza sin emoción. Existe la imperiosa necesidad de mover el corazón.
La enseñanza instruye, forma, engrandece, y establece el arte de saberse conducir con las personas inquietas;
En la enseñanza es imprescindible la paciencia; ella, capacita para ver la perspectiva del alumno, produce sensatez, claridad, y estabilidad que tiene como propósito concentrarse sobre el tema.
En el maestro y maestra se ve la inteligencia caracterizada; la inteligencia fluida que viene de una herencia genética; la inteligencia cristalizada por el esfuerzo, disciplina y anhelo de superación; porque la inteligencia es luz vigorizante.
La inteligencia posee voluntad expresiva que resalta las virtudes; es el recurso "que todo lo ve", "lo sabe", "y todo lo puede". La inteligencia todo lo ve grande.
Cierto joven, pescando en el río; al sacar grandes peces, los volvía a echar al río; sacaba peces muy pequeños y los ponía en la morral; alguien lo observó y le preguntó: ¿porque los peces grandes los regresas al río? Él contestó: es que mi sartén mide 15 cm. La inteligencia nos impulsa a la superación y a la excelencia.
La inteligencia y el sentido común se abren paso con pocos recursos, así lo resume el autor anónimo. La inteligencia del maestro ideal da luz al pensamiento, al conocimiento, a la voluntad, a la razón y a los métodos; si no se usa la inteligencia para ser el bien, se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.