REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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La humildad al señor, no la soberbia

…” ¡Oh Dios, compadécete de mí, pecador!”… (Lc. 18, 13)
domingo, 2 de agosto de 2015
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Jesús muestra que el corazón mueve la voluntad humana a la necesidad de la oración, y para que esta de él fruto deseado, debe ir acompañada de humildad.

La humildad es el bien deseado por todo cristiano, pero muy difícilmente realizado. Cuantos hay que escuchando al Sacerdote los domingos en su predicación sobre la humildad de Jesús, de María, de San José, de los Santos Apóstoles, como de las almas elevadas a la santidad, animados de lo que han escuchado dicen;…¡Yo también puedo ser con solo proponérmelo!…Bueno es el propósito, pero mas acertado es reflexionar a una decisión, teniendo presente la palabra de Jesús cuando dijo;…”El espíritu esta pronto mas la carne es débil”…No obstante, todo hijo de Dios bautizado, puede si así lo desea, aspirar a la perfección del alma, no es solo es deseo, sino al hecho de buscar medios y formas o combinar la fe y las obras, alcanzarla y entenderlo como un objetivo de vida, que para llegar a él, es imperioso razonar este deseo, y la decisión, antes dar unos pasos atrás, mirar si esta bien lo que se propone, si puede o no cumplir, entonces tomar la resolución: quiero y puedo, o no quiero porque no voy a poder, de ser la respuesta positiva tomar el camino adecuado que marca Santo Tomás de Aquino al referirse a la humildad;…”Es una virtud del apetito irascible (colérico) que refrena los deseos de la propia grandeza, haciéndonos conocer nuestra pequeñez ante Dios”…Cuando el querer surge y apasiona, es un arrebato sin consistencia, al primer obstáculo el tentador interviene e influye en el animo, toca la debilidad y frena el impulso, al mostrar que esas cosas son complicadas, no las va a poder lograr como lo creyó, haciendo apreciar que son mejor las cosas del mundo, porque el sacrifico, el esfuerzo y el ofrecimiento a Dios es lo mas comprometido, por eso dice al oído;…Se te pide corresponder a los padecimientos de Jesús en su Pasión y tú no tienes ni voluntad ni preferencia, es en ti un impulso pasajero…Esto y mucho mas es el asedio del tentador por desvirtuar el propósito del cristiano hacia Dios.

La humildad es virtud, y la virtud es el proceder bueno del alma, del que se requiere para conquistarlo: la entrega, si; el amor a Dios, sí; en todos los sentidos de la vida, si; y al prójimo, si, porque servirlo es el acto de humildad deseado por Dios de sus hijos, por eso, quien tiene la intención en hacer de la humildad su forma de vida, requiere de si mismo un cambio total de hábitos y costumbres en su relación con Dios, porque siendo la humildad una virtud, esta debe ser firme y estable en el alma, porque la humildad se afianzará cada vez mas y rechazará todo peligro, de tal manera que el cristiano que busca ser humilde y quiere vivir en ello, esta convencido de que la virtud es la fortaleza que debe solicitar a Dios en sus oraciones y sacramentos.

Ahora bien, ser humilde no es evitarse molestias en su relación con otras personas: no voy a molestarlos para que no me digan nada, mas no dice: evitaré molestarlos para que no se ofenda a Dios, la forma en se proceder es por la conveniencia de evitarse problemas, y fricciones, no es la práctica de los actos de humildad con que obra el cristiano, cuando son por amor a Dios, el cristiano adentra su alma a la bondad de vida virtuosa, es cuando desea y sirve de corazón, socorre en las necesidades espirituales y morales, atender al desamparado y confortar las almas a depositar su fe y confianza en Él.

Ahora bien, para vencer la soberbia, el único medio es la virtud de la humildad. La soberbia es cabeza de los siete pecados capitales, ninguno de ellos es menos que otro, todos son mortales, sino se lucha por desecharlos llevaran el alma a la condenación eterna.

Escuchemos a Jesús cuando dijo:…”Entonces se va (el demonio expulsado con anterioridad) a tomar consigo otros siete espíritus aun más malos que él; entran y se aposentan allí (el alma)”…Envuelven al hombre los siete pecados capitales; los demonios de la soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza.
El Señor nos mostrará la soberbia y su contraparte la humildad, de la que nos enseña San Pablo;…”Nuestro Señor Jesucristo; Se humillo haciéndose obediente hasta la muerte de Cruz”…Jesús siendo Hijo de Dios, bajo de su gloria eterna, siendo la Majestad infinita, deja todo y mostrando su humildad, se viste de nuestras imperfecciones para sufrir y padecer siendo Dios; Nuestra Madre Santísima, la Virgen María exclama en el Magnificat;…”Proclama mi alma la grandeza del Creador, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava”…De ellos recibimos el sublime valor: la virtud de la humildad.

Por si sola, repudia la nefasta soberbia que aspira por propia voluntad a algo que esta sobre las posibilidades del ser humano, de donde el Apóstol Santiago muestra la acción del Señor contra este abominable mal en el hombre;…”Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da la gracia”…Siendo confortable para el alma humilde, que busca hacerla suya en el tiempo que Dios concede de vida terrena, habla el Doctor Angélico;…”Conocer nuestra pequeñez ante Dios”…
La soberbia es enemiga del alma, ¿Donde nace esta actitud abominable en el ser humano? Desde la caída de Luzbel a los infiernos, profetiza Isaías del que viene a ser el padre de los soberbios;…”Tu corazón se había engreído con tu belleza.

Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor”…Por eso apareció en él la iniquidad, palabras mas, palabras menos así obra el hombre soberbio en el mundo, no hay otra forma de nominarlo, siendo detestable, es mísero y abominable; el soberbio, es un ser humano orgulloso, (a) altanero, (a) vanidoso (a) e impertinente (a) Todo esto lo encontramos hoy en este mundo a cantidades inimaginables; la soberbia llega al clímax de ver quien es mas en todo lo que se menciona, no hay ninguna exageración, lo vemos todos los días y lo escuchamos en todo lugar, no cabe duda que la soberbia de Luzbel al negarse adorar al Hijo de Dios hecho hombre en el principio de los tiempos, se aseguro convertir a la humanidad en soberbia, pero Luzbel fue arrojado a los infiernos eternamente, y quienes lo imitan ¿Qué? La soberbia es ostentación: ¡Quiero me vean que Yo hago! ¡Soy en todo y en todo estoy presente! Sea en la iglesia, en el trabajo, en la familia, en el vestir, comer, la soberbia induce a la exhibición ridícula de exhibirse, que haciendo esforzadas cosas no por bien de su alma, sino por jactancia y vanagloria; la soberbia avanza en el Yo y llegará sino se corrige al termino de la vida, a encontrar su tropiezo definitivo; la soberbia es amarse demasiado así mismo, es cegarse en su Yo, esa soberbia ostentación es desdeñada por las alturas, porque esa actitud desprecia a Dios y al prójimo; la soberbia es la afirmación del propio Yo.

¿Cuántos hay que manifestando una actitud desprendida, su intención esta escondida? Espera el momento de cobrar el favor en el modo que lo tiene guardado su intención, para cuando incitados por la soberbia obren.

De donde es la enseñanza de Jesús cuando dijo;…”Quien se elevaré, será abajado”…A pesar de escuchar la palabra de Dios, justifican sus actos y actitudes, presumen ser los buenos y los mejores; El que es fiel a Cristo, cumple el mandamiento del Señor;…”Amaras a tu prójimo como a ti mismo”…Y ruega a Dios que su infinita misericordia sea en ellos y se salven en tiempo de oportunidad.


El Señor no deja de hablar a los corazones soberbios, a solas hace oír su preocupación;…Recuerda que todo lo veo, lo que haces, la intención con que lo haces, tus impulsos y tus maldades, tus pecados uno a uno, preocupado vienes ante mi intranquilo y temeroso prometes, pero lo haces para que los demás te vean y hablen de ti, eso no esta bien, eso es engañar, induces a la gente a ver lo que no eres, todo eso lo sabes, y a pesar de ello obras así, ¡Detente! Aviva tu entendimiento a mi deseo: ¡Quiero tu salvación! Arrepiéntete sinceramente, y ten presente, que veo la facilidad con que mientes, pero a Dios nadie puede engañarlo… Dice Santo Tomás de Aquino;…”La humildad significa cierto laudable (noble) rebajamiento de si mismo, por convencimiento interior”…Para alcanzar la fe, el cristiano debe ser humilde en todos los actos de su vida, en palabra, obra y pensamiento, no hay otro camino sino el hábito de obrar bien que Jesús pide.

Al exponer la parábola del fariseo y el publicano. ¿Quien es cada uno? El fariseo, muestra la actitud de los de su secta, en ellos afectaba el rigor y austeridad de forma, pero en el fondo eludían cumplir los preceptos de la ley y mas los del espíritu.

El publicano, recaudador de impuestos, nombrado por el poder romano. Cobran las cuotas establecidas, pero caían en la corrupción, excediéndose en las tarifas.

Los judíos los señalaban de aliados al poder de Roma y estar al servicio de la potencia opresora. Por eso eran considerados pecadores públicos, excluidos de toda relación, tenerla era contaminación.

Inicia el Señor la enseñanza cuando dijo;…” Para algunos, los que están persuadidos en sí mismos de su propia justicia, y que tenían en nada a los demás, dijo también esta parábola”…Es dirigida la parábola a los fariseos, en ella Jesús demostrará, que cuando la justicia se aproxima al hombre, si este esta atado a la soberbia se hunde en el castigo eterno.

La justicia de la que los fariseos se creían poseedores, era creerse justos, no siéndolo; afirmando poner su confianza en Dios, como así lo decían a los cuatro vientos, era solo pose y ostentación, por eso, el fariseo que se consideraba justo, señala al publicano de impuro y ladrón.

Escuchemos a Jesús;…” Dos hombres subieron al Templo a orar, el uno fariseo y el otro publicano”…El primero se dice ser la pureza “legal”, el otro; pecador.


…” El fariseo, erguido, oraba en su corazón de esta manera: ¡Oh Dios! Te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, no como el publicano ése”…La soberbia en el hombre malo no tiene limite, exacerbado de su “Yo” que ofende a Dios, porque sobrepasa la justicia al juzgar al prójimo, justifica su actitud, donde el Señor es quien juzga el bien y el mal de las almas, hacerlo el hombre peca, porque no es su atribución.

Si alguna vez Dios nos permitiera por unos segundos conocer lo que otros están pensando, quedaríamos pasmados de lo que se mueve en la mente del ser humano, y diríamos; ¡Señor! Solo Tú, resistes conocer tanta maldad en los temerarios juicios humanos.

En el fariseo descrito sabemos en conciencia, que es Dios quien esta diciendo como actuamos, y lo presenta acompañado de la extremada maldad de la soberbia, que no mira así mismo sus pecados, se atreve mirar a los otros como pecadores, dice San Agustín;…”Parece que se tiene así mismo por el solo justo que hubiese entre los hombres”… ¿A eso le llama el fariseo oración? En efecto, para él como para muchos, la calumnia soberbia de señalar a todos los hombres de pecadores, es oración, pero no nos escandalicemos, el fiel cristiano cree en Jesús Hijo de Dios vivo, y Él jamás dirá falsedades, siempre verdades, porque es la verdad eterna, no necesita mentir, los mentirosos somos nosotros, y lo muestra al ver lo profundo de los pensamientos que conoce en cada alma y predica contra la soberbia, ve en ella desprecio y odio contra el prójimo en el silencio de la mente, creyendo que porque es así y nadie conoce su pensamiento, se engaña así mismo, porque Dios ve la conciencia y con eso basta, bueno es recapacitar de ello.Continua la “oración” del fariseo;…” Ayuno dos veces en la semana y doy el diezmo de todo cuanto poseo”…La ley obligaba al ayuno una vez al año, y este decía exigirse mas; de los diezmos iba a mas de lo que la ley exigía, pero eran sus palabras a Dios, no se inmuta de las mentiras que dice o de las exageraciones que eleva a las alturas, creyendo que Dios las cree y acepta.

San Agustín da lección sobre este fariseo, que se extiende a todo cristiano, a normar en forma ordenada la vida espiritual, apreciamos la realidad de nuestro proceder, dice;…”En las palabras del fariseo, nada hallarás que pidiere a Dios: sube, es verdad a orar; pero no quiere pedir a Dios, sino alabarse así mismo, e insultar a otro que oraba”…
Enseña Jesús;…” El publicano, por su parte, quedándose a distancia, no osaba ni aun levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: ¡Oh Dios! Compadécete de mí, el pecador”…Jesús muestra que en el publicano era humildad y reverencia, en el fariseo soberbia y petulancia, dos actitudes contrarias, uno la soberbia irónica, del segundo el profundo arrepentimiento.

¿En cual esta el propósito de todo cristiano? Apreciamos en el cobrador de impuestos un carácter diferente, mostrando su espiritualidad, apurado fue a buscar un lugar apartado del Templo, ahí infunde en su corazón el dolor de tantas afrentas que ha cometido, confundido en el, reconoce su indignidad, califica de reprobable su conducta, cerrando sus ojos mira los pecados que ha cometido, inflama su sentimiento la pena y la aflicción de haber ofendido a Dios, no quiere levantar los ojos al cielo, porque viéndose a su interior, reconoce que no tiene los merecimientos, hacerlo será falta al respeto, porque en las alturas esta Dios a quien ha ofendido, le pesa mucho haber hecho lo que no debió hacer e hizo, se golpea el pecho con fuerza muestra de su arrepentimiento; satisface tu dolor y pena en la oración que eleva a Dios;…”¡Oh Dios! Compadécete de mí, el pecador.

¡Señor, tened misericordia de un pecador, tal como soy yo!”…
Dice San Agustín;…”Veamos, como estos dos hombres representan su causa ante el Juez soberano de las conciencias, el uno, se alaba como justo, y acusa con orgullo a todos los otros pecadores: el otro, se reconoce reo, y confiesa con una profunda humildad su miseria”…Estimado (a) lector (a) ¿Por qué no te acercas como el publicano al Señor? Pero te cansas de ello.

Persevera, la misericordia de Dios siempre esta latente, imita a Jesús, a María y a San José en su oración profunda que elevo su fe, y serán para ti las palabras de Jesús al concluir su parábola;…” Os digo: éste bajó a su casa justificado, mas no el otro; porque el que se eleva, será abajado; y el que se abaja, será elevado”… Sea pues la humildad al Señor y no la soberbia. +
hefelira@yahoo.com

 

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