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Los frenos traseros son distintos, pues funcionan presionando un tambor cerrado y tienen una mayor duración.
Debido a esto, muchas personas se confían y no les dan el cuidado adecuado.
Uno de los problemas que se presentan con mayor frecuencia en los frenos traseros es la acumulación de polvo.
Encerradas. Esto se debe a que las balatas traseras no están expuestas a la intemperie, pero su mismo desgaste ocasiona que se desprendan moléculas que se quedan dentro del tambor, que presionan para detener las ruedas.
Empolvado. Este proceso forma una capa de tierra fina que se adhiere a las balatas y al plato sobre el que se arma el sistema de frenos traseros.
Con el paso del tiempo, esto resta eficiencia al sistema, pues las balatas no se presionan de manera adecuada al tambor.
La acumulación de este polvo también puede ocasionar que la superficie de las balatas no sea uniforme.
“A la antigüita”. La solución para este problema es una limpieza de frenos.
Esto se realiza quitando la llanta y el tambor y lavando todos los componentes que están al interior con una jabonadura hecha con detergente en polvo.
Esto debe enjuagarse perfectamente y dejar que se seque antes de volver a montar la rueda.
Recuerde que este proceso debe ser realizado por un mecánico, pues el sistema de frenos traseros está ajustado a presión y puede fallar si queda mal armado.
Dicha limpieza debe realizarse cada cuatro meses o cada 20 mil kilómetros recorridos, lo que suceda primero con su auto de alquiler.
EL UNIVERSAL/VHA, 011215