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Los oficios del hambre

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BENJAMIN Borges, Florista.
* Personas que no tienen estudios, que no tienen un empleo formal o que por la edad ya nadie les quiere dar trabajo, encuentran en estos oficios una forma de obtener un raquítico ingreso, suficiente para no morir de hambre
domingo, 5 de julio de 2015
Por: Jesús Rivera
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LA PRENSA / REPORTE.-



Dice un conocido refrán que el hambre es canija, pero es más quien se la aguanta.
Todos los días, desde muy temprana hora, miles de personas recorren las calles de la ciudad o se instalan en puestos semifijos para tratar de sacar el sustento diario.
A algunos les va bien, a otros no tanto, pero hay algunos que sólo sobreviven con unos cuantos pesos al día.
Personas que no tienen estudios, que no tienen un empleo formal o que por la edad ya nadie les quiere dar trabajo, encuentran en los oficios una forma de obtener un raquítico ingreso, suficiente para no morir de hambre.
Si bien es cierto que en la región norte de Tamaulipas, comprendida en el área geográfica “A” pocas son las personas que tienen ingresos menores de cien pesos diarios, también lo es que la frontera sigue siendo una zona cara de tal forma que el ingreso de una persona se ve minimizado por los precios de los bienes de consumo.
El salario mínimo vigente para el Area Geográfica “A” es de 70.10 pesos a partir del primero de abril, en tanto que en el Area Geográfica “B” es de 68.28.
La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos dio a conocer que a partir del primero de octubre se homologarán, de tal manera que quede uno solo con vigencia en todo el país.
El salario mínimo, a estas alturas, ya solamente es un referente para el pago de multas e impuestos porque desde hace varias décadas dejó de ser constitucional, es decir, no garantiza la cobertura de las necesidades básicas de una familia.
Ante esto, no es de extrañar que legiones de mujeres, hombre y hasta niños salgan a las calles a vender todo tipo de productos elaborados por ellos mismos, o a prestar algún servicio.
Los oficios del hambre son la mejor alternativa que han encontrado los desheredados para no perecer de inanición.

1.- FLORISTA

Benjamín Borges vende flores en la calle peatonal Miguel Hidalgo desde hace más de diez años, aunque empezó en el negocio hace unos veinte años.
-¿Sí saca suficiente para vivir?-se le preguntó.
-En los últimos años han bajado mucho las ventas.

Anteriormente sí sacábamos muy bien para mantener a la familia. Ahora va uno al día. Ya no es lo mismo.
-Aparte, hay temporada, ¿no?
-Ahorita lo único que nos queda son puras temporadas, como el diez de mayo, el día de muertos, el 14 de febrero, día del amor y la amistad y en este mes las graduaciones.
-¿A cuánto vende el ramo?
-Tenemos ramitos de cincuenta pesos, económicos.

Cincuenta, cien pesos, es lo más que podemos vender ahorita a la gente.
-¿No se le queda mucha mercancía?
-Hay días que a final sí nos queda mucha mercancía y esa mercancía son pérdidas que ya no recupera uno.
-¿Cuánto llega a ganar al día?
-Normal, a veces sacamos entre 500 pesos y 400 pesos para nosotros.

Sacamos más, pero lo demás es inversión.
-¿Cuántos tiene de familia?
-Tengo cuatro de familia que mantener.

2.- Taquera.

La señora Ana Guzmán tiene un puesto semifijo en el exterior del Hospital General donde vende tamales, tacos y gorditas.
-¿Cómo le va en el negocio?
-Bien, gracias a Dios.
-¿Le gusta su oficio?
-Sí.
-¿Ya cuánto tiempo tiene vendiendo?
-¿Aquí? Nueve años.
-¿Y le alcanza para la comida, para los útiles escolares, para las necesidades de su familia?
-Pues ya no tengo niños, puros nietos, pero sí, sí alcanza.
-¿Cuánto saca diario?
-Es que yo nada más vengo los domingos y una hija mía viene toda la semana.
-¿A cuánto se venden los tamales?
-¿Los tamales? A veinte pesos.
-¿Son de hoja de plátano?¿Veracruzanos?
-Sí.

Bien ricos, sí. También vendo gorditas y tacos de harina. Lo que más se vende son los tamales. Se venden bastante los tamales.

3.- Bolero.

Luis Manuel Jasso tiene muchos años boleando calzado en la plaza Miguel Hidalgo.
-¿Cuántos años de bolero?-se le preguntó.
-Tengo veintiocho años aquí, en la plaza.
-¿Casado?
-No.

Soltero.
-¿Cómo le va en esta chamba?
-Más o menos. No está saliendo mucho ahorita. De repente porque estamos todos juntos aquí.


-¿Cuánto llega a sacar al día?
-Unos doscientos, trescientos pesos. De sacamos la inversión, la grasa, la tinta.
-¿Y qué les dicen los clientes? ¿Buen servicio?
-No, sí.

Ahorita hay mucho sol en el día, está el solazo y a veces llueve.
-¿A cuánto cobra la boleada?
-A veinte pesos. Yo cobro veinte pesos las botas y los zapatos.

4.-Guachacarros.

Don Alfonso Berrones tiene desde 1977 echándole “aguas” a los automovilistas para que se estacionen bien en la calle Benito Juárez, frente a la iglesia de Guadalupe.
-¿Es muy diferentes antes a ahora?-fue la primera pregunta.
-¡Oh, sí! Sí, como no, es muy diferente.

Ya cambió bastante, antes era de batería, había más carros y se estacionaban más. Pero ahora han hecho algunos arreglos aquí, a la plaza.

Le han ido reduciendo un poquito y nada más quedan dos carriles.
-¿Eso les quita trabajo? ¿En qué forma los afecta?
-Bueno, pues sí, como no. si antes yo metía 17 carros, mejor dicho, 27, 30 carros, ahorita nada más son diez.
-¿Un promedio de lo que cobra?
-No, no cobro.

Simplemente me dan la propina. Ciento cincuenta es lo más, muy poco, muy poco, sí.
-¿Antes era más?
-Sí, como no, antes era más.

Metía más carros, trabajaba más horas, de siete a siete casi le daba yo.
-¿Y cuánto sacaba antes?
-Pues casi igual, nada más que antes era en dólares.

Llegaban los gringos, le daban a uno una pesetita, un dólar. Bueno, sí. Sí sacaba uno sus setecientos pesos.
-Es mucha diferencia, ¿no?
-Sí, como no. Bueno, sacaba más y había cosas baratas, y de todos modos la libraba uno.

Me rendía más el dinero antes.
-¿Tiene familia?
-Siempre he estado en casa, en familia. He estado con mi hermana, mi hermano, mi mamá…
-¿Nunca tuvo familia propia?
-Aquí me gano ahorita cien pesos, y si tengo familia, pues no la hago.

Por eso pensé y sigo pensando que casarse uno…, no me gustaría que mis hijos anduvieran con hambre, sin zapatos, sin estudio y todo eso.

Es lo que me demoró y me ha demorado tener mujer, y sobre todo, familia.
-Entonces, ¿apenas alcanza para vivir?
-Sí, apenas, muy apenas.

Como quiera mis hermanos se arrimaron y me invitaron para que no pagara renta, me hicieron un cuartito.
-Esa es una gran ayuda…
-¡Oh, pos cómo no! No pago luz, no pago casa, me hizo un cuarto especial para mí.
-¿Qué edad tiene?
-Tengo sesenta y nueve años, voy a completar.
-Y a pesar de la edad sigue trabajando…
-¡Ah, sí! Hasta que el cuerpo aguante, hasta que truene, como luego dicen.

Como le digo, mi hermano tiene su familia y lo que gana es para su familia. Yo mientras pueda le hecho ganas.

 

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