Jaime Elio Quintero García
Déjeme y le Platico de un Libro
“Amarres perros”, es el título del más reciente libro escrito por Jorge G. Castañeda, conocido comentarista, articulista, ex funcionario público y activista político.
En él narra su historial, desde su itinerante infancia y adolescencia hasta sus más recientes actividades personales. Se trata de un libro que como todos, merece ser leído y comentado, sin embargo éste es de particular interés conocerlo por la prosapia familiar que le antecede y la honestidad con la que el autor construye una narrativa que termina por ser admirable y ejemplar.
Comenta el Lic. Castañeda, que ingresó al Partido Comunista Mexicano a los veinticinco años de edad, en 1978, donde se encontró con personajes tan entrañables para izquierda idealista mexicana como Arnoldo Martínez Verdugo, Gerardo Unzueta Lorenzana, Marcos Leonel Posadas, Enrique Semo y Joel Ortega.
Algunos de ellos, cabe recordar, fueron candidatos presidenciales y otros personajes importantes en la historia y sucesos de la vida política y social mexicana durante la segunda mitad del siglo pasado.
Resulta interesante la referencia que en el texto se hace, al duro enfrentamiento interno entre las corrientes renovadoras y la dirigencia central del partido comunista de entonces; tal referencia incluye al autobiografiado Castañeda, quien a fe de ser sincero y claro −cosa que siempre se le ha agradecido−, recuerda cómo los renovadores fueron derrotados por el poder del comité central, suceso que a la postre dio por concluida su participación en dicha organización política.
La ambición, dice Castañeda, lo llevó a tan severo tropiezo.
Después y en coincidencia con el brillante paso de Don Jorge Castañeda (padre del autor), por la titularidad de la cancillería mexicana, se involucra en la vida y conducción de la política exterior en Centroamérica.
Nicaragua, El Salvador, Cuba y Guatemala fueron el foco de su señalado activismo político, de carácter honorífico, ciertamente importante para México, pues supongo debe haber servido de acercamiento entre nuestro país y las naciones del Caribe y la América central.
Andado el tiempo, se involucra de manera importante, como siempre lo hace, en la construcción de un suceso (posterior a la elección presidencial de 1994), que vendría a dinamizar el cambio democrático mexicano, casi al final del siglo XX.
Convencido −así lo afirma el texto del libro−, de que solo con la unión del PAN y el PRD, se podría vencer democráticamente al PRI.
El autor se lanza en compañía de otros mexicanos, a la inmensa y posteriormente imposible tarea de unir a estas dos fuerzas políticas tan distantes e históricamente antagónicas entre sí.
Dígame usted, amigo lector, si no es fascinante conocer y acercarse a la azarosa vida de un intelectual cuya tarea ha sido, para bien de todos y de México, viajar de una aventura a otra, de una utopía a otra más alejada de las realidades de esos momentos.
A quién no le va interesar quedarse con la enseñanza de vida que la propia vida de Jorge G. Castañeda ha construido a lo largo del tiempo.
Sin duda, los retos formulados, abordados y narrados en este libro, que hoy le invito a leer, hacen cierto el paradigma de que la ambición y sana codicia de vencer lo que al parecer es invencible, es factible y que además, resulta divertido y disfrutable por más adversas y difíciles que sean las circunstancias prevalecientes; siempre, vencerlas será una peripecia digna de contar y por supuesto de escuchar y leer con agrado y respeto.
GRACIAS POR SU TIEMPO
¿Sabía Usted?
Mr.
Kuinkelly
El diccionario de la Real Academia Española contiene 88,000 palabras, y se calcula que un hablante común, de cualquier parte del mundo, utiliza en promedio 300 palabras, y que una persona que lee periódicos, libros y revistas o textos en internet, alrededor de 500.
Por ejemplo, alguien dedicado a la escritura, que lee y escribe, utiliza como 3,000.
Para aumentar nuestro léxico, se aconseja el uso permanente del diccionario, consultando palabras cuyo significado se desconozca o bien, para aprender algunas que nos resulten extrañas con sólo hojearlo y pensar en ejemplos para su aplicación.
Créame que vale la pena, porque nuestro idioma es muy bonito, por su riqueza de palabras, agradable al oído y muy completo gramaticalmente.
Incluso coloquialmente, se dice que en inglés se habla de las cosas técnicas, el alemán para instruir a los perros, el francés es el idioma del amor, el italiano para cantar, y el español para hablar con Dios.
¡Si no lo sabía, créalo porque es cierto!