Melitón Guevara Castillo

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¿Voto útil o inutil?

martes, 26 de mayo de 2015
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Ya faltan menos días para el día de la elección. Y en estos días lo que arrecia es la guerra sucia y las mentiras de las encuestas.

Son los momentos en que, como ciudadanos, debemos reflexionar o preguntarnos sobre el valor del voto; instrumento, hoy en día, de la democracia para tomar decisiones: elegir a quienes nos gobiernan y toman decisiones por nosotros y que afectan, a veces, nuestra propia rutina.
Votar es un derecho y que en la práctica, al menos en Tamaulipas, un aproximado del 50% no lo ejerce; incluso menos, cuando son elecciones federales intermedias, como la del próximo 7 de junio.

Se pueden consignar una y mil razones o argumentos para no votar; es decisión personal, pero hay una verdad incuestionable: a más del 60% de la población no le interesan los asuntos de la comunidad, los intereses públicos.


Hay varios tipos de votos. Por lo regular, medio mundo identifica al voto duro o al voto de castigo; con el primero se identifican los votos emitidos por ciudadanos que tienen una identidad plena con un partido político y votan por el, sin ver o valorar al candidato; y el de castigo, lo dice su nombre, es una forma de rechazar algo que no les gusta.

El voto de castigo significa votar en contra, dar la contra.
Cuando se habla de un voto “útil” es preciso tomar, antes una decisión: que es lo que queremos.

Y en el caso de la elección del próximo 7 de junio, creo que pueden ser solo dos alternativas: a) Que el gobierno de EPN tenga mayoría priista en la Cámara de Diputados, para que haga y deshaga, sin estorbos; b) que el gobierno de EPN tenga contrapesos y sea obligado a negociar con uno o dos partidos, para así lograr la mayoría que puede tomar decisiones legislativas.


Un voto razonado nos debe llevar a tomar una decisión congruente con ideas y con propósitos. Por ejemplo, Vicente Fox propuso y consiguió el voto útil, con una consigna: sacar al PRI de Los Pinos y lo consiguió.

Hace poco Ana Guevara, que es senador del PT, pidió votar por la candidata del PRI a la gubernatura en Sonora. Obvio, es voto útil; y lo mismo acaba de suceder en Nuevo León, con la declinación que hace el candidato del Movimiento Ciudadano en favor del “Bronco”.
En un sistema democrático lo necesario, lo normal, es que haya contrapesos.

Ya son normales en virtud de que el PRI, desde hace buen rato, ya no es mayoría calificada en la cámara de diputados; ahora está en coalición con el Verde, ese partido que acostumbra violar la ley o cuando menos no hacer caso a las reglas del juego en términos de publicidad política y ya ha recibo una y otra multa.

Por esa coalición, el gobierno de EPN puede alcanzar 250 curules de mayoría.
El mejor ejemplo de cómo funcionan los contrapesos fue el Pacto por México que ideo EPN y que dio vida a las reformas constitucionales de este sexenio.

Cada partido político aporto su granito de arena; hubo dos o más propuestas y, paso a pasito, se fueron construyendo consensos de tal manera que EPN puede presumir que logro reformas que otros gobiernos, de Fox o de Calderón, ni siquiera intentaron.
Votar y hacerlo de manera razonada, útil, es la tarea de cada ciudadano.

Hacerlo por el partido o el candidato que satisface nuestros ideales; cuyas propuestas van encaminadas hacia el fortalecimiento de la sociedad. Votar, no por el candidato que dice lo que es, sino por lo que ofrece hacer, o que ya cuenta con un buen historial, con experiencia pues.

 

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