Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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La bancarización y sus estragos

domingo, 1 de noviembre de 2015
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En múltiples ocasiones hemos escuchado las por demás insistentes afirmaciones y acciones del Gobierno de la República y en particular, de los diversos secretarios de Hacienda, la frase de que debemos avanzar más y más rápido en la bancarización y las operaciones financieras del gobierno y de los particulares en México, y que es urgente tener control sobre las operaciones empresariales, estatales e individuales.
De esta manera, el avance ha sido impresionante, a la fecha las operaciones de contado son mínimas y están penalizadas en su mayor parte.

El asunto y daño público por cierto, es que las instituciones bancarias que operan en el país se han convertido, en poco tiempo (menos de 25 años desde privatización) en una verdadera calamidad social, debido tanto a la laxitud de la norma regulatoria, como a la tolerancia del órgano regulador (Comisión Nacional Bancaria y de Valores).

A tal grado ha llegado el negocio de los 45 bancos que operan en el país, que sus fortalezas y utilidades dependen, en mayor parte, del cobro de comisiones y no tanto del crédito otorgado.
No quiero, amable lector, atribularlo con cifras y valores comparados, por ahora, pero mire usted los siguientes datos que no por mínimos dejan de expresar la realidad y el sometimiento a que está sujeto el cliente bancario en México: El total de los bancos operarios en el país (75% de ellos son extranjeros), acumulan activos por casi 8 billones de pesos (casi dos veces la suma del presupuesto de egresos de la nación (PEF); son depositarios de la nada despreciable consideración de manejar un diferencial exorbitante entre la tasa activa y la pasiva, es decir, entre lo que pagan a los ahorradores y lo que cobran por el crédito otorgado (2.50 la primera y 46.7 la otra).
Es de saberes elementales, que la banca en México no cumple con su primer y tal vez único propósito, el de financiar el desarrollo económico.

Y algo más, ¿sabe usted, amigo lector, de qué renglón proceden las mayores ganancias? Pues del cobro de intereses por el uso de tarjetas de crédito (léase, consumo).

Mire usted, para el caso de uno solo de ellos, de los tres más grandes, reporta Rubinstein en su publicación de Excélsior, tan solo en el primer semestre del año en curso, acumuló utilidades por 17.6 mil millones de pesos, equivalente a 42% del total de ingresos de esa firma a nivel mundial.
En contraste con lo anterior, el total de las instituciones bancarias en México destinan tan solo el 26% del PIB al desarrollo empresarial e individual.

La banca en Chile destina a este fin 71, Brasil 61 y Bolivia 40, para ejemplificar la distorsión financiera-crediticia que vive el desarrollo productivo en este país.

Y para cerrar el comentario, quédese usted, mi amigo, con este dato: para agosto del presente año, los bancos en México tuvieron ingresos por 80.3 mil millones de pesos (35% provenientes de comisiones e intereses en tarjetas de crédito).
En México, un usuario de tarjetas de crédito que paga sus deudas en plazos, tiene que pagar 58% de interés más 9 de impuestos, es decir, 67% en total.

Desde luego, esto representa una sangría enorme al gasto familiar y un riesgo también grande de insolvencia y colapso de carteras vencidas.
GRACIAS POR SU TIEMPO

¿Sabía Usted?
Mr.

Kuinkelly
Casi todas las cosas que conocemos tienen fin, pero hay muchas que no podemos contar, como son las estrellas, los granos de arena en una playa, los cabellos, las gotas de agua en un océano, un banco de peces, y todo aquello que es interminable.

Todas las cosas abstractas son incontables, como la distancia, la alegría o la tristeza, el fin de un círculo, etcétera.
Lo que no tiene fin es infinito, por ejemplo una sucesión de “1” seguida de “2” nunca tendrán un “2”, o un decimal con una sucesión infinita de 9 (0.999…), no termina nunca.

El infinito no aumenta ni disminuye, ya está formado. Y hay infinitos números enteros (1, 2, 3, 4, 5…), pero hay más números reales (por ej. 17.256 o 1.11111), porque cualquier número real puede tener un número infinito de cifras decimales.

Infinito no se puede medir, a diferencia de los números concretos.
En sentido figurado: Dicen que el número 8 debe escribirse en forma vertical, pues si se le coloca horizontalmente resultaría infinito.
¡Si no lo sabía, créalo porque es cierto!

 

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