En la opinión
Pbro Miqueas Cantú Garza
Lucas 15:20. La herramienta de vida familiar e integral está bien diseñada en estas frases. En el hogar siempre se contempla al que está lejos; se anhela con vehemencia el regreso, el sentimiento crece, se acciona la aceptación, el perdón e integración familiar.
El amor misericordioso de la familia, es una actitud admirable que descubre la verdadera riqueza que hay dentro de nosotros, y que es invariable en el pasado, presente y futuro.
Lo demuestra la historia en cuestión; el Padre del Hijo Pródigo no le interesó, ni indagó el pasado, sino que se centró en la vivencia del presente; y en los beneficios de vivir liberado de sentimientos de rencor, odio y amargura.
La voluntad premiada del padre es la urgencia de elevar la identidad del hijo al ordenar a sus siervos: sacar el mejor vestido, vestirle y poner un anillo en su mano y calzado en sus pies.
La extensión de la experiencia del perdón es una celebración: traer el becerro gordo, matarlo, comer y hacer fiesta. La experiencia del padre es milagrosa: este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Y comenzaron a regocijarse. La vida cotidiana está llena de posibilidades de perdón; es la acción más noble, notable y novedad gratificante.
Es una experiencia que invita a retornar a lo establecido divinamente. Una pareja que vivió cinco años en matrimonio; un día se ofendieron tanto que llegaron a odiarse, se separaron y se divorciaron.
Diez años después tuvieron un encuentro con Cristo y experimentaron el amor de Dios en sus vidas que decidieron celebrar por segunda vez sus bodas para vivir en matrimonio nuevamente.
La experiencia recoge el pensar positivo que une a la voluntad. Pero sin la luz del pensamiento el esfuerzo de la voluntad, nunca logra la reconciliación.
El padre, en su memoria viva, nunca descartó de su corazón al hijo.